Picoteando trabalenguas y atropellos lingüísticos
En caminata de olor a pueblo, como llamo a mis periplos por ésos grandes supermercados de compras por impulso que son las ferias semanales, aparte de queso y miel campesinos, me antojé de una palmera chamaedorea elegans, prometedora con sus varios brotes. Tomé un taxi de vuelta a casa. Me tocó un afable conductor, que hurgó mi boca hasta intrigarse con el calificativo de ignorante con el que a veces tildo a víctimas de mi sardonia. Expliqué que todas las personas somos ignaros. Por ejemplo, yo puedo saber de “sertaneros” al haber leído Os Sertões de Euclides da Cunha y La guerra del fin del mundo de Mario Vargas Llosa, pero no sé tanto de siembras y cosechas como uno que otea el horizonte, huele el aire, y sabe si llegará una lluvia oportuna para paliar la sequía en ésa ruleta, pocas veces ganadora, que es la agricultura campesina.
Le hablé de mi aprieto al recibir comentarios que evalúan mi prosa como difícil, (rebuscada quizá la llaman a mis espaldas). No es lo mismo tener un léxico de mil palabras que otro de quinientos, y menos el generalizado de la parla popular, ¿de trescientos vocablos? ¿Escribo para los que me entienden, o reduzco mi vocabulario? Cité la vez que leí La consagración de la primavera, de Alejo Carpentier, cubano nacido en Suiza, musicólogo resbalado a periodista y luego a novelista, qué lindo. En la modesta edición cubana, regalo de una amiga de ése país, resalté en amarillo tantos vocablos cuyo significado ignoraba, hasta terminar con el mataburros al lado y el libro entre bilioso y pajizo.
Sin tener a mano un resaltador amarillo ni diligencia para anotarlas en un cuadernillo, algo así me sucede con las siglas de entidades que han proliferado como hongos después de la lluvia. Por ejemplo, no había terminado de internalizar “PTJ”, Petejota (Policía Técnica Judicial), que la función policíaca hizo mitosis –si fuera Carpentier inventaría el verbo ‘mitosear’– en entidades cuyas siglas son trabalenguas que redundan: Felcc (Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen); Felcn (Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico; Felcv (Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia). ¿Quiénes saben qué es el SIPPASE? Atragántense con el Sistema Integral Plurinacional de Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia en Razón de Género. De acuerdo a la Ley 348 de 9 de marzo de 2013, es Ente Rector de la Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia.
Me recuerdan al cura Bartolomé de las Casas y las Leyes de Indias, que intentaban proteger a los indios del abuso patronal en la Colonia. Los encomenderos del Nuevo Mundo decían “obedezco, pero no cumplo”. Como hoy, pues antes que se pueda citar tamaño bocado verbal, varias féminas estarán sufriendo palizas por no servir la sopa caliente al conviviente borracho. Porque en leyes estamos en Suecia y en Zimbabue por la capacidad de hacerlas cumplir. El cepo en la plaza principal y encapuchadas mujeres golpeadas que chicoteen con ortiga en mano sería una alternativa, al no tener suficiente infraestructura carcelaria para castigar a los infractores.
Señal tal vez de que pocos asuntos importantes tiene Bolivia en el plano internacional, es sesuda cuestión que el Canciller comente sobre el sexo entre las piedras: ¿acaso no había disquisición medioeval sobre el sexo de los ángeles? Confieso que altera mi bilis la condescendencia de dientes para afuera con las mujeres. Mientras menudean los casos de violencia familiar, se insiste en redundante reiteración a título de “cambio”. Cómo no, si cual fueran faunos rijosos en paraíso mitológico de ninfas en celo, el Presidente quizá instó a cocaleros a preñar a las indígenas del Tipnis, al mismo tiempo que redunda con “compañeros y compañeras”, “bolivianos y bolivianas”. Y Lilly Montano, ‘Ternurita’ y ‘Cotapati’ quizá aplaudieron.
No sé quien firmó el comentario, pero me saco el sombrero ante el vejete sesentón que recordó la norma gramatical de los participios activos en los tiempos verbales. El del verbo ‘atacar’ es atacante; el de ‘cantar’ es ‘cantante’; el de ‘existir’ es ‘existente’. Se pregunta, “¿cuál es el del verbo ‘ser’? Es ‘ente’, que significa ‘el que tiene identidad’, en definitiva, ‘el que es’.” No es lo mismo tener un cargo público que sufrir una carga púbica, o ser una carga pública. Atenti Cristinita, por eso se dice ‘Presidente’, no ‘Presidenta’, sin importar el sexo del que, o la que, realiza la acción. Recalca que por analogía se dice ‘independiente’, no ‘independienta’; ‘estudiante’, no ‘estudianta’; ‘paciente’, no ‘pacienta’; ‘dirigente’, no ‘dirigenta’, ‘capilla ardiente’, no ‘ardienta’, etc.
¿Cuál es el motivo de tales dislates? Mi adulado apunta a políticos y periodistas (no ‘periodistos’). Indica que razones ideológicas o ignorancia de la gramática subyacen el mal uso de la lengua, defecto que nada tiene que ver con el aforismo italiano “cuando el vigore mengua”. Irónico, lamentó aguar la fiesta a supuestos hombres que por adulones se plegaron al baile: el ‘dentisto’, el ‘poeto’, el ‘turisto’, el ‘sindicalisto’, el ‘proyectisto’, el ‘artisto’, el ‘telefonisto’, el ‘masajisto’, el ‘electricisto’, el ‘saxofonisto’, el ‘cornetisto’, el ‘oculisto’, el ‘golfisto’, el ‘maquinisto’, el ‘policío del esquino’, y otros. Remata, “y sobre todo, ¡el machisto!”
“Las palabras son tan malas, cuando no se dicen con el corazón”, canta Mocedades. O con el corazón corroído por la ideología, o el fanatismo, de un mal entendido cambio, acoto yo.