Andrés OppenheimerArtículosIniciosemana del 8 de ABRIL al 14 de ABRIL

Por Andrés Oppenheimer

El Nuevo Herald

Casi todas las encuestas revelan que el presidente interino venezolano Nicolás Maduro probablemente gane las elecciones del domingo gracias a un proceso electoral injusto en el que el gobierno controla gran parte de la programación televisiva, pero —aun cuando gane— el futuro de Maduro es sombrío.

Si la mayoría de las encuestas están en lo cierto y Maduro gana, a pesar de que el candidato opositor Henrique Capriles está remontando en los sondeos de opinión pública, todo dependerá del margen con que gane el candidato gubernamental, y de si Capriles admite su derrota. Esta vez, puede que no lo haga.

A juzgar por lo que me han dicho venezolanos bien informados, hay cinco escenarios principales de lo que puede ocurrir después de la elección del domingo para elegir al sucesor del fallecido presidente Hugo Chávez. Aquí van, sin orden de preferencia:

– Primer escenario: Una clara victoria de Maduro, y seis años de gobierno madurista. Maduro, el heredero designado por Chávez, gana por más del 10 por ciento de los votos, y gobierna con cierta legitimidad de origen.

Su victoria concluyente no le deja a Capriles más opción que conceder, y las quejas del candidato derrotado sobre un proceso electoral fraudulento —en el que el gobierno no sólo ha controlado casi todos los medios, sino que también ha comprado votos e intimidado a la oposición— suenan como excusas de un perdedor.

Globovisión, la última cadena televisiva crítica del gobierno, es silenciada después de su reciente venta a empresarios cortesanos del gobierno. Venezuela se convierte progresivamente una dictadura electa.

Segundo escenario: Una clara victoria de Maduro, seguida por el caos a mediano plazo.

Maduro gana por más del 10 por ciento de los votos, pero su gobierno implosiona durante los próximos dos años por una combinación de la inflación más alta de Latinoamérica, la incapacidad de mantener los subsidios estatales con el estancamiento de los precios del petróleo, y las divisiones internas de la corruptocracia chavista.
Hay protestas en las calles, y los militares se niegan a disparar contra los manifestantes pese a la reciente afirmación del ministro de defensa Diego Molero de que el ejército es “anti-imperialista, socialista y chavista”. Grupos paramilitares atacan a los manifestantes, provocando una reacción internacional y obligando al gobierno a convocar a elecciones adelantadas.

Tercer escenario: Una victoria no tan clara de Maduro, seguida por un período de calma antes de la tormenta. Maduro gana por el 5 por ciento de los votos, y Capriles se queda callado, negándose a admitir su derrota.

Cuba, que micro-maneja a Maduro y quiere estabilidad en Venezuela a toda costa para poder seguir recibiendo sus subsidios petroleros, recomienda a Maduro reanudar su diálogo con Estados Unidos para normalizar la situación interna.

Pero a medida que la economía venezolana se derrumba, Maduro necesita un chivo expiatorio, y resucita sus teorías conspirativas de que Estados Unidos inoculó el cáncer a Chávez, y que Washington quiere matarlo. Venezuela entra en un período de inestabilidad, en el que Maduro convoca elecciones anticipadas.

Cuarto escenario: Una muy cuestionable victoria de Maduro por un 2 por ciento de los votos, que Capriles denuncia inmediatamente como fraudulenta.

Maduro declara su victoria el domingo, pero los opositores salen a las calles para protestar por lo que consideran una elección robada. El hecho de que el gobierno no ha permitido la presencia de observadores internacionales de la Organización de Estados Americanos o la Unión Europea – sólo «visitantes’’ de la UNASUR, que tienden a simpatizar con el gobierno— provoca aún más dudas sobre los resultados electorales.

Maduro reprime a los manifestantes, pero las escenas de violencia provocan una gradual pérdida de legitimidad del gobierno, que acelera la implosión del régimen.
Quinto escenario: Gana Capriles, y el gobierno de Maduro no tiene más remedio que aceptar su derrota.

Tal como ocurrió en Nicaragua en 1990, cuando la oposición derrotó inesperadamente al régimen sandinista que ganaba en las encuestas, un victorioso Capriles asume el poder.

Pero, con casi todas las otras instituciones gubernamentales en manos de chavistas y obligado a tomar medidas impopulares de austeridad, Capriles se ve obligado a formar un gobierno de coalición.

Mi opinión: No me sorprendería si vemos el tercer o cuarto escenario en Venezuela, o sea una clara victoria de Maduro con un período de calma antes de la tormenta, o una victoria no tan clara de Maduro que marque el principio del fin de la fiesta petro-populista de los años chavistas.

En cualquier caso, si gana, Maduro deberá enfrentar un futuro sombrío. Heredará una economía que se cae en pedazos, cortesía del despilfarro y la incompetencia que han dejado a Venezuela aún más petro-dependiente, menos industrializada y con peores niveles educativos que antes, pese a haberse beneficiado de la mayor bonanza petrolera de la historia reciente.

11042013

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