Visión de Bolivia
No caeré en la trampa del refrán “en boca propia, alabanza es vituperio”, pero en la universidad dirigí la orientación de estudiantes extranjeros, a los que se daba una mano de barniz de los modos de vida estadounidenses. Quizá fue nostalgia la que me hizo aceptar la solicitud de una ONG, de perorar sobre Bolivia a un variopinto grupo de norteamericanos, no sé si donantes o cooperantes de sus proyectos de asistencia en el agro boliviano. Primero confié en mis dotes de improvisación; luego garabateé apuntes. Finalmente, terminé en una conferencia cuyo resumen transcribo, aunque fuese por el dudoso valor que pudieran tener mis sardonias, que reitero tienen cara jovial aunque por dentro lloran por la patria.
Bolivia es diversa en su ecología, que ojala se conserve así hubieran altiplánicos empecinados en tumbar y quemar las florestas para hacer de ellas un erial cocalero. Alcide D’Orbigny la llamó “microcosmos del universo”. Aún teníamos la costa con el desierto más seco del mundo. Pescábamos en ese portentoso río de fauna marina que es la Corriente de Humboldt. Los islotes rocosos de la costa estaban cubiertos de una inmensa costra de guano, que fertilizaría cansadas tierras europeas y les libraría de la hambruna, con esa maravilla andina que es la papa; después facilitar matanzas con armas de fuego que potenció el salitre.
También había título a grandes extensiones de Amazonia, que habría de reducirse a retazos de río sin acceso al río-mar, el Amazonas, por ignorar nuestra geografía, o las cachuelas del choque orogénico de los Andes y el Macizo Brasileño, o andinocentrismo, o todos los de arriba. Hoy lo rematamos con oponer lo inevitable, las hidroeléctricas del río Madera de Brasil, fregados sin las esclusas que dieran acceso al Atlántico y a la mierda con llorarle a los chilenos y sus 6.500 Km de costa.
Lo que se venía venir desde fines del siglo 19, la contienda por el Chaco, dejó una guerra fratricida que costó 60.000 muertos y logró una uña anegadiza con la que pretendemos llegar al Río de la Plata, con marineros de agua dulce que no construyen puertos ni en los 3.000 Km de ríos navegables del país.
Es simplón decir que Bolivia es solo altiplano, valles y llanos. El altiplano con el que se nos tipifica tiene media docena de ecologías. ¿Qué sería de los valles sin los Yungas? Las tierras bajas abarcan desde la húmeda Amazonia hasta el seco Chaco, pasando por los Llanos de Moxos, los más extensos al sur de los de Venezuela; el prodigio natural del pie de monte oriental de los Andes; el bosque ‘cerrado’ del país de los Chiquitos; los curichales ubérrimos del Pantanal que comparte Brasil.
Bolivia es diversa en culturas, pero escasamente poblada con sus 10 millones, en una extensión de California y Texas juntas, que tienen casi 60 millones de habitantes. Si bien es simplificación odiosa hablar de collas, cambas y chapacos, la Constitución de La Calancha ha llegado al extremo ridículo de sancionar 36 nacionalidades, algunas extintas. Es parte de una estrategia de dividir para reinar. Más constructivo es reconocer un variopinto mestizaje –que hasta ahora mantiene polleras y tipoys bien ocultos en el ropero familiar- y definir la variante boliviana de la “raza cósmica” de Vasconcelos, la versión latinoamericana mestiza del género humano.
Mi propia cosecha asevera que Bolivia anda a tropezones con su riqueza de recursos naturales. De la plata quedó un símbolo nacional –el Cerro Rico- que se derrumba sobre sí mismo, como el país. El estaño decantó la ingenuidad engrupida de creer que no se podía refinarlo por la altura, Barones mineros insertos en nobleza foránea sobre las calaveras de mineros silicosos, y la fijación popular en ‘nacionalizar’.
El petróleo dio inicio a la ficción conspirativa de la pugna de transnacionales por nuestros recursos, para tapujar la imprevisión sobre nuestro territorio. ¿Acaso el despojo del Litoral no se preveía desde que se desbarató la Confederación Perú-Boliviana? ¿El filibustero español Gálvez no fue preaviso de Plácido de Castro en el Acre? ¿No se ocurrió a gobernantes construir un camino decente al Chaco, luego de la ocupación violenta de Puerto Pacheco en 1898, reiterada por el ‘incidente’ del Fortín Vanguardia en 1928? Lo que es peor, en 1879 empezamos una historia fulera de milicos derrotados y civiles incapaces, ambos rodeados de aduladores, que gobiernan el país.
Hoy la nacionalización petrolera es mera renegociación de contratos de concesiones extranjeras, en el contexto de pendular vaivén que desangra al país, entre el liberalismo que enriquece a pocos, y el capitalismo estatal corrupto e ineficiente. Un tercio de los compatriotas engrandece patrias extrañas con su laboriosidad. Otro tercio migra a las ciudades, a rellenar villas escuálidas aún así preferidas a la miseria rural.
La madre del cordero es el centralismo, que después de la pugna entre Sucre y La Paz persiste en una sede administrativa cautiva de montoneros aimara. Insisto en el sueño del Mariscal de Ayacucho: una capital en algún punto central del Antisuyo. O cuando menos, en “Casa del Pueblo” y palacios legislativos y judiciales bien diseñados en Cochabamba, en predios que donara Patiño, hoy vendidos de a poco o alojando cuatro caballos. Que los que imparten justicia lo merezcan por mérito profesional y edad. Que la representación congresal no premie a la cunicultura, sino a gentes que contribuyen con impuestos a la grandeza de Bolivia.
(30032012)