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La guerra de Putin empuja a los neutrales Suecia y Finlandia a los brazos de la OTAN

Pierre Haski

Se espera que Suecia y Finlandia se unan a la Alianza Atlántica este año y renuncien a su estatus de neutralidad, un efecto directo de la guerra en Ucrania, mientras que en Francia se debate la posibilidad de abandonar el mando militar de la OTAN.

El ejército sueco participó en unas maniobras militares en Noruega a finales de marzo, junto con los ejércitos noruego y finlandés.
El ejército sueco participó en unas maniobras militares en Noruega a finales de marzo, junto con los ejércitos noruego y finlandés.
La invasión rusa de Ucrania ha provocado una nueva expansión de la OTAN, la alianza militar liderada por Estados Unidos. Evidentemente, este no era el objetivo de Vladimir Putin al lanzar su ofensiva, ya que se queja de que la OTAN se acerca demasiado a sus fronteras.

No es Ucrania la que va a entrar en la Alianza Atlántica: la OTAN no está dispuesta a hacerlo y el propio presidente ucraniano Zelensky ha renunciado públicamente a su candidatura. No, son dos países europeos neutrales, Suecia y Finlandia, los que deciden unirse a la alianza.

Se trata de un punto de inflexión histórico para estos dos países escandinavos, que se vieron obligados a cuestionar su propio entorno de seguridad por la invasión de Ucrania. La opinión pública también ha cambiado, y en ambos países hay ahora una gran mayoría a favor de abandonar la neutralidad en favor de la OTAN.

Este esperado cambio de opinión viene acompañado de varias paradojas, tanto en relación con la guerra de Ucrania como con los debates políticos franceses.

Finlandización
En primer lugar, el hecho de que Finlandia, que comparte 1.340 kilómetros de frontera con Rusia, haya dado su nombre, a su pesar, a la «finlandización», una neutralidad impuesta en el pasado por la Unión Soviética. Esta «finlandización» se mencionó en su día como posible modelo para Ucrania antes de la invasión rusa.

Resulta paradójico que el país de la «finlandización» acabara entrando en la OTAN y estableciendo la alianza occidental en la frontera rusa, donde Vladimir Putin no lo esperaba. De hecho, a finales de febrero, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso la amenazó con «consecuencias negativas» si tomaba esta decisión.

La neutralidad de Suecia es aún más antigua, ya que se remonta a 1814. Mientras investigaba para esta columna, encontré una entrevista con el Ministro de Asuntos Exteriores sueco en «Le Monde», ¡que data de 1951! En ella, el ministro recuerda que Suecia se mantuvo al margen de las dos guerras mundiales y señala que «es un pensamiento ajeno al pueblo sueco unirse a una gran alianza militar». Evidentemente, este pensamiento ya no es ajeno, gracias a Putin o por su culpa.

¿Dejar la OTAN?
La segunda paradoja se da en Francia: varios candidatos en la primera vuelta, y una candidata en la segunda, Marine Le Pen, proponen retirar a Francia del mando militar integrado de la OTAN. Emmanuel Macron quiere mantenerlo ahí, mientras milita por una autonomía estratégica europea.

El debate político francés está, pues, muy alejado de la realidad europea actual. En ningún otro país europeo se plantea la posibilidad de abandonar la OTAN en un momento de creciente peligro en las fronteras de la Unión. En Suecia y Finlandia, incluso la extrema derecha, antes muy contraria a la OTAN, se ha unido a la adhesión.

El impacto de la guerra en Ucrania es que el debate sobre la defensa europea está claramente dentro de la OTAN, no fuera. Es Vladimir Putin quien ha cambiado la cara de la seguridad europea en un continente que busca más seguridad, no menos.

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