¿Asoma la crisis?
Marcelo Ostria Trigo
Hubo un tiempo que fue de gran bonanza para Bolivia. Se inició con la exportación de gas a Brasil y Argentina cuando los hidrocarburos se cotizaban excepcionalmente altos en el mercado internacional, lo que se creyó que no tendría fin.
Esto recuerda la advertencia del venezolano Uslar Pietri en 1935: Su país debía “sembrar el petróleo” ante la certeza de que, tarde o temprano, los recursos no renovables se agotan o el precio internacional baja a niveles insospechadamente bajos. La mencionada advertencia tenía, como fin principal, incitar a que se impulse la diversificación de la producción venezolana, lo que nunca ocurrió. Se vivió solo del petróleo durante casi 9 décadas, y ahora que el precio y la producción han bajado sensiblemente, ese país se debate en una crisis general, agravada por un régimen autoritario, ineficiente y corrupto.
Este ejemplo, se parece a lo que los entendidos en el tema anuncian que puede suceder en Bolivia. Las reservas se agotan y los mercados se cierran, mientras se revela que el producto de las exportaciones de gas, alcanzó en una década muchos miles de millones de dólares (Se mencionan 53.000 millones). Suma con la que se pudo financiar un plan de desarrollo sostenible, que termine con la mono producción de Bolivia. Este excepcional período de grandes ingresos dio lugar al derroche y a la corrupción sin freno.
Por otra parte, “Carlos Miranda Pacheco, exministro de hidrocarburos y expresidente de YPFB, hizo de adivino en una columna de opinión en junio pasado: anunció que se acababa la venta de gas natural a Brasil. Pues ahora el Consejo Administrativo de Defensa Económica de Brasil (CADE) ha decidido esta semana ordenar a Petrobrás que suspenda su participación accionaria en el gasoducto Bolivia-Brasil, que venda sus acciones del más largo gasoducto de Sudamérica, pero además que suspenda las importaciones de gas”. (Humberto Vacaflor en “Brasil no quiere gas”. 09.07.2019).
Todo esto para alarma del régimen que procura eternizarse en el poder, con unas elecciones que se administran por un ente parcializado, y que se dispone a presentar una oferta electoral con un torrente de ofrecimientos incumplibles. Se insiste en obras “faraónicas” de impacto en el electorado.
El régimen, apretado por los resultados de la imprevisión, el derroche y la corrupción, ahora pide “que Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y la Empresa Nacional de Electricidad (ENDE) transfieran juntas 700 millones de bolivianos al Tesoro General de la Nación (TGN), para financiar obras”. (Página 7, 11.07.2019). Claro, son las obras que el oficialismo quiere mostrar como propaganda electoral. La salud financiera de esas empresas, no es relevante para el oficialismo empeñado solo en perdurar en el poder a cualquier costo.