ArtículosInicioSusana Seleme Antelo

La deriva violenta-autoritaria

La muerte refleja la realidad cruda y sin tapujos.  Cuando la muerte tiene origen político, desnuda al poder y a los hombres que lo ejercen. Hoy, lo real es que el Viceministro de Régimen Interior Rodolfo Illanes fue secuestrado y luego linchado. Tan real como los mineros muertos a bala: Severino Ichota, Fermín Mamani, Rubén Arapaya y Ambrosio Rojas.

Todos fueron víctimas de violencia política, sin que mediara para evitar tal desenlace, un análisis correcto de la situación y de la correlación de fuerzas. En todo caso, aquí no hubo “golpe de Estado fallido”, ni conspiración política de la oposición ni del ‘imperialismo’, como denuncia el jefe del régimen, Evo Morales, tan suelto de palabra, práctica que contagió a sus ministros. Uno de ellos comparó lo sucedido la semana pasada, con la batalla por la autonomías de la Media Luna en 2008. Idiocia crónica. neor ser el prtersidnete delSenado or las auronom por la autronomias Aclaro que la  idiocia es un trastorno que conlleva deficiencia de las facultades mentales.

Habrá que recordar, una vez más, que la práctica del secuestro de autoridades y luego su asesinato, no les debiera ser extraña a muchos hombres del gobierno. ¿Quién no recuerda, hoy, los muertos del Chapare bajo horrendas torturas, como los esposos Andrade entre otros, en los años 2000-2002, cuando se erradicaba coca ilegal en esa zona, de donde proviene el liderazgo sindical y político de Morales?

Los cooperativistas mineros tienen su historia y la sociedad tiene memoria, que debiera tenerla también Morales, pues son sus aliados de tropelías contra la institucionalidad democrática. En 2003 los cooperativistas mineros, amén de otros, se sublevaron contra el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, hasta derrotado, dejando al país en inestabilidad política extrema.  En julio de 2005, Morales movilizó a los cooperativistas mineros, desde Potosí hacia Sucre, a dinamitazo limpio, tras la renuncia del presidente Carlos Mesa para impedir que Hormando Vaca Díez asumiera la presidencia de la República de Bolivia. Le correspondía de acuerdo al orden de sucesión constitucional, por ser el presidente del Senado. ‘Un cruceño, nunca’, habría dicho Morales y arrastró en ese ‘nunca’ a Mario Cossío presidente de Diputados. Finalmente, la presidencia recayó en el presidente de la Corte Suprema de Justicia, con el compromiso de llamar a elecciones. Todo armado, desde adentro y afuera del país, para que Evo Morales fuera electo presidente en diciembre de 2005.

El deber de la memoria es útil para refrescar lo que algunos no quieren recordar, como el luctuoso hecho de diciembre 2006, con 14 muertos entre cooperativistas y mineros sindicalizados. Los primeros querían más concesiones y los obreros defendían su fuente de  trabajo. No había cumplido un año de gobierno Morales, y de palco cómo se mataban unos y otros.

Las muertes de la última semana son producto de la mala gestión del conflicto, desde el bloqueo de carreteras por los cooperativistas mineros y la toma de policías como rehenes, en abierto irrespeto a la autoridad, que pretendía garantizar el libre tránsito. La economía de los cooperativistas, más allá de su capacidad de movilización violenta, hoy está quebrada por la crisis de los precios de los minerales. Y se le suma la nueva ley de Cooperativas, a la que se oponen pues impide que se asocien con privados para obtener capital e inversiones. Era y es una cuestión de sobrevivencia, por eso bloqueaban carreteras. En su defecto, querían recibir del Estado nuevas concesiones.

He ahí la madre del cordero: la determinante económica en última instancia. Durante los últimos 10 años no le importó al régimen de Morales que tuvieran  asociaciones con capitales privados, ni que bajo el nombre de cooperativa, algunos expandieran su patrimonio como grandes burgueses, ni que aplicaran abusivas prácticas laborales a sus obreros, ni que dañaran el medio ambiente y que tributaran pigricias. Para no perder esos privilegios, se jugaron al todo o nada, como siempre.

Con esos antecedentes ¿no sabía el gobierno a quiénes se enfrentaría Illanes cuando fue a hablar con los cooperativistas? ¿No tomó en cuenta la presión política que estaban ejerciendo, sabiéndose aliados-amigos consentidos de Morales? ¿Por qué lo mandaron apenas con un edecán que se salvó de chiripa ? Y más grave aún: ¿por qué no le prestaron la ayuda humanitaria que pidió por teléfono para  que se presente en el lugar una comisión de autoridades y lo rescate? Las amenazas de los cooperativistas se escuchan claramente en el audio del vídeo, ya viral en las redes sociales, donde se ve al ministro rodeado de exaltados.  ¿A quién o a quienés llamo? ¿Por qué no le brindaron el socorro que pidió? Negligencia sin atenuantes, pues Illanes luego fue asesinado a golpes.

Tragedia y culpas compartidas con los mismos impulsos violentos y mortales sin capacidad de  autocrítica.  Demasiados errores del régimen encerrado en su estrecho horizonte de poder, aunque concentren el poder  total, mientras se impone la deriva violenta y autoritaria, como con los quemados en El Alto hace unos meses, amén de muchos otros muertos más en la ‘era Morales’. Y sin embargo, anda regalando ambulancias y volquetas como si la muerte de bolivianos fuera cosa de matar  moscas.  ¿Y la Justicia? Duerme el sueño de los injustos.

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