BANZER EN LA HISTORIA
Sería absurdo que en estas épocas de “cambio”, tiempos de ira contra el pasado, cuando el Pachacutec hace oír su voz airada llamando a una nueva era, se pueda obtener una opinión ecuánime sobre el general Banzer y su importancia en la vida política nacional. En un país como el nuestro nada bueno se les puede reconocer a los caídos, menos a quienes, desde el gobierno, se les teme aun cuando estén en la tumba.
Hemos visto cómo a 42 años del golpe de agosto de 1971 no se levantó ni una sola voz en defensa de Banzer, y que, fuera de un silencio casi absoluto en los medios informativos, lo único que se oyó por allí y por acá fueron ataques al dictador (olvidando al presidente democrático) y lamentos de quienes tanto tiempo después se ensañan contra el que ya no se puede defender. Peor todavía, quieren que su venganza alcance a su descendencia, armando una suerte de maldición bíblica, propia de estos tiempos.
Nadie recuerda hoy que el general Banzer llegó al gobierno con el apoyo de más de la mitad del pueblo y la casi totalidad de las Fuerzas Armadas. Nadie se acuerda que no dio un cuartelazo más, sino que tuvo el respaldo de dos grandes líderes políticos: Víctor Paz Estenssoro (dicen las encuestas que el mejor presidente boliviano del siglo XX), y del carismático y brillante Mario R. Gutiérrez. Ambos jefes arrastraban multitudes de militantes, de profesionales, de gremiales, y por supuesto de empresarios.
Lo que falla en la memoria nacional y no nos cansaremos de recordar es que Banzer no depuso a ningún gobierno constitucional, sino que derrocó a un dictador como el general Torres, que a su vez había tomado el relevo al general Ovando, que sí había conspirado y tumbado al gobierno legítimo del Dr. Luis Adolfo Siles. ¿Quién le hizo más daño a la democracia entonces? ¿Banzer u Ovando? ¿Fue peor echar del Palacio a Torres o a Siles Salinas? ¿Botar a un general golpista o a un abogado civil? Esto es lo que la juventud actual no sabe porque estas no son épocas de verdades sino de fábulas: Hugo Banzer no rompió ningún proceso constitucional.
Es más, los hombres tienen vida desde que nacen hasta que mueren y no digo ninguna originalidad. Sin embargo, de Banzer sólo le recuerdan sus años de dictadura, es decir, de 1971 a 1978. ¿Pero y entre 1979 y su muerte en el 2002, qué? ¿No fundó un partido político importante? ¿No ganó desde el llano dos elecciones presidenciales? ¿No resignó el mando a favor, el Dr. Paz, en 1985, obedeciendo la Constitución? ¿No hizo un Pacto por la Democracia con quienes le habían quitado el poder para evitar que Bolivia muriera en la espiral hiperinflacionaria? ¿No pactó lealmente con la izquierda de aquellos años para superar los “ríos de sangre”? ¿No logró unir junto a él, con diálogo y criterio, al 70% de los parlamentarios en el Congreso en 1997? ¿No dejó el mando a su sucesor constitucional sin las matufias ni trampas que hoy son el pan cotidiano entre los bolivianos?
La violencia en los años de dictadura fue lamentable, sin duda. Quienes sufrieron persecuciones o cárcel tendrán motivos para no olvidar y eso se debe respetar. Como tantos otros compatriotas a lo largo de nuestra violenta vida política, donde muy pocos se han salvado de sufrir. Pero el general Banzer fue infinitamente menos duro que los militares que gobernaban en los países vecinos por entonces, cuando la Guerra Fría ardía con bombas y bala. O recordemos lo que fue la violencia de los gobiernos movimientistas y del terror que impusieron y de los millares de exiliados que se tuvieron que marchar. Hasta al gobierno del propio general Ovando, aunque breve y santificado por la izquierda, se le contabilizan los muertos y desaparecidos en Teoponte, y casos de asesinatos no esclarecidos, selectivos, como los de los esposos Alexander, el periodista Otero Calderón, el dirigente campesino Solíz, el general Larrea, de la Quintana y no sabemos si otros más. Sin pretender hacer un siniestro catálogo de asesinatos, que sería lamentable, es necesario ver de dónde vienen las descalificaciones y con qué intención. Existe hasta la burda, majadera, y aviesa acusación, de que Banzer hubiera sido quien ordenó la ejecución de Marcelo Quiroga Santa Cruz.
Algo había que decir en estas fechas aunque no sea del agrado de muchos. Algo sobre cuando abortó el plan izquierdista de capturar el poder con una Asamblea del Pueblo elegida a dedo, Tribunales Populares en ciernes, milicias armadas como las que hoy alienta el MAS, y silenciar la libertad de prensa con el asesinato de periodistas y la toma de un periódico como El Diario. Permanecer en silencio, oyendo y leyendo opiniones adversas, no hubiera contribuido a nada. Mucho peor ahora que el gobierno del “cambio” trata de aparecer como socialista, ahora que el MAS busca desesperado una ubicación ideológica que no encuentra, tratando de rescatar ideas y robarse personajes de la izquierda de los 70´s que se habrían espantado de ver lo que sucede hoy en Bolivia.