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Una Cantata a la tierra camba

Susana Seleme Antelo

“Yo soy, yo soy la tierra/ Yo soy la tierra de horizontes/incendiados/

 La fértil hembra de cuerpo oscuro y/erguido/ Jugosa y tierna como fruto maduro/ Feroz y ardiente como jaguar herido/

Yo soy el viento y soy lluvia que se/abaten/ Yo soy la selva virgen de soles/verticales/ Yo soy la tierra de caimanes y/serpientes/ De enjambres de parabas y rojos/cardenales/ De chontas y palmeras, de juncos y/curiches/ Y de la fresca sombra de verdes/cardenales/

Yo soy la madre tierra violenta y/violentada/ La amante del guerrero, la novia sin/ajuares/ La virgen renovada de las/depredaciones/ en cuyo vientre crecen semillas/populares/ Yo soy la tierra.”   Cantata Elay   

Letra: Óscar Zambrano Martins. 1939 Cachuela Esperanza, Beni– 1993 Santa Cruz de la Sierra

Música: Julio Barragán Saucedo.  La Paz 1951- 2017

Nadie mejor que un poeta como Pedro Shimose para escribir sobre otro poeta, como él beniano, escritor y periodista. «Hablaba cuatro idiomas, pero nunca olvidó sus orígenes. Hablaba con acento y lenguaje cambas. Sabía, como pocos, de nuestras tradiciones, historias y leyendas… Era cachuelero por los cuatro costados y creció en el mundo sin negar a su tierra y a su gente». Fue el homenaje al amigo, tras su muerte prematura.

Oscar Zambrano, cineasta, dramaturgo, docente, amigo del alma desde aquel Berlín Occidental de los ‘60, fue “la fidelidad a la tierra”, me dijo Pedro hace unos días, cuando gracias a otro amigo, lo llamamos a Madrid y le pedí su santiamén para citarlo.

Veinticinco años después de su primera presentación, Santa Cruz rescata la herencia de Óscar Zambrano y pone otra vez en escena la “Cantata Elay”. La música fue compuesta por un colla, Julio Barragán, querendón de estas tierras de “soles verticales”. Vuelve la Cantata, patrimonio cruceño, merced a la confluencia de muchos esfuerzos y amables voluntades. Vuelve en septiembre, mes aniversario, abrumado hoy de fuegos, humos y cenizas.

Óscar Zambrano sintió y amó esta tierra “jugosa y tierna como fruto maduro”: la chiquitana y otras vecinas.  Amó a “la novia sin ajuares” a la que el fuego mata hace 35 días. Ya arrasó con más de un millón de Ha. y a su paso mató caimanes, chontas, serpientes, palmeras, árboles de curupaú y todo lo que fue encontrando y aún encuentra a su paso, pues los incendios no cesan.

A la fuerza de la naturaleza, esta tierra fértil se enfrenta a otra no menos destructiva: la política expansiva de Evo Morales en lucha por dominar el territorio camba como elemento estratégico de su proyecto de reproducción política del poder. Territorio, población y poder: la trilogía perfecta. Por eso invade la tierra chiquitana y otras vecinas, con ‘colonizadores’ digitados desde el centralismo.  Algunos migran del Chapare cocalero para crear aquí otro Santuario de la hoja de coca, materia prima de la cocaína.  Vienen a imponer el patrón de dominación político/económico populista, extractivista y depredador del “jefazo”. Ya lo hicieron en Pando en 2008 y en el TIPNIS en 2012.

Los nuevos colonizadores, como Morales y sus testaferros no saben cómo cuidar las tierras del Oriente. Tampoco saben de los derechos de la Tierra, a la que llaman ‘Madre’ con obscena hipocresía. Tampoco saben que existe el Derecho Ambiental que la protege. Cambian usos de suelos al calor de la codicia de unos y de otros, para expansión de agronegocios y ganadería de carne para exportación. No piensan en la protección de la casa grande y única, la tierra, acosada por el cambio climático provocado por el hombre.

Pequeños y medianos empresarios agrícolas no cooptados por el oficialismo, opinan que el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) es el mayor traficante de tierras.  Hay ‘colonización/invasión’ en el Patrimonio Natural y Área Protegida del Valle Tucavaca, en el Parque Nacional y Área de Manejo Integrado Otuquis y en el Parque Nacional Amboró. Ahí, en el Amboró, han entrado por la zona de los valles cruceños, hasta el hogar de los milenarios helechos gigantes.  ¡Y no es para preservarlos!

Falencias, ineptitudes y corrupción desvalijan la escasa institucionalidad democrática que queda en pie, con unas autonomías secuestradas por el centralismo. Ese es el mayor impedimento para pensar y planificar una economía sustentable. Poco le importa al autócrata Morales la tierra camba, patrimonio cruceño, boliviano y mundial, con el Pantanal y la Amazonia pulmones del planeta.

El egoísmo del dictador revestido de demócrata -de demócrata nada tiene, solo convoca a elecciones ilegales para legitimarse con el voto de sus adictos-  se niega a declarar Desastre Nacional. Cree como su ministra de Culturas que aquí “no hay daños ni a sitios patrimoniales ni turísticos, ni a ningún parque o reserva de la Chiquitania”. Analfabetos ambos y todos sus compinches sobre el patrimonio cultural de la naturaleza y de sus vidas múltiples. Cometen ecocidio.

 No obstante, la tierra camba y chiquitana sobrevivirán a pesar de Morales, colonizadores y otros corporativismos sociales truchos. Sobrevivirá, como grita Marcelo Parejas Terrazas, porque “Esta tierra ha sido siempre mi casa, la de mis padres y de mis abuelos y SERÁ la de mis hijos”.  Como fue de Oscar Zambrano. Como la de tantos Cecilios Bauroros, que mojarán la tierra con sus lágrimas, levantarán sus casas, sembrarán sus chacos de esperanzas y esperarán la cosecha de la nueva vida, libre de colonos y depredadores.

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