«Todos los míos son los buenos y los tuyos son los malos»
Hay una costumbre arraigada y ahora expuesta con cinismo y, por supuesto, sin ninguna vergüenza: Se asignan todos los males habidos y por haber al adversario político. Más aún: hay fanáticos que procuran mostrar que todos los buenos están en su bando y los malos en el del oponente. Es muy raro ―hay que buscar mucho para encontrar el equilibrio― oír que el contrario tiene alguna virtud.
Esta conducta torcida se percibe claramente en las acciones del oficialismo que acumula juicios ante una justicia avasallada contra disidentes políticos, autoridades opositoras electas, periodistas críticos y, en fin, contra todo el que señala algo que disgusta al mandamás de la cúpula gobernante.
Lo que no se quiere reconocer es que todos somos fruto de la misma sociedad, en la que no se agrupan los buenos en un lado y los malos en el otro. Estamos mezclados. Seguramente hay buenos ―aunque sean pocos― en el populismo, y algunos en la oposición. Pero el caso es que los malos del gobierno curiosamente no tienen procesos; claro está hasta que sus actos de corrupción son tan evidentes, que no le queda al régimen otro remedio que ceder ante la presión social y enjuiciar a los delincuentes encaramados en la administración del Estado. Ese es el caso, por ejemplo, de una exministra ya defenestrada.
Hay más: Hay ministros que se sienten obligados a acusar a los opositores: “tiene que responder ante la justicia” braman, como si los jueces fueran independientes y confiables y que van a fallar de acuerdo a las pruebas aportadas. No hay tal. Estos altos funcionarios, en extrema actitud adulona, defienden a sus propios corruptos, los que ―dicen― son víctimas de la derecha, de la prensa y, principalmente, del “Imperio”. Popularmente, esto se llama la “Ley del embudo”.
Lo malo para todos es que con estas iniquidades se va sembrando odio y despertando ansias de revancha. Entonces, al final, habrá nuevos enfrentamientos, más divisiones. Ese futuro es el que está construyendo el neopopulismo depredador.