ArtículosInicioManfredo Kempff Suárez

PALABRERÍA FATUA

Producen pasmo e inquietud las declaraciones que se oyen y se leen provenientes desde lo más encumbrado del Estado Plurinacional de Bolivia, sobre todo cuando vienen de boca de S.E. y tienen como destinatarios quienes están en la mira de los socialistas del Siglo XXI, sean nacionales o extranjeros. Las arremetidas contra los opositores al gobierno masista o contra otros países, tienen la virulencia que sólo puede concebirse en el vencedor de una guerra. Es frecuente encontrarse con términos excesivos, que no deberían ser utilizados si no se sabe los riesgos que se puede correr o si no se tiene la fuerza suficiente para sostenerlos.

Los poderosos suelen ser muy atrevidos cuando se trata de sojuzgar al vencido. Es la confianza fascinante que da el triunfo, el saber se que se es más fuerte que el otro y que se lo tiene a su merced. El “¡vae victis!” del galo Breno a los romanos es un ejemplo de brutalidad total. ¡Acepten o mueran!, sería más o menos lo que gritó el bárbaro. Los romanos lo hicieron también después de cada una de sus victorias, y Napoleón, Bismarck, Hitler y Stalin. Humillaron al vencido, lo despojaron, y algunos lo insultaron. Es que la victoria es tan grandiosa que luego de obtenerla los ánimos se enardecen y llegan, con el éxtasis, hasta la injuria con el doblegado.

Pero eso de que S.E., sin haber vencido ninguna batalla ni guerra memorable de la que nos hayamos enterado, diga que “tener relaciones con la embajada (estadounidense) es una caca”, pasa al anecdotario de la broma, eso que en Bolivia se conoce como “evadas”, ya sabemos por qué. En el Día de la Descolonización del año pasado, el 12 de octubre que los bolivianos honrábamos como el Día de la Raza y luego fue cambiando de nombre hasta lo que es hoy, S.E. mostró sus condiciones diplomáticas de la manera más tosca. ¿Falta de vocabulario? ¿Deseo iracundo de expresar su rabia?

Si para S.E. las relaciones con EEUU son estiércol, pudo, por lo menos, advertírselo al buenazo del canciller Choquehuanca, quien desde hace años está empeñado en acabar el tejido de Penélope para normalizar las relaciones con la Unión, labor que cada noche desata S.E. La última actuación de S.E., cuando ya se sabía que Washington había decidido por un embajador para Bolivia, fue fatal al afirmar que no nos interesa tener un embajador norteamericano, que eso no ayuda para nada, porque los diplomáticos del imperio vienen sólo a preparar golpes de estado. Lo declaró nada menos que a la cadena rusa de noticias RT. ¿Dónde vivimos? ¿Quiénes nos gobiernan? ¿Hasta cuándo durará todo esto?

Decir que las relaciones con EEUU son una caca y además que no queremos ni nos interesa su embajador, no lo ha de haber expresado ni el más belicoso gobernante soviético en plena Guerra Fría. Es que, claro, si eso le dice a EEUU otra potencia mundial, recibiría su merecido. ¿Y Bolivia? ¿Qué puede hacer el Departamento de Estado ante semejante ofensa ratonil? Tratarnos a los bolivianos como a niños díscolos. Frente a una nación párvula, infantil, la respuesta no puede ser con bombas ni bloqueos ni invasión, sino con tolerancia y pena. Por tanto, la primera potencia del mundo, mordida en el garrón por un chico malcriado, le dice que se porte bien, que no es “constructivo” lo que hace.

Y aquí viene el meollo del asunto. ¿Con qué derecho S.E. dice que tener relaciones con la embajada norteamericana es como excremento? ¿Quién le ha autorizado a afirmar que a los bolivianos no nos interesa tener un embajador estadounidense en La Paz? S.E. no lo ha consultado con nadie sino que le ha dado la gana decirlo y punto. Recibirá renovados aplausos de los hermanos Castro, de Correa, Ortega (no sabemos si Chávez estará como para aplaudir), pero pagaremos la factura los bolivianos. Figuraremos como unos machotes, antiimperialistas, anticapitalistas, amigos de los desposeídos, pero también como unos imbéciles y además groseros.

Yo no estoy de acuerdo con que las relaciones con la embajada estadounidense sean una caca, ni estoy de acuerdo con que no nos interese tener un embajador gringo porque vendría a armar un golpe de estado. Creemos que Bolivia necesita socios comerciales importantes y que bajo ningún punto de vista se puede reemplazar el poder económico de la Unión con los pobretones del ALBA, que, una vez desaparecido Chávez, en sus reuniones no habrá plata ni para servir un cafecito.

El vocabulario que utiliza S.E. – que se extiende por imitación a casi todo el gobierno – no nos ha dado ninguna satisfacción, ningún triunfo. Es más bien temerario. Causa gozo en las altas esferas oficiales seguramente, y los lambiscones felicitan a S.E. por su bravura, pero eso no sirve para nada a la hora de cuantificar los éxitos. El gobierno va por muy mal camino si cree que como el lenguaje presidencial asusta a algunos compatriotas, va a asustar también a las naciones extranjeras. Con ajos o sin ajos, plurinacionales o no, Bolivia sigue siendo la misma: pobre, desamparada, necesitada, que requiere de la ayuda extranjera para poder vivir.

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