Carta Pastoral sobre Narcotráfico y Drogadicción
HOY PONGO ANTE TI LA VIDA O LA MUERTE
Los Obispos de Bolivia, fieles a nuestro servicio de pastores y urgidos por el amor de Cristo que siempre nos impulsa a trabajar por la vida y la dignidad humana, como en otros momentos en la vida del país, entregamos esta carta pastoral a todo el pueblo de Dios que peregrina en estas tierras y a todas las personas de buena voluntad.
Nos mueve la preocupación por el creciente tráfico y consumo de drogas ilícitas que afectan seriamente a la población boliviana, “en su mayoría jóvenes, que son víctimas de la vorágine insaciable de intereses económicos de quienes comercializan con la droga”, con consecuencias negativas en las mismas personas que la consumen, en sus familias y en su entorno laboral y social.
Los problemas del narcotráfico y la drogadicción, aunque estén estrechamente relacionados, en cuanto a responsabilidades morales y éticas son realidades que deben diferenciarse.
La drogadicción tiene implicaciones existenciales, personales y sociales que afectan el sentido de la vida y dañan la propia dignidad humana de las personas víctimas de este mal y su entorno. Éstas necesitan solidaridad, cercanía humana y espiritual, paraa compañarlas en el redescubrimiento del sentido sagrado de la vida y de su propia dignidad.
El narcotráfico, fundamentalmente, está motivado por intereses económicos y la búsqueda fácil de riqueza por medios delictivos. Es un crimen contra la humanidad que hiere a la persona, genera violencia, muerte y desintegración familiar, y desestructura la sociedad, distorsiona la economía y genera la cultura de la ilegalidad y de la corrupción. Aún más, representa un pecado grave y una ofensa al Dios de la vida y al Reino de Dios, proyecto de amor, verdad, justicia y paz para toda la humanidad. Por eso, nos unimos a San Juan Pablo II para denunciar firmemente a los narcotraficantes como “mercaderes de la muerte”.
Ya en la V Conferencia Episcopal Latinoamericana y Caribeña, en Aparecida, los obispos asumimos el compromiso de “promover una lucha frontal contra el consumo y tráfico de drogas, insistiendo en el valor de la acción preventiva y reeducativa, así como apoyando a los gobiernos y entidades civiles que trabajan en este sentido, urgiendo al Estado en su responsabilidad de combatir el narcotráfico y prevenir el uso de todo tipo de drogas ilícitas”.
Deseamos que esta carta pastoral sea una contribución a nuestra sociedad, para discernir a la luz de la fe y de la Doctrina Social de la Iglesia y de la moral natural las causas y consecuencias de la drogadicción y del narcotráfico. Es imperioso potenciar medidas preventivas, coyunturales y estructurales, así como soluciones eficaces para erradicar estos males.
Ocuparnos de este problema es parte de la vocación y misión evangelizadora de la Iglesia, que se concreta en el compromiso pastoral de la comunidad eclesial, en las obras sociales y particularmente, en centros de prevención, tratamiento y rehabilitación de personas en situación de riesgo y adicción. Todos somos invitados a aceptar este llamado a salir de la propia comodidad y atrevernos a llegar a todas las periferias que necesiten la luz del Evangelio.
En este servicio pastoral, nos alientan las palabras del Señor: “Ánimo, remen mar adentro”. Nosotros creemos que el Señor Jesús ha vencido el mal y la muerte. Como Iglesia debemos dar siempre testimonio de vida, esperanza y dignidad. Pedimos la intercesión de María, nuestra madre, para que el amor del Dios de la vida, el Evangelio de Jesucristo y la fuerza del Espíritu Santo, sean luz y esperanza, liberación y sanación, vida y amor para todas y todos.
Obispos de Bolivia
2016