Alcides Parejas MorenoArtículosInicio

“YO, EL SUPREMO”

Hace pocos días me llamó un periodista para preguntar mi opinión sobre el proyecto de construir el Museo de la Revolución. Le contesté que no sabía nada del asunto. Me explicó que se trata de un gran proyecto de tres cuerpos (de forma zoomorfa, representando animales del altiplano) que serviría para mostrar objetos de la revolución que está protagonizando el MAS y para guardar todos los regalos que recibe el presidente Morales. Que este enorme museo va a ser levantado en Orinoca, la pequeña aldea en la que nació don Evo Morales Ayma. Que, finalmente, va a servir además para incentivar el turismo porque podría convertirse en lugar de encuentro. Cuando el periodista terminó de pasarme la información quedé mudo, pues incluso llegué a pensar que me estaba tomando el pelo. “Mirá, le dije, prefiero no opinar sobre el tema”. Al día siguiente oí la palabra autorizada del ministro de culturas, lo que me confirmó que no se trata de una broma de mal gusto.

Desde la más remota antigüedad los gobiernos autoritarios se basan en el culto a la personalidad del caudillo. Poco a poco el entorno del poder empieza a construir la imagen del hombre fuerte y se da rienda suelta a la aparición de mitos. Roma, que nació como una diminuta aldea y que estaba llamada a convertirse en la capital del mundo antiguo, creó el mito del origen de Rómulo y Remo, sus fundadores; les da carácter divino y los hace ser amamantados por una loba. Tenochtitlán, la gran capital del imperio azteca, tuvo un origen tan humilde que apenas le dejaron espacio en una pequeña islita del lago Texcoco donde –de acuerdo al mito que crearon—se posó un águila sobre un nopal mientras devoraba una serpiente. Por su parte, los quechuas atribuyeron también origen divino a Manco Capac, el fundador, que traía una varilla de oro y que se hundió en el sitio adecuado.

A todas luces el aparato creativo del MAS está siguiendo estos pasos, con una singular diferencia, mientras que la mayor parte de los casos la materialización del culto a la personalidad (me refiero a la construcción de monumentos y memoriales) se hace cuando el caudillo muere, aquí, con nuestra habitual viveza criolla, nos estamos adelantando.

Todo empezó con el nunca bien ponderado spot publicitario “Evo soy yo”. Luego vino la famosa chompa, que fracasó porque no enaltecía la figura, sino que la banalizaba. Siguiendo la corriente universal, la chompa fue reemplazada por un uniforme tipo militar diseñado por una modista de renombre. Luego vinieron las películas y los libros. Pero por sobre todo y de forma subliminal el hecho de que el vicepresidente y algunas autoridades de gobierno se refieran a don Evo Morales como “el presidente Evo” (¿Evo I?, uno no deja de preguntarse).

No estoy en contra de la creación de museos, pues son muy necesarios y forman parte del proceso de educación ciudadana. No estoy en contra de los museos que deben ser algo más que simples repositorios y se tienen que convertir en lugares de estudio y difusión. Con lo que no estoy de acuerdo es con la creación de monstruos simplemente para alimentar la construcción de un ego –“Yo, el Supremo”–. ¿Se imaginan un museo en medio de la nada y que va a implicar un gasto descomunal en un país tan pobre como el nuestro? ¿Un museo para almacenar los regalos que ha recibido y seguirá recibiendo el presidente, porque son tan espectaculares y valiosos como los que recibía el sultán turco y se conservan en el museo Topkapi? ¿Es que acaso se está pensando que se puede convertir en un lugar de peregrinación?

Avión Presidencial. Palacio nuevo, con helipuerto incluido. Museo personal. ¿Qué viene luego?

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3 comentarios

  1. Como dijo Patricia, el termino de megalómano queda demasiado fuera de contexto para aplicarlo en el caso de Morales Ayma. Este no pasa de ser un simple figurón engreido por los aduloneríos de su entorno, del cual algunos deben haber leido parte de aquella historia que tan bien conoces, estudias y manejas tú querido Alcides. De que hay que preocuparse, sí, hay que hacerlo. Y pienso que no solamente preocuparse, sino «ocuparse» yá en  buscar una alternativa para ofrecerle a esta República a la que ha logrado avasallar este tiranuelo de pacotilla y su corte de ridículos personajes que le corean.

  2. La verdad, es que no sé quién le mete esas ideas a la cabeza,creo que es el »  Vice » para reírse a carcajadas de las metidas de pata de este raro ejemplar o mas bien dicho tonto ejemplar  o tal vez es Chavez , con el mismo objetivo pero…la verdad es que    «LA IGNORANCIA ES ATREVIDA»

  3. Como dijo mi amiga y compañera, megalómano es un término totalmente fuera de contexto para aplicarlo cuando nos refirmos al tiranuelo que ha logrado avasallar a la República junto a su corte de ridículos personajes que le corean. Es cierto que hay que preocuparse, pero yo diría que más bien hay que «ocuparse» y yá, en la búsqueda de una alternativa para ofrecerla al país. Tienes razón Alcides, qué vendrá después????

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