La estupidez de la mayoría
La muerte de Hugo Chávez y los resultados de las elecciones para su sucesor apuntan a que la democracia en Latinoamérica se convierte en algo posible, que por errores o por azar, se encamina hacia un horizonte político ideal. El peso del venezolano se hacía sentir por la fuerza de su carisma y por la chequera que le respaldaba. Las dos llegaron a su fin. Animó “a su imagen y semejanza” nuevas oligarquías, donde “el voto” tapaba sus tropelías a la ley y a las libertades institucionales y personales. Sin embargo, estos años se presencia un giro en los movimientos democráticos latinoamericanos, van comprendiendo y exigiendo más calidad a sus democracias, donde “la mayoría” no signifique un cheque en blanco para el mandamás de turno.
No es para hacer lo que les venga en gana. Donde hay mayoría, existen minorías, con derechos, que deben ser escrupulosamente respetados. Lo más inteligente sería, gobernando para todos, escuchar atentos a las minorías. De a buenas.
La mentira como arma. YPFB no aprende. A toda plana, full color, manipula los datos del IDH, expectativa de vida y escolaridad, los principales índices sociales (PNUD 2013). Adjudica méritos que no corresponden; ojalá fueran ciertos.
Resalta que el IDH en 1980 era 0.48 y ahora 0.67, “resultados gracias a la implementación del Estado Plurinacional”, sin mencionar que de 1980 al 2000 subió de 0.48 a 0.62, en plena etapa neoliberal, sin los recursos recibidos por el EP y cargando con los resultados de la narcodictadura 1980-1982 y el caos de la UDP 1982-1985. En resumen, 2001-2012 varió de 0.62 a 0.67, con inercia de 2001-2005. Lo mejor se refleja entre 2011- 2012, el mismo puesto 108, es decir, cerca de la cola. El mentir no genera resultados positivos, en éste ni en otros campos: justicia, inversiones.
Esto ejemplifica el error fundamental del gobierno, pensar que la ciudadanía es tonta. A pesar de algunos discursos bien elaborados, en los hechos se ignora que los tiempos han cambiado, más allá de nuestra comprensión; la información fluye en todo sentido, de arriba abajo, a la inversa, transversal, sin respetar fronteras, etc. Difícil, si no imposible, ocultar datos, cifras, ¡realidades! Las dictaduras más duras consiguieron levantar “cortinas de hierro” por largo tiempo, el estalinismo en la URSS, Mao en China, a un costo horroroso en vidas y pérdida de libertades. Hoy quedan unas pocas, aunque sea incomprensible. Corea del Norte en manos de un loco dispuesto a provocar una guerra mundial, contra ruta, cuando se expande la cultura de paz en todas direcciones, a pesar de las guerras; la Cuba de los Castro, con esos delirios de imperio planetario, bajo su mando por supuesto, expuesto con diferentes cuentos en cada país, y recurriendo al truco de hipócritas denuncias de injusticias por todos reconocidas. El mal en todas sus formas existe, pero hay una voluntad en gran parte del mundo civilizado dispuesta a combatirlo en todos los frentes.
Otro error fundamental es que olvida con frecuencia, minusvalora o despreciar la presencia de un ejército inmenso de gente de buena voluntad disperso por el mundo, que no facilita el establecimiento de autocracias por largo tiempo. Para referencia, solo la Iglesia Católica, como una de las muchas instituciones organizadas y empeñada en mejorar las condiciones materiales y espirituales del hombre en este planeta; a pesar de los errores que pueda tener o se le puedan apuntar, ejerce su trabajo mediante cientos de miles de centros asistenciales, entre los que hay hospitales, centros de salud, centros de enfermos terminales, así como centros para tratamiento de pacientes con VIH/SIDA en un 25% de los países de todo el mundo. Siendo todo esto de por sí ya impresionante, es destacable todavía más su influencia a través de 1.046 universidades, más de 200.000 colegios y 687.282 centros sociales, que trabajan independientes de la tendencia o ideología imperante en cada país. Este trabajo y el de muchas otras organizaciones trasciende a las recomendaciones que a veces surgen de ignorar estas realidades, de donde nace el llamar a que se dediquen a sus labores “religiosas” o “asistenciales” y que no se metan en política. Por supuesto, lo que en realidad molesta al poder “temporal”, a los variopintos dictadores, es que ese ejército de buena voluntad no se deje instrumentalizar ni manejar.
Hay voces que no se pueden callar. El periodismo está en la vanguardia de la lucha por la libertad, la democracia y los derechos humanos. El déspota de turno se podrá ufanar durante unos años de callar y cerrar medios de prensa. Pero eso, está demostrado desde el norte más norte al sur más sur, que no la desalienta ni la anula. Todo lo contrario, parecería dotarla de mayor energía para enfrentar persecuciones, censuras, desempleo, sin arriar banderas. Hay excepciones, afortunadamente, pocas; a esas, que se ignora o se las desprecia. Para vergüenza de esas conciencias vendidas está el testimonio de Yoani Sánchez, la periodista que después de muchos años consiguió salir de su país para recorrer el mundo en pocas semanas, para decir sus verdades. Las que ha conseguido comunicar al mundo gracias a su blog, su twitter, y sin saber lo que le espera a su vuelta, dijo en conferencia de prensa en el edificio de Naciones Unidas, como resumiendo lo más caliente que le corría por las venas, y con la urgencia de transmitirlo, “Si esta reunión fuese en el foso del ascensor, estaríamos más libres que en Cuba”.
A la libertad no se la encarcela. Ahí están para atestiguarlo Mandela, Gandhi y miles de latinoamericanos que sufrieron, expuestos casi con regularidad a la aparición de fenómenos mesiánicos y estúpidos, salvadores de la patria, grande a veces, a veces chica, según sus capacidades. El amor a la libertad y el respeto a los derechos humanos va construyendo el muro democrático a las dictaduras que, al parecer, están con tiempo marcado, fatal, cada vez más corto.