
Ese el caso del Movimiento al Socialismo (MAS) y de su líder, el ex Morales, mandamás del partido, aunque ande hoy a trancazos en la pelea por quién se apropia del instrumento político, donde confluyen connotados miembros del post estalinismo. Son 17 años en los que se consumó el cambio de Constitución Política del Estado (CPE), la manipulación de la representación político-partidaria en el Parlamento, la subordinación del Poder Judicial a los designios del Ejecutivo y la identificación del Estado-gobierno-partido-líder-pueblo en una sola entidad.
Y ahí siguen, tras 17 años, con más de cien muertes violentas y ejecuciones extrajudiciales, como la del Hotel Las Américas en esta ciudad; indefensión ciudadana ante mafias de fiscales, jueces y colgandejos. Amén de violaciones a la CPE, como desconocer el art 169 de la Constitución sobre la reelección, y el Referéndum del 21 F de 2016, que dijo NO a la cuarta postulación de Morales; corrupción y sobreprecios en obras públicas; manoseo al padrón electoral para ganar siempre elecciones; más algunos vicios del “Jefazo”, entre otras embestidas.
Con toda esa carga a cuestas, Morales fue candidato el año 2019. Fue una farsa en la que se gestó el fraude electoral, comprobado por la Comisión de observadores de la OEA. A denuncia del expresidente Carlos Mesa, candidato de Comunidad Ciudadana (CC), se abrió un proceso contra los que consideró autores intelectuales: el expresidente Evo Morales, el ex vicepresidente Álvaro García Linera, Juan Ramón Quintana, Héctor Arce Zaconeta, Carlos Romero y otros. Mesa señaló entonces que “Los autores materiales de este fraude fueron los miembros del Tribunal Supremo Electoral (TSE), pero respondieron clara y evidentemente a un autor intelectual: al gobierno de Evo Morales.” Sin embargo, apenas ganó Arce la elección del 2020, la juez Claudia Castro anuló y archivó el caso. (La Razón. La Paz 14/12/2020).
Y ahora, Morales, adicto al ejercicio poder, quiere volver a ser candidato el año 2025, y pone al país en apronte de combate, entre sus seguidores ‘evistas’, y los del actual presidente, Luis Arce, ‘arcistas’, su ministro de economía más de 12 años, al que hoy llama “el cajero”. Lo hace en un congreso con sus fieles, para atornillarse en la jefatura del partido y ser oleado candidato, en su reducto cocalero, en los municipios chapareños. Allí donde se cultiva la hoja de coca, materia prima de la cocaína, y el crimen organizado campea a su anchas, mientras se extiende en el resto del país, siempre bien armado y haciendo tropelías.
¿Será que nadie se conmueve ante tamaño despropósito y afrenta a la ciudadanía, aun la que reniega de la política y de quienes la ejercitan, entre aciertos y desaciertos? Afrenta al sistema de partidos políticos, o sociedad política, venida a menos, cierto, como en todo el mundo y por múltiples razones. Afrenta al resto de la sociedad, llamada civil, mucha de ella organizada en manifestaciones que demuestran preocupación, temor, angustia, pesimismo, pero, siempre, ganas de salir del tormento que supone el MAS, con cualquiera que lo comande, y atónita ante las sandeces que dice el ex vicepresidente jacobino. Esa pulsión está presente, aquí en Santa Cruz y en toda Bolivia, la indígena, la campesina, la urbana y citadina.
El freno debe provenir de la política, de una política de oposición que estamos a tiempo de construir, desde los partidos, las instituciones, los medios de comunicación, las universidades, viejos y jóvenes, para lograr una unidad posible.