Coca y cocaína, ¿el huevo o la gallina?
Muchas veces enfrentamos problemas similares, dos opciones y no sabemos cuál de ellas es primero, ¿el huevo o la gallina? Del huevo sale la gallina; sin la gallina, no hay huevo. Increíble, es el caso de la hoja de coca y de la cocaína. En la hoja de coca existe en forma natural la cocaína, aunque en cantidades pequeñas, y se alega que no hace daño, que es medicinal, que es ancestral, que tiene un componente cultural importante para los habitantes de los Andes, que ha sido revalorizado su papel comunitario, etc. Pero la cocaína es una sustancia estimulante con efectos directos sobre varios sistemas corporales y, en especial, sobre el sistema nervioso del ser humano. Ha sido incorporado en la lista de drogas prohibidas desde la Convención de la ONU en Viena, 1961.
Los defensores del uso tradicional, el acullico o pijcheo, resaltan los aspectos benéficos. Y el gobierno actual ha insistido en los factores nutricionales, trayendo a colación la composición química con minerales y vitaminas, sin demostración científica. Se evita el debate sobre los alegados nutrientes, facilitados en abundancia por otros productos del campo, en cantidad y sin riesgo alguno. Un ser humano y una vaca en un potrero: la vaca engorda, el Canciller se muere (conocido por el reclamo de sustituir la leche en el desayuno escolar por hojas de coca). Afirmaciones que no pasan de ser “chiste”, broma. Claro, eso no evita el desprestigio generado ante auditorios que merecen mayor respeto, como ocurrió con lo del sexo en las piedras, el consumo de pollo y la pérdida de la virilidad, la Coca Cola y la calvicie, hasta la superatractiva papalisa en sustitución del sildenafil (Viagra).
La intención aparente es “dignificar” esa práctica, reafirmar “soberanía” en las políticas nacionales frente a los permanentes agresores ocultos, sean estos económicos, políticos o culturales. Pero no se hace mención a los verdaderos motivos que hicieron tomar la decisión en Viena, lo que habría que rebatir, y que se encuentran en el Report of the Commission of Enquiry on the Coca leaf (1950). Allí se establecen en detalle a lo largo de 167 páginas, independiente de los anexos, todos los aspectos que tienen que ver con la coca y la práctica del acullico. No se dejó de lado que ayuda a soportar la fatiga, el hambre y el sueño en los Andes peruano y boliviano, pero también se demostró con muchos ejemplos cómo viven perfectamente adaptados, sin desventajas frente a las mismas condiciones de altitud, millones de “no acullicadores”, indios y mestizos. Y no pasó desapercibido el tema de las alteraciones a las que conduce la “habituación”, el consumo crónico, ampliamente estudiadas con posterioridad. La recomendación no fue “prohibir”, sino la supresión en 25 años. Hoy, 50 años después, contrariamente, una nueva ley convierte al Estado en su “promotor”.
Evo Morales, presidente de las seis federaciones de cocaleros, llevó a Viena la elocuente defensa de la coca masticando delante de todos, coca de los Yungas. Olvidó referirse a la coca que no sirve para el acullico y que se cultiva en casi todo el país, dada la política permisiva a la expansión de su cultivo; no mencionó al Chapare, donde se cultiva la mayor cantidad y de donde, según varios, incluyendo a la ONU, el 80-95 % se desvía a la producción de cocaína. La coca ilegal termina en las usinas del narcotráfico. No es secreto en Bolivia, ni para los vecinos, tampoco para los técnicos de la ONU ni para los participes de la conferencia en Viena. ¿Porqué insistir en un tema tan delicado con un argumento tan manido?
La formación del Presidente quizás no alcance para medir la abismal diferencia entre la célula vegetal y la célula animal. Pero alguno de sus asesores tiene que entenderlo: envuelve a la primera una capa de celulosa que la hace indigerible por los humanos, no es útil para alimentar; contiene cocaína en estado natural, hay que extraerla, no procesarla (el acullico es una maceración, rompe la célula y la cocaína se derrama en la boca, como en la poza en el bosque); los millones de adictos a la cocaína, no ya al hábito del acullico, muestran de sobra los daños que sufren, y los problemas colaterales que acarrean a la sociedad (entre los principales, la inseguridad ciudadana). “Legalizar” la droga va a convertir en angelitos a los traficantes, una ilusión. Se procedió con el alcohol y ahí están los millones de muertos en el mundo, cada año: falta educación y mayor control social. Explíquenle a un padre las ventajas de la legalización de la venta de alcohol después de que un borracho atropelló y mató a su hija mientras jugaba inocentemente en la acera de su casa.
El presidente de Bolivia debería asistir a los foros donde se discute cómo combatir el hambre, la pobreza, cómo generar empleo digno y legal. No donde se aprueba el uso de 1.200 millones de dólares sin saber todavía en qué. La salida económica accidental puede ser la economía ilegal a partir del narcotráfico, pero no es la solución a largo plazo. Por razones morales obviamente, pero también por razones económicas, políticas y culturales. En el Foro de Porto Alegre se habló de la crisis del capitalismo, pero también de justicia social y ambiental, del impulso a la economía mediante cooperativas, más de 800.000 rurales, en el mundo, y de las cuales 300 dieron ganancias por encima a los 1.100 millones de dólares el 2008: empresas cooperativas, no empresas estatales. Si el plan económico nacional anda a salto de mata, o no existe, no hay esperanza para los millones de bolivianos todavía en la miseria, ni para las nueve de cada diez mujeres ultrajadas y seguiremos por un negocio a corto plazo que enriquece a unos pocos dispuestos a destruir una reserva natural, un parque de valor incalculable por su biodiversidad como es el TIPNIS. ¿Más estudios? El tema coca cocaína no tiene misterios, pero nos distrae, mientras los problemas del país permanecen sin solución.