¿PROCESO FALLIDO?
A propósito de un aniversario más del grito autonómico, ya hay voces que empiezan a cuestionar la dirección o la hoja de ruta que han seguido los procesos autonómicos en el país. Hay quienes afirman, por ejemplo, que con la vigencia de la descentralización política y administrativa les iba mejor a las regiones.
Respetables criterios que encierran un sentimiento de preocupación y frustración al mismo tiempo en muchos de los que acompañaron de una u otra manera las impresionantes movilizaciones de nuestras masas demandando un justo como irrenunciable derecho de las regiones de Bolivia.
Ahora, no se puede tapar el sol con un dedo: Más allá de las contingencias y adversidades políticas y de los coletazos de un régimen centralizador y absolutista, existieron y existen errores tácticos y estratégicos que impidieron dotar de un “blindaje” institucional el avance regional de las autonomías. La ostensible debilidad política del corporativismo y las clases dominantes regionales, sumado al infaltable oportunismo de los “colgandijos” de siempre que aparecieron a la hora nona del proceso, no permitieron ver en el horizonte próximo las conveniencias puntuales del proceso frente a un escenario de características hostiles a nivel del gobierno central.
Se trataba, al menos para nosotros, de obviar en este transito las camisetas partidarias, y los intereses grupales para convocar a lo mejor y mas selecto de la intelectualidad política y profesional de los pueblos del país para construir de entrada las autonomías regionales, con gabinetes de lujo, que a la vez de infundir el respeto nacional, hubieran diagramado dialécticamente cada uno de los pasos y las respuestas de las incipientes autonomías, dentro de un marco conceptual, al mismo tiempo, de fortalecimiento al Estado Nacional.
Se trataba de consolidar la “seducción” de esas masas enamoradas de las autonomías, construyendo proceso para todos y no para algunos. Era la hora de organizar al pueblo en cada espacio y rincón de los departamentos. Eran tiempos para levantar en alto las banderas de la plena participación social, respetando los derechos de libre asociación, de derecho al salario justo, de socialización del empleo, de redistribución equitativa del ingreso regional; de pleno respeto a las identidades culturales que conviven en la patria. Era la hora de hacer participe al ciudadano, y no un simple peón del proyecto.
Lamentablemente pudieron más los acuerdos políticos de sobremesa y la soberbia política, que la grandeza de convocar a todos, para embanderarnos sin dobleces con el proyecto superior de los destinos regionales, y de esta manera dar respuesta a los endémicos males del país. Como diría Benedetti se trataba de “Merecer cada centímetro de augurio…….. De abrir camino a los sobrevivientes con respuestas flamantes y accesibles….”.
“Partidizar” la lucha autonómica fue para nosotros un error. En varios departamentos ya existía el liderazgo regional. El aparato político lo brindaba el pueblo, y la mística arrolladora nuestras masas. ¿Hacia falta algo más? ¿Hacían falta los intermediarios de la cornisa grupal o partidaria?
Ciudadano Camba – Boliviano