ArtículosDante N. Pino ArchondoIniciosemana del 31 de DICIEMBRE al 6 de ENERO

LA SENTENCIA FINAL

Mucho antes que la guillotina cercenara la cabeza de Robespierre y de 28 de sus seguidores, con las mismas formas que él usó para decapitar a sus enemigos, es decir, sin el juicio debido y por acusaciones no probadas, el Nazareno le dijo a Pedro que guarde su espada, porque el que a hierro mata, a hierro muere. Y esa sentencia se cumple, por caminos, sendas y rutas que nadie puede prever.

Una de las características que tienen los gobiernos montados sobre revueltas sociales, es que nacen con el virus de la anarquía. Al principio quieren cambiarlo todo y no miden esfuerzo para destruir lo que tienen al frente. Es el caso del actual gobierno. Se propuso cambiar, desde el nombre de la Republica, hasta el grito de guerra de las Fuerzas Armadas, la Constitución, la elección de jueces y magistrados, el mercado por el Estado, la propiedad privada por la comunitaria y no se cansa de estar buscando que más puede cambiar cada día, como si de ello dependiera su razón de ser.

Hay procesos políticos que se generan al calor de revueltas sociales en medio de la violencia, que terminan con el orden establecido, se llaman revoluciones, o sea, cambios cuyo sentido histórico tiene la virtud de modificar el comportamiento del Estado, porque esa revolución comporta un cambio en el contenido de clase del Estado. En 1952 se desplazó a la oligarquía minero – feudal, por una alianza de clases, entre mineros, obreros, capas medias y campesinos, el nuevo orden consolidó un Estado que terminó con la exclusión social. Lo que ese proceso no pudo cambiar fue la estructura económica que, al final, pasó de las manos gerenciales de la oligarquía a la de aquellos burócratas que con el devenir del tiempo se conocieron como la “burguesía-burocrática”, los conductores silenciosos de las políticas económicas que frenaron toda posibilidad de transformar la estructura económica primaria en aquella secundaria o industrializadora que se ha tratado de alcanzar desde entonces sin éxito.

Y el fracaso de la revolución de abril, sigue en pie. Bolivia ha pasado por sucesivos gobiernos que declararon en cada ocasión que lograrían fortalecer la economía y dejarían el pasado primario exportador, para avanzar en la economía exportadora de manufacturas.

Desde 1952 han transcurrido 60 años y en este último sexenio, lejos de dar al menos el primer paso en ese sentido, hemos retrocedido. El MAS es otro ejemplo del fracaso para transformar nuestra economía dependiente y atrasada.

Seis años de mentiras sin fin, de poses revolucionarias que han terminado por mostrar una putrefacción como nunca se tuvo en la historia boliviana, y eso que no faltan ejemplos a lo largo de nuestra existencia que nos muestran qué lejos estamos de poder consolidar una verdadera liberación económica.
En vez de darnos revolución, nos ha dado involución. Y este retroceder se muestra en los actos violentos, de una corrupción que de una forma descarnada toca a todos los actores del supuesto proceso de cambio.

El Estado les ha servido, o parafraseando, se han servido del Estado, como nunca habíamos visto que pudiera hacerse desde el retorno de la democracia. Han demolido las bases constitucionales del Estado de Derecho para crear otras que pretenden edificar el Estado del cohecho.

Ya no importa mucho como acabará la investigación que se viene haciendo para limpiar la cara del gobierno. Ahora sabemos a qué intereses responde. Si la Justicia decide, a pesar del peso con la que se pretende aplastarla, sacudirse de la degradación a la que le han llevado, tendremos en exposición todo el entramado que puede construir el hampa del narcotráfico, cuando asume el gobierno de un país.

Y entonces se cumplirá la sentencia, el que a hierro mata, a hierro muere.

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