Lo que se dice en la calle
En el mundo se habla de usos y posibilidades de la nanotecnología, llegando incluso a mencionar posibles errores que derivarían en un Armagedón repentino y veloz. Se quiere explotar yacimientos minerales en asteroides que flotan en el espacio. Por un lado.
En otro, agoniza Nelson Mandela, el gran hombre. Hace algún tiempo, y gracias al servilismo de las recuas “intelectuales” de izquierda, se quiso comparar a Evo Morales con él; algún avezado lameculo incluso lo llamó el “Mandela indio”, o el “Mandela andino”. Ni importa, ni vale, como comparar el excremento y la orquídea. Resulta que el dudoso Galo Bonifaz, visible boca del partido, quiere ganarse un viaje a Sudáfrica, para él y compadres, y comadres, críos, esposas y cueros, para dar apoyo solidario al líder (¿?). Si el país es una tómbola, y lo saquean los plurinacionales a un ritmo mil veces más alocado que el del peor gobierno militar. Al lado de estos, Arce Gómez y García Meza eran niños de pecho.
En Bolivia, qué nanotecnología ni ocho cuartos. El mandarín, curaca de inamovible permanente en el pelo, está preocupado en otras cosas: prosperar. Imagina, y en eso –como en mucho- se asemeja al brujo Papá Doc, que fuerzas ultraterrenas lo protegen. Lo anuncia el canciller papalisa al mundo, donde parece al fin se han dado cuenta que el boliviano es un circo peligroso y no un simpático renacer de derechos indígenas y tanto que inventaron.
Que Mandela muera les tiene sin cuidado. Pero mejor ocasión de aprovechar para un viaje de placer y de negocios, al mejor estilo aymara, no habrá. Pero, claro, ese el pretexto, e intentarán dorarse del halo del gran estadista para promocionarse como saben, mientras bañan sus pantorrillas en el mar africano, y compran, y ofrecen los productos que Bolivia produce: coca y derivados.
El planeta avanza; nosotros retrocedemos. En lugar de un gobernante que brille por méritos, aparece un metrosexual sui géneris que afirman hace parir a correligionarias, a quien un sarcástico bloguero ha definido como Elvito Rubirosa, en recuerdo del playboy dominicano, asociado con los crímenes de Leónidas Trujillo, Porfirio Rubirosa. Aunque el amo boliviano no cuenta con Kim Novak para relamerse, dicen que ha cambiado sus apetencias carnívoras y que del charque pasó al pollo. Malas lenguas.
Y a eso vamos, a lo que se comenta en la calle. Siempre, cualquier gobierno, cualquier tinte, reciben su dosis de burla popular. Está bien, colabora a la dinámica del desenmascaramiento que, a la larga o no tan larga, subvierte los cimientos de los regímenes y los lanza, en atronadora caída, al abismo.
Uno escucha, para eso escribe. La fantasía tiene límites mientras que la picardía del pueblo los excede. Dicen por ahí, por los barrios recios, no por los complejos acordonados de la burguesía, vieja y nueva, donde el chisme es intrascendente, que presidente y vice han acumulado considerable fortuna, cada uno por su lado. Al hombre de calle no le vengan con patrañas de Robespierre o de comunismo. El de abajo observa, huele, y comenta. Se va creando un entramado que por sí solo desmitifica discursos. Cómo, se pregunta, hablan de los pobres, de nosotros, cuando son dueños de la Toyota, de líneas aéreas. Cómo si son cabeza de cárteles locales, supeditados a amos que habitan el paradisíaco mundo capitalista y oligarca.
El asunto sexual cuenta, importa, ya que la única distracción del mísero es el culo. Allí, en ese campo, el más accessible y palpable, se relatan las más picantes y divertidas (trágicas en realidad) hazañas de los patrones. Sobre certezas y dudas de la hombría del segundo, y del primero también, aunque este, bocón como todo advenedizo, se ocupa de propalar sus supuestas dotes de macho y no desmiente que se “tira”, así en jerga callejera, a senadoras y diputadas, amén de ministras, con la solícita venia de los maridos en otra fiesta del chivo.
No lo digo yo, lo escucho. Entre tomates y cebollas, lodo y atestados micros.
1/7/13
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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 02/07/2013
Imagen: Arte de Damien Hirst