Alcides Parejas MorenoArtículosInicio

COMO EN EL MONTE SINAÍ

Ayer leí en la prensa local una noticia que daba cuenta que el Ministro del Interior había informado que se habían invertido poco más de nueve millones de bolivianos en las cárceles públicas del país (me imagino que para mejorarlas y así luchar contra la pobreza). En el mismo diario se podía leer que el acto que estaba preparando el gobierno para conmemorar el solsticio de verano en el lago Titicaca tiene un costo de más de siete millones de bolivianos (¿Será también para luchar contra la pobreza?).

Durante meses se habló del acto del 21 de diciembre y se dispuso un generoso presupuesto. El portavoz de la preparación era el canciller Choquehuanca. Más de una vez me pregunté por qué la cancillería era la encargada de este evento, habiendo tantas cosas pendientes en materia de política internacional. Hoy lo he comprendido: se trata de un acto en el que Bolivia, a través de su líder indiscutido le habla al mundo.

Aunque no pude ver las imágenes que se pasaron en directo y sólo me he enterado del hecho a través de la prensa escrita creo que no es aventurado afirmar que ha sido un acto totalmente deslucido, por donde se lo mire. Sólo asistió un dignatario de estado (el vicepresidente de Nicaragua), aunque se había anunciado oficialmente que estarían el ecuatoriano Correa y el venezolano Maduro, así como el vicepresidente argentino. Además, se habló de que esperaban la asistencia de unas diez mil personas; parece que no llegaran a 2500 (menos mal, porque si con los pocos que fueron colapsaron las carpas y los retretes…). Asimismo, durante el proceso de preparación se dijo que este acto, que se piensa que va a ser visto por todo el mundo, iba a servir para atraer al turismo. Esto tampoco se ha conseguido y me imagino que ha sido porque fue organizado por la Cancillería, que de turismo no sabe nada; pues el acto se desarrolló en un páramo en el que no se muestra nada que pueda atraer turistas.

Si era un acto de tanta trascendencia histórica había que dejar que el presidente Morales y su canciller llegaran en la balsa Tunupa con la sola fuerza de la naturaleza y no remolcados por una lancha imperialista.La llegada hubiera sido espectaculary podría haber recordado la bajada de Moisés desde el monte Tabor trayendo en sus manos unas tablas donde habían sido grabados a fuego los diez mandamientos que van a cambiar la historia de la humanidad, que marcan el inicio de una nueva era.

Aunque en acto deslucido, el presidente Morales le ha hablado al mundo (otra cosa muy distinta es que el mundo hubiera escuchado el mensaje del presidente de Bolivia) y ha planteado, a la manera de Moisés, un decálogo para iniciar una nueva era. Cuando se lee el discurso del presidente Morales, en el que machaconamente de habla de la madre tierra, a la que hay que amar y respetar, y de la lucha contra la pobreza, no se puede menos que pensar en las cosas que está borrando con el codo: como lo del TIPNIS, que a todos nos duele, o el despilfarro de los más de siete millones para hacer este happening o en la corrupción que se ha enseñoreado en todos los niveles del gobierno.

El acto realizado en el lago Titicaca el 21 de julio de 2012 –fecha en la que se suponía que este mundo iba a terminar—creo que no ha sido otra cosa que el inicio de la nueva campaña electoral de Evo Morales Ayma. No hay nada nuevo bajo el sol. ¡Feliz año nuevo para todos!

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