Ensoñación patética
Algo tuvo que ver un atracón de pescado proveniente de unos bofedales que una varita mágica ladrona volvió río internacional. Soñé que estaba en otro planeta; su gente eran simios que caminaban erguidos y su política era sucia. Un mono poderoso fue pillado enterrando millones en divisas duras, joyas y relojes, en el jardín donde la monita celadora rondaba la centuria; sorda y muda, escribió una nota diciendo que el chambón le dijo que era plata robada. Era un patético ejemplo de ahorros por coimas en obras públicas del pupilo de un chimpancé bizco que instaba a “ahorrar” en monedas fuertes, porque bancos y refugios financieros, otros monos pillos, lucrarían de lo guardado apenas iniciada una investigación judicial. Al igual que en la Tierra, la política financiera había cambiado por reparos al dinero de la droga o recaudos contra el terrorismo; pero no como antaño, cuando los piratas se volvían corsarios con una licencia oficial, luego nobles de una aristocracia bastarda.
El revolcón para deshacerme de un sueño que se volvía pesadilla, fue preguntar ¿cuántos como el mono chambón estarían forrados de dinero mal habido e inversiones en asociaciones delictuosas, después del engaño de ser Estado benefactor de pobres y añadas de convertir a muertos de hambre en millonarios de una estirpe política corrupta? Porque en el país fue notable el reinado de la corrupción a través de una suerte de capitalización de cuentas personales y arcas partidarias mediante millonarias “coimisiones”, y después, mediante el robo de fondos del Estado dedicados a proyectos en beneficio de los pobres.
Sin embargo, el esquema tenía puntos débiles. Había surgido un nuevo tipo de protagonista: el mono cantor que delataba las tramoyas corruptas si reducían su condena. El estudio de caso era un país de monos vecino, que ya se veía en el club de las potencias desarrolladas, o por lo menos como economía emergente. Después de suspender a la mona mayor, hasta el mono reemplazante estaba en la cuerda floja del palio corrupto que comprometía a toda su clase política.
Otro punto débil eran los fiscales y los jueces renuentes a vivir con la conciencia tatuada por la deshonra de una pesquisa sesgada o una sentencia prevaricadora en favor de poderosos. El estudio de caso era otro país de monos vecino. Era cuestión de tiempo que involucrasen en su corrupción asesina a monos ministros y a la mona presidenta.
Un tercer punto débil era que los poderosos creían que detentarían el poder para siempre y así sería fácil “blanquear” la plata sucia. Era la situación del planeta suyo, que había resbalado de un corrupto socialismo de dientes para afuera a un podrido capitalismo autoritario y abusivo. ¿Seguirían sumisos los fanáticos del Gobierno, confiados en el blablá de un proceso revolucionario de cambio? ¿Se quitaría el pueblo la venda de los ojos por la supuesta sensibilidad a los pobres, con cuya falta se había denostado a políticos anteriores y se vapuleaba a opositores actuales?
Había otros puntos débiles. La gestión de un mono similar, pero en otro país, era puesta en duda por la oposición y el sector privado; decían: ¿se habría gastado el Gobierno los ahorros de su país en los últimos años? La respuesta la daba otro país lejano que siendo más pequeño, pero que su población indígena era parecida, aunque no sufrió la guerra interna que cometió genocidios sobre los desvalidos. Allí, el botín del saqueo de ese país incluía mansiones, joyas y cirugías estéticas en una clase política acusada de enriquecimiento ilícito, lavado de dinero, cohecho activo y asociación ilícita. ¿Sería su patria la siguiente en el rosario de penosas situaciones por el mal gobierno, que no sólo abarcaba a los nuevos salvadores de la patria, falsos socialistas que eran?
Desperté sudando frío. Debe ser la edad, pensé. Últimamente estoy dado a los sueños, y un sueño que no se interpreta es como una carta que no se lee, dice el Talmud. Hay que darle una razón, ¿pero qué más racional que atenerse a refranes, perlas que son de la sabiduría popular? Ahí está, por ejemplo, “dime con quién andas y te diré quién eres”. Otro es “a buen entendedor, pocas palabras”.
Si el Foro de São Paulo proveyó molde en que en el país costuraron camisa de fuerza autocrática, con hedor de corrupción generalizada y manejo mañoso de medias verdades de un “Proceso de Cambio”, ¿aprendería el pueblo que dicho proceso no fue más que otro “relevo de rateros”?
Si otrora el aliado estrecho del Gobierno era Hugo Chávez, ¿querrá decir esto que en el futuro se verán días sin papel higiénico, colas en mercados, despelotes en calles y muertes por doquier en el país? Si el padrino ideológico del “proceso de cambio” fue Lula da Silva y se develó el “Mensalão”, luego el “Petrolão” que hoy pringan a su clase política, ¿será que en su país sucedería lo mismo?
Si en un país de monos vecinos retiraron de la Casa Rosada gigantescos retratos de Perón, Evita, Che Guevara, Hugo Chávez, Bolívar y San Martín (estos dos últimos, porque justos pagan por pecadores), ¿sería retirado el retrato del Che del Palacio Quemado y devolverían honores a los bolivianos de la campaña de Ñancahuazú?