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El socialismo ilusorio del siglo XXI

Como en fachada de pueblo Potemkin del imperio soviético de antaño, las apariencias tapujan el socialismo del siglo XXI, expresado en números romanos, equivalentes a 21 en grafía arábiga. Al paso que vamos, impondrán nudos en cordeles incaicos, que no eran aymaras. Como el siglo XX fue de cambalache, “el que no mama es un gil”, este siglo XXI será el de las ilusiones.

La uruguaya Viviana Padelin resume etapas del socialismo del siglo XXI, tildándolo ‘neocomunismo del Foro de São Paulo’, guisado que hierve en olla castrista a fracasados de la izquierda latinoamericana. La receta requiere agua de la bipolaridad ideológica del capitalismo salvaje y el socialismo estatista caído a estalinismo, ambos extremos despóticos y contrarios a la libertad. El platillo no es para que lo disfruten ricos y pobres, en sociedades más justas, igualitarias y de oportunidades similares: es obtener y conservar el poder político. Como en toda dicotomía, la pregunta es: ¿hay hitos centristas esperanzadores?

Padelin habla de etapas. Hay algunas coincidencias con el ‘gobierno del cambio’. En una etapa de implantación el rasgo principal es el populismo y el instrumento es la siembra de votos. El populismo está presente en el gobierno desde las plazas, endiosar categorías falaces como los “movimientos sociales”, y el ensalce de la “democracia” del despelote y pies ampollados de ‘marchas’ y ‘manifestaciones callejeras’, que de último, a veces no son del agrado gobiernista.

Se siembra votos con el asistencialismo de bonos que han reemplazado a monedas de alforjas de la grupa equina del caudillo, la creación o aumento de asignaciones familiares, los planes de empleo de emergencia: a cambio de votos, limpiar basura de la plebe cochina, ¿hace más dignas a las infelices del Plan de Empleo de Emergencia (PLANE)?

Documente cualquiera el incremento del aparato estatal: cada nueva pega pública cuadruplica sufragios gobiernistas por el voto familiar; cada nuevo empleo es otro burócrata que, a las buenas o las malas, engrosará asistentes a ‘manifestaciones espontáneas’.

Ni hablar de las ‘colas’ en el registro de votantes; en el país hay más de 600.000 adicionales. Menos aún, la invención fulera del traslado de gente para registrarse en determinados lugares, que evoca chanchullos electorales de hace más de medio siglo. ¿Habrán depurado esos diz que centenas de miles de votantes ‘chutos’ con mañas probadas en países ‘revolucionarios’, de anteriores elecciones?

El que golpea primero, golpea dos veces. Padelin las puso en una segunda etapa; los asesores foráneos del Gobierno las adelantaron. Hablo de la Asamblea Constituyente, que por ceca o meca aprobó una nueva Carta Magna en un cuartel, a la medida de sus falacias a medio digerir. Hablo de ataques a la Iglesia Católica, que más temprano que tarde extenderán a otras persuasiones cristianas. Hablo de la desvalorización de símbolos patrios, que ha falseado pendón a cuadros de Flandes, haciéndolo un símbolo ‘originario’ que regodea a oficialistas al embutirlo a los cruceños; ¿no es urticaria picosa que el himno de Santa Cruz cite a la ‘España grandiosa’? Hablo de crear empresitas estatales ineficientes, el asalto de tierras privadas por invasores aleccionados y el auge de la coca para cocaína en Bolivia. Hablo de cooptar mandos superiores de militares, quizá a punta de talegazos y media docena de trastos bélicos; hoy nuevos generales parecen mariscales rusos sin haber ganado una batalla, y más bien rindieron en mesa una de las pocas victorias de las FF.AA: la campaña de Ñancahuazú.

El régimen se consolida mediante el auge del narcotráfico, que evoca hidra a la que se corta una cabeza y surgen tres. Proliferan las pistas clandestinas, aparte de que en las republiquetas de los cocaleros rige impune el linchamiento disfrazado de ‘justicia comunitaria’. Bajan la barra de calidad de la clase media, que se marchita con reducción de sueldos, impuestos e inflación, surge una nueva clase social de afluentes políticos –‘originarios’ atravesados y ‘narco-ricachones’- que atizan boom inmobiliario urbano con dólares apilados en aguayos: en casuchas del monte parquean sus ‘Hummer’ y en las sendas no ingresa la policía. Además del misterioso aeropuerto internacional de Chimoré, proponen otro a pocos kilómetros: ¿será para que no se embarren las avionetas pichicateras?

La corrupción es una ballena que canta a unos y traga a otros. ¿No es una charada que conozcan casos de peces pequeños oficialistas, mientras escupen la ponzoña del oprobio público y judicial, culpando con tramoyas muchas veces armadas a los adversarios políticos?

En etapa de consolidación braman cañones del asalto a la libertad de prensa, en los pocos medios que, aún con autocensura, pueden ficharse como independientes. Equivalen a libre pensantes que han sido penados con el ostracismo del árbol de las peras. ¿Hasta cuándo durará el asedio, si aprueban ley mordaza al periodismo libre, desde ya acosado por el discriminatorio uso de contratos de avisaje oficial?

Si la prioridad es conservar el poder político, ¿quién puede negar que el partido de gobierno haya tenido éxito al seguir montado en el caballo del corregidor? Puede que postergarlo antes de las elecciones sea astuta estrategia para evitar ‘juicios’ amañados que inhabiliten candidatos opositores, pero la desunión de opositores huele al tufillo del egoísmo de nuevos salvadores de la patria. ¡Únanse para que por lo menos no haya un rodillo parlamentario de levantamanos en el Congreso!

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