Colectivismos Parásitos o Ciudadanía
Cuando la legitimidad cede el lugar a la fuerza, y los absolutos morales al relativismo, se cierne una gran sombra y ya no es posible distinguir a los ángeles de los demonios (Paul Johnson)
Desde hace varios años que está muy de moda la habilidad para duplicar instituciones públicas y civiles. El actual gobierno se dedicó, de una manera sagaz, a malparir comités cívicos, instituciones juveniles, federaciones obreras, sindicatos y todo lo que no esté perfectamente sincronizado con sus planes ‘revolucionarios’. Este intento de ‘proceso de cambio’ solo posee instituciones clonadas, pobladas por milicias abusivas, atrevidas y hambrientas de violencia, los mal llamados movimientos sociales.
Con esa táctica, gente de todos los bandos, y sin distinciones socioeconómicas, se deja llevar por la barbarie de la fuerza bruta, propia de los colectivismos que hablan de un Estado, un Partido, o una Causa de una manera religiosa; en general, ese Algo sacralizado debe vulnerar la individualidad, tan importante para la supervivencia del hombre como Sapiens y no un mero Habilis. Incitar al raciocinio, a la individualidad de pensamiento es la perdición de estos dañinos caudillismos.
Aquella estrategia de incertidumbre institucional, que sin duda, resulta un cáncer para el bien común, es la vieja lección del estalinismo asesino, que en nombre de una revolución (como siempre sucede), no hizo más que restaurar el viejo régimen zarista, con el simple cambio de rostro y discurso. Los intelectuales del ya fracasado ‘proceso de cambio’ siguen a rajatabla aquel manual del colectivismo, del hombre-masa. No bastó con perturbar el frágil orden constitucional ya en decadencia mortal. Se procede al acoso jurídico, a la muy conocida política de la demanda, de la detención preventiva, de las milicias que apoyan con la violencia al individuo o grupo que posea la fuerza económica; figuras jurídicas obsoletas que representan tiempos de dictaduras y atropellos, viven hoy más que nunca.
Es decepcionante ver cómo aquella pudrición, aquella diarrea mental de los intelectuales oficiales, se expande y se exporta con éxito a los gobiernos municipales y a todas las esferas de poder público, haciendo que la democracia parezca inviable. Parece inverosímil cuando el periódico local afirma que, mientras los concejales titulares del municipio cruceño sesionan por un lado, los suplentes, alimentados por la fuerza bruta oficial, sesionan por otro, creando más caos, más incertidumbre y, como siempre, perjudicando a todo un pueblo.
Todos los que ahora tienen la dicha de intervenir en el poder público, han vivido el ocaso de un siglo sangriento, intolerante, incoherente, separado del sentido ético de culpa individual gracias al estúpido colectivismo que ahora mismo ellos aplican con orgullo. Se jactan de las negras consecuencias que aquel accionar conlleva, consecuencias que conocen muy bien. Sin embargo, mantener la mamadera llena y segura es más importante. Es más importante el orgullo, que decepcionar y desmoralizar a las generaciones venideras.
Pues, claro está, es más fácil destruir que construir, es más fácil seguir con viejos esquemas que crear nuevos, es más fácil militar en el conservadurismo que nos ha tenido siempre al borde del abismo que crear nuevas tendencias acorde a los tiempos que se viven. Es más fácil seguir con la diarrea mental y propagarla, en vez de curarla y prevenirla para que nunca más brote la desfachatez en el ámbito público.
La ciudadanía debe participar de forma real y contundente en la construcción del país y desbancar a las milicias vividoras que hablan en nombre de élites putrefactas. Milicias que van desde los fabricantes de cocaína (momento de decir las cosas claras), hasta los chupamedias de la Alcaldía cruceña y sus cuestionados funcionarios, que están causando un daño tremendo a la política local, ahora contagiada por la personalidad cobarde y zalamera del pillaje centralista. La necesidad de renovación, en todos los aspectos, empezando por el pensamiento, es eminente y está gritando, pero las sombras del atraso y subdesarrollo mental de élites retrógradas no lo permiten.
(04072012)