ArtículosClaudio Ferrufino-CoqueugniotIniciosemana del 25 de FEBRERO al 3 de MARZO

Siempre los mismos

Extraños tiempos vivimos. Ni tanto, en realidad. El hecho de que un gobernante (Chávez) presumiblemente ya embalsamado como Ulyanov siga firmando decretos, devaluando la moneda, haciendo fisioterapia y muchísimos puntos suspensivos repite historias de caudillos, buenos y malos, costumbres afianzadas en la incomprensible maraña del poder. Recursos que además de proteger intereses también sirven para que no se pierda lo más preciado: la fidelidad de los seguidores, que se teme, y es posible que suceda, se despeñe ante la falta del jefe. A la corta y a la larga somos animales que necesitan dueño. Casi todos.

Recuérdese al Cid, en ese filme que de niño uno miraba como sublime -con Charlton Heston, el actor-presidente de la Asociación Nacional del Rifle- en el papel de Ruy Díaz. Muerto el guerrero lo amarran a la silla de su cabalgadura para que su sola presencia aterrorizara a los paganos. Exactamente igual, aunque el poema de Mío Cid, pleno de intrigas y malevolencia también, no llegase a extremos de vileza como los del chofer Nicolás Maduro y su hueste de falsarios en esta nueva Edad Media.

Entre los asuntos que la globalidad ha diseminado están la reaparición del mesianismo, el fundamentalismo religioso (y diría político, salvo en casos latinoamericanos donde lo ideológico no existe, o se esfuma en latrocinio). Leo que entre las razones para permitirle a Evo Morales un tercer mandato cuentan aquellas de yatiris de tres por cuatro, de la escuela papalisa y otras que sabemos, que alegan que el individuo de marras es indispensable para la armonía de la época, la naturaleza, el país, la patria, la patria grande, y nombres que conceptos no son sino palabras. Pasa en los Estados Unidos, sobre todo entre los desposeídos -de efectivo y de educación- que paradójicamente resultan los más conservadores y adalides de un mundo exclusivamente gringo donde gobiernen las armas y el terror de Dios. Parece sacado de las crónicas conquistadoras hispánicas.

Mientras más se avanza hacia un increíble desarrollo tecnológico más se quiere retroceder. Lo interesante está en que los que pregonan anacronismos y retornos al mito o la historia como fábula, no desdeñan la instrumentalidad de la tecnología: Morales, cuyo universo ideal -en apariencia- es uno de masticadores e iletrados, rumiando y rascándose las espaldas unos a otros, viaja en avión sofisticado. El difunto bin-Laden manipulaba su arrogante esquema con informática de punta mientras esclavizaba a sus mujeres. Los beatos de Hamas agitan Kalashnikovs y los beatos de la yeshiva ametralladoras similares. La charla no concuerda con la práctica. O no mucho. O el fin justifica los medios, aunque los medios desdigan o hagan añicos el mundillo ideal que los santones y amos pintan. Así acabo de ver un filme sobre la España franquista (sin la presencia tecnológica) donde las monjas que vieron salvarse el mundo con el fin de los rojos, torturaban a las detenidas en prisión con la misma saña que decían los otros empleaban.

El mundo de cabeza, patas arriba según Galeano, tan arriba que incluso a él se le volcaron. Cómo continuar creyendo en algo. Al menos en el llamado Primer Mundo la mentira viene con píldoras doradas. Hasta por ahí nomás; contemplen España y la lección de que la soberbia de un intríngulis mal comprendido se paga caro.

Digresiones acerca de una reelección tal vez, porque preocupa que los individuos se consideren a sí mismos indispensables. No importa cuán mal lo hagan, lo que seduce es el estrado, la puesta en escena. Basta observar al vicepresidente y su fama de inteligente. Si lo fuera no movería tanto las manos: cuando hay ideas claras y se es articulado no se necesita moverlas como si se amasaran bollos o se refregara corpiños. Pero eso distrae al oyente, tiene su efecto. La prestidigitación engaña. Y no es un truco refinado.

Cerremos el círculo. Desde el Campeador hasta el converso Hugo Chávez, pasando por el mariscal Tito, Fidel, los dinosaurios del Kremlin, el feudo norcoreano, a izquierda y derecha, lo mismo: permanecer es la consigna. Tal vez tenga un sustrato mítico-religioso y tenga que ver con la eternidad.
25/02/13

Ver más

Artículos relacionados

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Ve también:
Cerrar
Botón volver arriba