Cuando la codicia y la ambición se encaraman sobre la realidad, los hombres se desfiguran y se pierden. Es poco más o menos lo que está sucediendo con Evo Morales, cuya ansia de retorno al poder no lo deja ni dormir. No existe argumento ni súplica que lo convenza que el tiempo privilegiado que Dios le dio de tres lustros consecutivos en el mando de la nación, ha sido el regalo más grande que tuvo gobernante alguno en Bolivia y que él lo desaprovechó con una revolución preñada de experimentos burdos y que tuvo como característica la corrupción y la trampa.
Morales llegó a la presidencia porque transcurridos más de 20 años del retorno a la democracia en 1982, los partidos políticos no habían satisfecho las expectativas de la población, que, luego de los gobiernos militares, esperaba una vida de libertades y de bienestar. Hubo libertades de sobra, pero la nación siguió pobre, cayeron los precios de sus materias primas, escaseó el trabajo y se produjo un enorme malestar, aunque el país luchaba por sobrevivir.
Apareció el indiecito cocalero, Evo Morales, con una chompita a rayas ofreciendo el “cambio”, hablando de gobernar con la “reserva moral” indígena de Bolivia contra la “democracia pactada” y corrupta, lo que causó una impresión muy favorable en la gente. Sus arcas se llenaron de dinero con los campos gasíferos que le dejaron sus antecesores y lo malgastó todo sin que Bolivia saliera de su miseria. Al cabo de los años, solo nos ha dejado como producto de su paso por el gobierno, falsas estadísticas y esa “reserva moral” que no es tan exitosa, ahora incrustada y exigente dueña de la administración del Estado.
Al margen de todos sus errores, de todo su derroche, de sus múltiples abusos, lo peor fue su propósito de perdurar en el mando hasta el fin de sus días o hasta que lo sacaran muerto, como decía histriónicamente. Después de las elecciones del 2019 (su cuarta candidatura) lo echaron solo con un paro de protesta iniciado en Santa Cruz y diciéndole que se fuera por pillo. Fue suficiente. Hizo trampa constitucional, fraude electoral, apeló a cuanto pudo, hasta que huyó a México. Había concluido su fortuna divina que no supo aprovechar sino para sí mismo.
Ahora resulta, como no podía ser de otro modo, que el aspirante a candidato, Morales, está inhabilitado por el Tribunal Constitucional para su quinta candidatura. ¡En buena hora! Además, por ese mismo tribunal “autoprorrogado” que tantas alegrías le dio en el pasado, cuando él mandaba. Está inhabilitado por haberse burlado del referéndum del F-21 y por haber realizado un grosero fraude en las elecciones del 2019. Conociendo nuestra justicia, suponemos que algunas fuerzas poderosas, han tocado las teclas necesarias para apartarlo del camino; vibraciones que salen de la Plaza Murillo. Morales sabe que, si no es candidato y no puede ofrecer jugosas ofertas entre los suyos, perderá las siglas del MAS y entonces sí que tendrá que dedicarse a producir y comer timbaquí en el Chapare, de donde no podrá salir más para que no lo insulten.
Esto de la inhabilitación lo tiene desesperado, enloquecido. ¿Cómo a él? Había pretendido ser el candidato único el MAS y ahora dice estar dispuesto a ir a unas “primarias”. Pero le contestan de que no puede concurrir a “primarias” ni a nada porque está legalmente inhabilitado. Amenaza con “convulsionar” el país, lo que no sería ninguna novedad porque lo ha hecho muchas veces. Con realizar bloqueos en la ruta Santa Cruz-Cochabamba puede paralizar el tráfico comercial. Solo con su último bloqueo de 16 días sin ningún motivo que no fuera personal, sería suficiente para que lo apresaran, como hicieron abusivamente con el gobernador Camacho, pero aún le tienen miedo.
En su pobreza de miras y de asesoramiento, observando para todos lados, desesperado como un ciervo acosado por perros, busca cualquier resquicio para salvarse, para saltar el cerco. Pero no se le ocurre idea peor que invocar la amistad de los ex presidentes Samper de Colombia, Fernández de Argentina y Zapatero de España. Y agrega que también de “delegados” de Maduro y Lula, diciendo que ellos “afirman y reafirman que no van a permitir que se proscriba al MAS y tampoco que se inhabilite a Evo como candidato…”
¿Pero en qué mundo cree que vive Evo Morales? ¿No sabe que Samper, Fernández y Zapatero, no tienen el menor predicamento en sus países luego de sus pésimas gestiones? ¿Además de que los tres ex mandatarios no han venido a Bolivia a verlo sino en busca de un acuerdo entre él y Arce? Gestión de la que nada se supo, fuera de la manida costumbre que tienen algunos ex presidentes desempleados para venir a Bolivia, pasear un poco, y embolsillarse algunos dólares. Seguramente que Maduro y Lula pueden ser muy benevolentes con Morales, desearle suerte, pero no están nada incómodos con Arce, que tiene una diplomacia tan torpe y errada que lo ha encerrado también entre el Grupo de Puebla.