ArtículosIniciosemana del 21 de ENERO al 27 de ENEROWinston Estremadoiro

El encubrimiento de siempre

Porque fue registrada por cámaras de seguridad y se hicieron conocer las cintas, levantó olas el escándalo de la violación en el hemiciclo de la Asamblea Departamental de Chuquisaca. Parece cínico decirlo, pero la prensa –nacional e internacional– engorda con dieta de truculencias, y la oposición política se chupa los dedos con las metidas de pata del oficialismo. Lo que sobrevino después fue como untar el pan con el jugo después del atracón de asado en olla.

El Presidente de la Asamblea Legislativa de Chuquisaca, quizá oficialista “originario” de sombrero hasta en el inodoro, mareó la perdiz con la sospecha de que al violador alguien pudo haberle puesto algo a la bebida, en ésas “c’hallas” folclóricas que hoy acompañan a los actos públicos, que a veces terminan en excesos púbicos e impúdicos como el de marras. Evocó a la monjita que insistía en que los ladrones les habían querido envenenar, porque escuchó a uno de ellos sugerir “echarles unos polvitos”.

A su vez, el gobernador de Chuquisaca apeló a la paranoia política que ve tramoyas hasta debajo del catre. Afirmó que el presunto delito “no ha sido casual, sino ha sido organizado por funcionarios de la oposición”. Lo secundó la ejecutiva de las Bartolinas de Chuquisaca, cacareando que “estas cosas, estos hechos, han sido preparados…”

Ojo, una copa de champán o de vino es cosa común en actos públicos en casi todo el mundo, pero de ahí hay mucho trecho a bacanal de trago y yantar de la “ch’alla” en Sucre. ¿O es que tales eventos, por un conjuro de sabiduría ancestral que desconozco, deben desembocar en orgías de sexo –consentido o aprovechado por ebrios de poder y alcohol – en recintos oficiales, o entre piedras, como en el documental “Matrimonio Kolla”?

Digan si no provoca sorna que el violador filmado funja como inocente palomita, declarándose víctima, pobrecito, de una campaña que afectó a su persona y a su dignidad, porque él se encontraba borracho. Seguramente el violador piensa que “culo borracho no es de nadie”, cosa que comprometería a la mayoría de machos que nos hemos excedido en el consumo de alcohol. Mayor afrenta es todavía la posibilidad, apuntada por María Galindo, de que la violación fue premeditada no sólo por el legislador delincuente, sino que había un colega suyo empeñado también en embriagar y aprovechar la inconsciencia de otra empleada doméstica. ¡Qué se puede esperar donde el modelo de conducta presume, así sea en coplas carnavalescas, que “a todas las ministras les quita el calzón”!

Noté desconcierto en los mandamases del régimen. Primero sus ministras cerraron filas. La de Justicia precisó que “las personas mayores que se sientan agraviadas, que creen haber sido violadas, ellas pueden denunciar y activar el hecho. La Fiscalía de oficio no puede hacer ningún tipo de investigación, eso lo establece la ley”. Soslaya que el atropello sexual de Sucre fue “violación en estado de inconsciencia”, que se sanciona con diez a quince años de cárcel; como es delito de acción pública, debe ser seguido de oficio por el Ministerio Público a instancias de cualquier ciudadano.

¿Y la vejada? Bueno, la Ministra de Transparencia le ofreció ayuda legal. Dudo que la afectada acepte después de que la eventual asesora legal le echara la culpa al empedrado, como el cojo, achacando a los medios de “amplificar las cosas” para afectar al Gobierno. Obediente, por difundir el vídeo de la violación, la Fiscalía enjuiciará a los medios que hayan vulnerado la ley de protección a víctimas. Fue despedido el encargado de sistemas del hemiciclo. La violada ya recibió una tunda del marido. Para soltar la carcajada, falta nomás que haya sido chocado el vehículo nuevo objeto de la “ch’alla” que terminó en violación filmada.

Quedó claro que para sobrevivir en el “proceso de cambio” del régimen, hay que tomar a pecho las admoniciones del uno y del dos –hombre-símbolo e ideólogo burgués”, respectivamente– de no permitir “librepensadores” que no marchen al compás de la batuta de los jefazos. Dan pábulo a que no insertaron en la Constitución de La Calancha el “ama llunq’u” –no seas adulón- con que sangró por la herida una idónea Presidenta de la Cámara de Diputados, “afuereada” por atreverse a sugerir que se debería investigar hacia arriba, al Olimpo de los poderosos del Gobierno, en la red de extorsión corrupta develada por un gringo expoliado por la “conexión” entre políticos angurrientos y jueces obsecuentes.

Hay un tufillo corrupto en el llamado “proceso de cambio”. Se nota en el encubrimiento de abusos criminales cuya manifestación postrera tuvo lugar en el hemiciclo de Sucre. ¿Seguirá libre el asambleísta del partido de gobierno, sentenciado desde 2010 por el horrendo asesinato del alcalde de Ayo Ayo, cuya notificación para desaforarle de acuerdo a ley fue archivada, porque según el entonces mandamás del ente legislativo, “yo como presidente, bueno seguramente ha debido estar pasando al secretario, después seguramente nos hemos descuidado pues”? No pasó lo mismo con Cossío, Suárez y Joaquino.

El denominador común es la corrupción y el abuso de poder es una de sus formas, tan odiosa como la repartija de dinero extorsionado. El rasgado de vestiduras por el Presidente y el Vicepresidente sería de fariseos, si no promulgaran un decreto prohibiendo los “festejos que involucren el consumo de alcohol en las oficinas públicas que no son del Gobierno, sino de la sociedad”, dice la activista de Mujeres Creando. Le quitarían al régimen un ribete folclórico y demagógico.

(24012013)

Ver más

Artículos relacionados

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Ve también:
Cerrar
Botón volver arriba