Espionaje político cibernético
“… las palabras que circulan libremente, palabras clandestinas, rebeldes, palabras que no van vestidas de uniformes de gala, desprovistas del sello oficial” son terror de autócratas y dictadores. Son, al mismo tiempo, “el catalizador imprescindible” frente a la cuales las armas del poder se revelarán ineficaces, tarde o temprano.
Así pensaba Ryszard Kapuscinski, en sus libros “el Sha”, sobre la caída del Sha de Persia, y el “Imperio”, acerca del derrumbe de la ex Unión Soviética. Recuerdo ahora a ese ilustre polaco ejemplo de ética periodística, ya que en Bolivia volvemos a ser víctimas de impulsos persecutorios-represivos a la libertad de expresión por parte del gobierno del presidente Evo Morales, de su ‘Vice’, su ministro de cultura, amén de todos los oficialistas.
Esta vez el arrebato tiene un signo tecnológico: espionaje en clave de sainete cibernético e internauta para regular el uso de las redes sociales y castigar a quienes escriben insultos que deshonran a Su Excelencia. Que técnicamente puedan regular el ciberespacio no es el tema, sino la tentación totalitaria de hacerlo para coartar el pensamiento crítico, muchas veces expresado en chistes no siempre amables y ácido humor político contra el gobernante.
Leída la noticia en boca del ‘Vice’ Álvaro García Linera, es una confesión in limime de espionaje político y suena “a confesión de parte, relevo de pruebas”. ¡Espía las redes sociales para detectar disidentes que ofenden al jefazo! De intelectual propietario de 25 mil libros, se ha convertido en lector-espía de los mensajes de Facebook, donde los usuarios, según él, denigran a Morales.
El ‘Vice’ lee los mensajes, toma nota de nombre, apellido, número de cuenta y como buen sabueso, ufano por su descubrimiento chismero, se los muestra al jefe, quien en gesto magnánimo, se hace al que no le importa. No obstante, conociendo su espíritu revanchista, Morales debe estar maquinando a qué castigos someterá a los que no cumplen el mandato no explícito del proceso de cambio, pero sí implícito: el culto a su personalidad.
Siendo García Linera el segundo mandatario de Bolvia ¿no tendrá oficio más noble que desplazar de su pega a los espías locales y sus expertos asesores internacionales que día y noche hurgan en la vida íntima de ‘los otros’, violando sus derechos? Como en la película “La vida de los otros”, que trascurre en la Alemania del Este, antes de la caída del Muro de Berlín, donde todos los ciudadanos estaban sometidos al espionaje sistemático, aun siendo miembros de la cúpula del poder.
No se qué clase de insultos anota el ‘Vice’, pero quién prohíbe las diatribas que ellos lanzan a cara pelada a quienes piensan y tienen una visión del mundo diferente a la del socialismo del siglo XXI? ¿O acaso no son insultos la descalificación, la agresión gratuita, el ‘ninguneo’, el chantaje político-económico-étnico-indígena y el control al pensamiento que no comulga con el de ellos? Ese ideario que pinta de cuerpo entero al ‘jefazo’ y a sus ideólogos: desde violentos sindicalistas cocaleros, otros revolucionarios jacobinos; alguno entrenados por la CIA contra la insurgencia guerrillera de los años ’60 y ’70 del siglo XX, en la escuela de las Américas en Panamá, y todos sin excepción, intolerantes, sectarios y afines a la izquierda antidemocrática de viejo cuño.
En vez de un Estado Pluri de todo, Bolivia vive un ‘Estado de Pluri-malestar”, pues además nos vuelven a insultar cuando nos mercantilizan en la abrumadora y millonaria propaganda oficial que desinforma, malinforma y pretende vender a la ciudadanía una mercancía mediático-política producto de su imaginación populista y demagoga para adormecer consciencias.
El ‘Vice’ que quiere ser el último jacobino de la historia en Bolivia, al que le gusta aplicar guillotinas judiciales y ahora también espiar a la oposición, ¿cómo no detectó la rebeldía del Tribunal Constitucional’ que decretó la eliminación del ‘desacato’ del Código Penal, figura delictiva propia de las dictaduras, que él mismo aplicó a muchos opositores?
Al menos por ahora, hasta que eliminen de ese órgano a los ‘rebeldes’ que han frustrado la intención de enjuiciar a más autoridades políticas de la oposición y llevar a la cárcel a las que están en proceso, el dictamen del Tribunal es un acto que dignifica a su miembros y honra la independencia de poderes.
Ya podría el ‘Vice’ ocupar su tiempo en cosas más importantes, como espiar a narcos y mafias del crimen organizado local, subsidiarios de la delictiva red global de la droga, que explotan y tienen sometidos a cocaleros que cultivan la hoja de coca, materia prima de la cocaína y el eslabón más débil de esa cadena productiva.
Gobernar espiando, además de humillante, es un insulto a la ciudadanía, sujeta no solo a los vaivenes de un discurso populista confuso, profuso, difuso –como alguna vez dijo Octavio Paz sobre el de sus detractores- sino cada vez más cercano a prácticas inquisidoras, fascistas, comunistas, macarthistas u otras de cualquier tinte. En todo caso, siempre ajenas a la convivencia democrática y plural entre diferentes.
Así va el gobierno que se dice antiimperialista y anticapitalista, pero acaba de estrenar su membresía en el santuario del capitalismo global especulativo: la bolsa de Wall Street. Mientras tanto, va dando tumbos entre el fanatismo estatista primario exportador y rehén extractivista del gas y la minería, sin valor agregado. Sin inversión productiva, ni generación de excedentes y de empleos también productivos.
Un gobierno enemigo de la producción agrícola de Santa Cruz, que otorga seguridad alimentaria al país, y además es exportadora agroindustrial de granos y sus derivados. Un gobierno abierto al apetito sin límites de cocaleros y colonizadores, rehenes a su vez de la economía política de la cocaína y su realización en el mercado capitalista local, nacional, regional y mundial del narcotráfico. Un gobierno que se hace de la vista la gorda ante la plata fácil, ante la multiplicación de nuevos ricos –de los que se vanagloria, pues dice que han salido de la pobreza- ante la ostentación de riqueza y, desde luego, ante la ilegalidad, el crimen y la delincuencia crecientes.
No obstante, el pensamiento traducido en palabras rebeldes ya sea habladas, escritas o lanzadas al ciberespacio, son el terror de los tiranos, y al mismo tiempo el “catalizador imprescindible” frente a las armas del poder político con ínfulas y prácticas totalitarias. Ya lo dijo Ryszard Kapuscinski y no de oídas, sino por experiencias vividas alrededor del mundo que sufrió el desvarío de autócratas y dictadores de la pero especie.