ArtículosIniciosemana del 15 de ABRIL al 21 de ABRILWinston Estremadoiro

Sobre la Selección de Fútbol de 1963

En el ocaso de la existencia, un grupo de compañeros de colegio nos reunimos de cuando en vez, empeñados quizá en volver a sentir el sabor agridulce de tanta vida compartida en las aulas, en el patio de recreo, y a veces en el “ch’iqui”, como llamábamos al escampado donde nos trenzábamos a puñetes. Me hincho de orgullo al decirlo: nuestra promoción fue cuna de grandes futbolistas, ya que dos años antes de terminar la secundaria salió campeona del colegio y ganó el torneo intercolegial.

Osvaldo Villarroel fue condiscípulo lasallista. Le hurgué la boca a su experiencia con la Selección Boliviana de Fútbol de 1963, la única que ha logrado ser Campeón Sudamericano. Tanto más meritoria porque fue precedida por desastres futboleros en Asunción: la Copa América del empate a cuatro con Ecuador, la victoria dos a cero con Paraguay, el 3 a 2 de partidos con Argentina, Colombia y Perú, y el suspenso del inolvidable Bolivia 5 – Brasil 4, evidencian el ñeque boliviano, algo perdido en el recurrente lamento de “jugar como nunca y perder como siempre”.

Hoy condecoran a soldaditos sin GPS que perdieron la brújula y un Chile prepotente les mete en chirona, en vez de que el comandante militar de un Norte Grande armado hasta los dientes telefonee a su par altiplánico para devolverles y ponerles al plantón. Es risible que otorguen medallas a estrellas del balompié de otras patrias, así sus equipos vapuleen a los nuestros, aún en la altura de Oruro y La Paz.

La Selección de 1963 se destaca porque nunca pidió nada, aún después de obtener la mayor gloria deportiva de este país. Víctor Paz Estenssoro, entonces Presidente de la Republica, les ofreció casa y auto si salían campeones. Lo ‘golpearon’ al año siguiente y la oferta nunca se cumplió. Años después, cuando les quisieron dar el Cóndor de los Andes, resultó que no había suficientes preseas.

Comparen con Brasil: hace unos meses regaló $50.000 a cada uno de sus mundialistas –y la “verde-amarela” está en su quinto Campeonato Mundial. La selección de 1994 que logró entrar al Mundial, dicen que obtuvo $200.000 por cabeza: fue eliminada en el memorable partido inaugural con Alemania, cuando temprano mostraron tarjeta roja al mejor jugador (el “diablo” Etcheverry). Hoy reclaman una pensión vitalicia como si fueran ex presidentes de la república, que tampoco me hace feliz si favorece a algunos jerarcas golpistas o inconstitucionales.

Hay penosas situaciones en los sobrevivientes de la gloria. Ausberto García, “Oso” para sus amigos, y aunque nacido en La Paz, “el maestro c’ochala” para la barra de la Llajta (a diferencia de Ugarte, que era “el maestro” tupiceño, pero reconocido como “chucuta”). García cruzaba una pasarela –baldosa de cemento sin pasamanos- y cayó de cabeza a la torrentera; sufrió una hemorragia cerebral que le tiene postrado en cama, sin habla y sin poder caminar. Sucesivos percances le han marcado quince puntos en ambas cejas. Por la práctica deportiva, hace mucho tiempo sufre de várices en las piernas, que le han provocado úlceras requiriendo largas internaciones hospitalarias y dolorosos injertos de piel. Su familia contrata una enfermera de 8 a 4, cuando debería tener atención especializada las 24 horas. ¿Por qué la gobernación no apoya a tan notable atleta cochabambino?

Llama la atención que tal vez en remedo de la acera de estrellas en Hollywood, en el ingreso a la tribuna de preferencia en el estadio departamental, en ocasión del homenaje realizado por la Gobernación colocaron baldosas con las fotos de los campeones sudamericanos. Contaba Villarroel que un condiscípulo del San Agustín tal vez cumplió su sueño, al decirle “por fin he pisado tu cara”. En vez de pequeña estatua que lista la nómina de los 22, el cuerpo técnico y los directivos de la Selección Boliviana de Fútbol de 1963, ¿por qué no honran la memoria de los héroes con una vitrina con sus efigies, cuando no un museo como en los recintos europeos, en vez de las fotos pisoteadas por el tropel de asistentes al estadio?

Pocos recuerdan al equipo Bolivia de 1963. Doce cochabambinos: Máximo Alcócer, Isaac Álvarez, Ramiro Arteaga, Luis Balderrama, Wilfredo Camacho, Armando Escóbar, Jesús Herbas, Renán López, José Rocabado, Osvaldo Villarroel, Mario Zabalaga y Walter Zamorano. Cuatro argentinos nacionalizados: Roberto Cainzo, tucumano; Eduardo Espinoza, nacido en Paraná; Mario di Meglio, nacido en Buenos Aires, y Eulogio Vargas, nacido en Formosa. Tres camireños: Arturo López, Julio Tórrez y Alberto Tórres. Tres paceños: Antonio Aguirre, Ramiro Blacutt y Ausberto García. Dos tarijeños: Abdul Aramayo y Milton Flores.Un orureño: Hugo Palenque. Un tupiceño, Víctor Agustín Ugarte. Danilo Alvim, del “scratch” brasileño por siete años, que entrenaron al grupo junto al Prof. José Villazón Peredo y Sixto Oquendo. ¿Cómo olvidar a gestores como el Ing. Roberto Prada, el Dr. Jorge Rojas Tardío y Oscar Suárez Mansilla?

¿Vivimos en el mundo del revés? Un sencillo Osvaldo Villarroel gana su pasar enseñando inglés, que ciertamente no aprendió en la cancha de fútbol. Me recuerda a Manuel Marzana, héroe de Boquerón, a quien conocí de profesor de inglés en el Colegio Militar: le ascendieron a General y honraron quizá cuando ya poco le importaba. No llegó a Presidente; tampoco Bernardino Bilbao Rioja, héroe de Kilómetro Siete y la defensa de Villamontes. Sí llegó un anti-héroe, quizá émulo del abrumado por el desierto en la retirada de Camarones, pero en los arenales de Picuiba, en el Chaco.

(20130419)

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