Raúl Garáfulic Lehm
Presidente de Página Siete
Cuando después de 26 días, un conflicto cívico, sigue más fortalecido que al principio, a pesar de la “fuerza de ocupación” policial y paramilitar desplegada y los intentos de asfixia energética y económica, es porque sus reivindicaciones son justas y han calado en la conciencia de la gente que, sin estructura orgánica ni partidos políticos de por medio, ha desplegado un sistema de resistencia y defensa extraordinario. La protagonista ha sido la gente y por ello es pertinente sostener que es el tiempo de la ciudadanía.
A nivel nacional algo similar sucedió con el 21F y el rechazo rotundo a los intentos de reelección indefinida de Evo Morales. Quisieron imponer una tiranía, pero la consigna “Bolivia dijo No” hizo carne en la ciudadanía y, sin más fuerza que su convicción de ser libres y armados de coraje, generó “la rebelión de las pititas”. Esa gesta heroica y pacífica en toda Bolivia dio inicio al tiempo de la ciudadanía, nuevo sujeto histórico de las luchas políticas. Más allá de la frustración del gobierno de transición, quedó la fuerza de esa potente rebelión ciudadana que sentó las bases para esta nueva etapa.
En ese contexto debemos comprender el último cabildo de Santa Cruz que ha tomado la posta de conducción de las luchas del país. No es una lucha regional contra occidente y su gente, sino contra un modelo de gestión centralista (a pesar de tener la autonomía constitucionalizada) y contra un modelo económico estatista y un patrón de desarrollo extractivista agotados.
La lucha por la fecha del censo pasó a segundo plano y estamos en un nuevo nivel de lucha. De una estrategia defensiva y puntual (el censo y la necesidad de anular el sistema electoral fraudulento del MAS) se ha pasado a una estrategia ofensiva nacional que replantee el futuro del país. Así como vemos que es el tiempo de la ciudadanía, podemos inferir que también ha llegado el tiempo de reconstruir el país desde las regiones.
De ahí que el punto 2 de las demandas aprobadas en el cabildo tiene mayor trascendencia. La necesidad de revisar la relación política de Santa Cruz con el Estado boliviano no sólo es válida para Santa Cruz, también lo es para el resto de los departamentos que sienten el olvido del centralismo gubernamental y, por ello, esta demanda tiene carácter nacional [1] .
Es importante señalar que esta revisión se hará en el marco legal y democrático actual y no da pautas de lo que pueda surgir. Así, el Comité Pro Santa Cruz abrió un libro para que se anoten las varias alternativas de ese relacionamiento (recuperación y aplicación real de las autonomías, autonomías diferenciadas o federalismo sujeto a reforma constitucional) y sugerir los ajustes necesarios y los cambios posibles. Si esa revisión se realiza en el “marco legal y democrático” como manda el cabildo, entonces no hay riesgo de separatismo alguno.
Interesadamente, desde esferas del gobierno central y los sectores que controla, quieren entender que se ha propuesto el federalismo, pero entre los cinco puntos aprobados no hay referencia a ese término. Además, nada garantiza que el federalismo sea una solución automática a nuestros problemas (hay muchos estados federales en crisis o fallidos) y el debate deberá tomar el tema federal como un tema, entre otros, con sus ventajas y posibilidades.
La autonomía vigente en el país tiene aspectos que tienden a lo federal. No es el diseño de la autonomía que está mal, lo que está mal es la distorsión hecha y los candados que ha puesto el gobierno central para evitar su plena aplicación.
Pero, el problema no sólo es de relación de los departamentos con el Estado centralista, sino que, en esta etapa de reconstruir el país, hay que ver también otros temas de carácter estructural como el económico productivo que permita liberar las fuerzas productivas que hagan posible significativos niveles de desarrollo en todo el territorio.
El bicentenario de Bolivia abre una oportunidad para un cambio de época que sienta las bases de un nuevo país para un largo plazo y ello exige una propuesta de cambio profundo que reviva la esperanza de que una nueva Bolivia es posible. Una nueva Bolivia democrática con plena vigencia del Estado de derecho, con un sistema de gobierno semi-presidencialista, autonómico y construida desde las regiones, con un nuevo patrón de desarrollo, respetuoso del medioambiente y la base vital de la naturaleza, con justicia y dignidad social, entre otros.
Sin el ánimo de disminuir la fuerza e importancia del punto 2, hay que hacer un par de precisiones sobre los otros puntos aprobados en el cabildo:
– Demandar que “se apruebe una ley que garantice la aplicación económica y electoral de los datos del censo antes de las elecciones de 2025”, es una manera honrosa, por decir lo menos, de dejar de lado la resolución del anterior cabildo que exigía censo 2023 y la aplicación de esas medidas electorales y económicas.
– Exigir la liberación de los presos detenidos durante el conflicto es correcto pero parcial. Debió pedirse la libertad de todos los presos políticos del país, como muestra del alcance nacional de la lucha, haciendo énfasis en los detenidos cruceños y no volverlo condición para levantar el paro “indefinido”.
Los desafíos son enormes y esto recién comienza. Ahí están las esperanzas de un pueblo que se ha sacrificado en este paro y está dispuesto a seguir en la lucha. La acumulación lograda con el cabildo deberá ser bien administrada para lograr resultados posibles y la responsabilidad recae en los líderes que deberán encontrarse a la altura de dirigir este proceso con una visión nacional, integradora y democrática.
UNO fomenta el debate plural y no necesariamente comparte los puntos de vista del autor.
1. No es pertinente que el cabildo haya otorgado plazos perentorios a otros departamentos para que se unan a esta causa (Punto 4). No existen antecedentes que lo inverso haya sucedido. La composición social de los departamentos no es homogénea y, seguramente, habrá posiciones encontradas que marcarán tendencias. No olvidemos que desde hace tiempo varios de ellos (Potosí y Tarija entre otros) ya estuvieron planteando esa revisión de su relación con el Estado, pero no tenían la fuerza suficiente ni Santa Cruz acompañaba esas luchas.
Mensaje de Raúl Garáfulic, presidente de Página Siete
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