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Un espanto llamado Cancillería – Final del formulario

La capacidad de asombro frente al disparate y al ridículo en materia de política internacional está largamente superada. Tan espantoso es el panorama que el grito de ¡Volvé Gargano[1]! empieza a escucharse con tozuda insistencia. Pero los zarandajas de nuestra cancillería se empeñan en sorprendernos y ahora –pese a que las relaciones de gobiernos son normales– nos han regalado este par de circulares bajo el título «Mercosur/Unasur, suspensión participación Paraguay«. En el primero se prohíben «contactos o participar en eventos que puedan significar un reconocimiento tácito a las autoridades instaladas en ese país». En el segundo se limita la prohibición a «los contactos oficiales» y se indignan porque ante la generalidad de la enunciación inicial, la interpretación abarcaba, sin mayores rebusques, todo tipo de contacto, incluidos los contactos personales.

Este mamarracho nos trae a la memoria una vieja anécdota donde la maestra la pregunta al alumno qué es una vaca y se sucede el siguiente diálogo:

–»La vaca es un animal que tiene tres patas y que…»
–»¿Cómo dijo alumno Luisito?», salta escandalizada la maestra. «La vaca tiene cuatro patas».
–»Sí, sí maestra, es cierto. Tiene tres patas más una».

El parecido con la sucesión de comunicados es obvio, aunque no hace al fondo del asunto que es simplemente la absoluta falta de preparación, profesionalismo y seriedad que impera en nuestra cancillería, sumado al patoterismo (porque nuestro país agrede con la complicidad de los gobiernos de Argentina y Brasil) contra la República del Paraguay y la vergonzosa injerencia en sus asuntos internos, al mejor estilo de los bloqueos diplomáticos imperialistas.

Es tan grotesca esta bufonada que no queda claro si en las relaciones personales nuestros diplomáticos pueden tratar con el título de embajador a sus pares paraguayos, porque sería un reconocimiento a la autenticidad del gobierno que representan, o si pueden discutir, apoyar o disentir con planteos de ese país en la OEA o las Naciones Unidas porque sería una tácita aceptación de sus autoridades (si contesto es porque existes) o invitarlos a sus residencias oficiales para disputar una partida del muy criollo Tute Cabrero, mientras toman un paraguayísimo tereré. Y en tren de conjeturas, no tenemos claro cómo queda la situación del técnico Gerardo Pelusso, hoy al frente de la selección paraguaya de fútbol (Gregorio Pérez se salva porque solo dirige un cuadro, Olimpia).

Que no se venga con la bobera de que a este gobierno del Frente Amplio le importan las plenas vigencia de las democracias y sus principios. Nunca abandonaron sus arrumacos con la peor y más añeja dictadura que hoy subsiste en el mundo, que es la cubana. Cuando hace dos años aquel albañil llamado Orlando Zapata encontró la muerte durante una huelga de hambre por la libertad de los presos políticos y mejores condiciones de reclusión, todo el Frente Amplio se negó a reclamar a Cuba por lo ocurrido. Aprobaron -¡miren cómo son las cosas!- una declaración (22/03/2010) en la que se «reafirma que debe ser el propio pueblo cubano quien resuelva sus problemas internos, sin presiones ni intervención de intereses extranjeros». Y más adelante reclama que «ese país ejerza plenamente su autodeterminación y derecho a resolver su destino de la forma que crea más conveniente». Precioso, pero ¿y Paraguay? ¿Nada de lo que se le reconoce a Cuba es aplicable a Paraguay? Para aventar cualquier duda, ahí está también lo sucedido recientemente en el Parlamento ante la muerte de Oswaldo Payá, opositor tenaz y temible de los hermanos Castro. ¿Cómo justificamos los fraternos lazos de este gobierno con el Irán de Ahmadinejad, la Libia de Ghadafi o los terroristas vascos de ETA? ¿Y la sumisión a la arrogancia y prepotencia de la Presidenta argentina y los desbordes de su nomenklatura?

Esta avidez por el cuidado de la democracia paraguaya parece penosa, patética y la más despreciable exaltación de la hipocresía. Más cuando ha servido para introducir subrepticiamente a la Venezuela de Chávez (con las valijas de Antonini incluidas) en el Mercosur, lo que hace pensar que la «dureza» con Paraguay fue solamente para quitar un obstáculo y hacerle un favor al narcisista comandante que se encuentra en campaña electoral en su país.

Creemos que la cuota de papelones a nivel de la política internacional está cubierta y de sobra. ¿No sería la hora de intentar un cambio?

[1] Gargano. Discutido ex-canciller del Frente Amplio.

EDITORIAL  | EL PAÍS, Montevideo, 12 de agosto de 2012 

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