ArtículosIniciosemana del 3 de NOVIEMBRE al 9 de NOVIEMBREWinston Estremadoiro

Las elecciones en Brasil y la relación con Bolivia

¿Será que el estrés engorda? Creo que sí, me dije después de repetir una feijoada ‘comprida’. Lo confirmó una foto de Dilma Rousseff de pantalones y faz aumentados por el exceso de peso, después de ganar la reñida reelección a la presidencia de Brasil ‘deraspapinchete’, en un gran país dividido que será más difícil de gobernar. Vaticino que su próxima justa electoral será entre Lula da Silva y Aécio Neves, de la que dependerá la reelección de Evo, para entonces indefinida, hasta 2025 y la celebración de dos siglos de la República de Bolivia, ahora denominado Estado Plurinacional.

¿Cuáles son las repercusiones en nuestro país? Para empezar, en las felicitaciones por tuits de los mandatarios afines –Maduro de Venezuela, Cristina de Argentina, Correa de Ecuador- brillaba por ausente la de Evo de Bolivia, quizá porque no maneja, como yo, ese conducto de comunicación superficial de estos tiempos. Algo debe haber tenido la bronca latente de Dilma –no hay peor resentimiento que el femenino- hacia Evo Morales, cuando visitó Bolivia como Ministra de Energía y le revisaron el avión cual si fuese una vulgar pichicatera. Como la reina Victoria en tiempos de Melgarejo, ya la Rousseff hubiese tachado con una cruz a Bolivia por la demagógica toma militar de instalaciones de Petrobrás, presidida por la jeta enhiesta del jefazo andino durante la llamada ‘nacionalización de hidrocarburos’.

Cedimos a Perú la antorcha del sur sudamericano en lo que a gas natural se refiere por migración de capitales golondrina en el sector, en lo que fuera una renegociación de contratos ventajosa para el país, lo reconozco. No sé cual pesa más, pregunto: ¿será el abuelito Lula quien mantiene abiertos los canales de la relación bilateral, o será la inversión inmensa en el gasoducto SanSão (Santa Cruz-São Paulo) del que hay que recuperar su costo? Pero el destape del escándalo de Petrobrás tendrá efecto en la relación Brasil-Bolivia, peor si nuestro país jugó un papel en el intríngulis. Hoy critican hasta la compensación brasileña por el ‘gas rico’ boliviano, que no había sido aprovechado como debía por el gigante vecino. Vaticino que todo esto influirá en las negociaciones de nuevos precios por el gas en el contrato a regir desde 2019.

Si es firme la decisión de hacer de Bolivia el centro energético de esta parte del mundo, urge priorizar algunos elementos relacionados con Brasil en tal política de Estado.

En el lado de la oferta energética boliviana, dejarnos de falsos asquitos pachamamistas y negociar la construcción conjunta de las represas hidroeléctricas, binacional aguas abajo de Guayaramerín, y de Cachuela Esperanza, bajo el concepto de que el hombre modifica el paisaje natural y la naturaleza se renueva. De paso, con esclusas tendríamos otro acceso al Atlántico por el Amazonas. Si van a exportar, se requieren líneas de transmisión entre el Servicio Interconectado Nacional (SIN) y los mercados. No hablo de Misicuni, cuyo aporte de 120 MW al SIN está para Dios sabe cuándo. Lo que mañana serán residuos exportables, pasado mañana serán volúmenes considerables de energía renovable que redituarán buenos ingresos para el país.

En el lado de la demanda, no se lanza en clavado a una piscina sin agua. Adelántense los estudios de la necesidad energética brasileña y sondeos amistosos que busquen complementariedad entre oferta y demanda, porque a mal haya que Bolivia vaya a competir con Itaipú en el sur brasileño. No Rondonia quizá, pero ¿qué tal los dos estados que honran el mato-grosso, la mata gruesa de sus montes bajos, al tiempo que los Llanos de Moxos se transforman en una gran factoría cárnica y de frijol negro, los bifes para los nuevos pequebú chinos y los moros para la feijoada carioca?

Si Brasil puede oxigenar nuestro país con acceso al Atlántico por esclusas en hidroeléctricas del río Madeira, no es menos cierto que la puertecilla a la Hidrovía Paraguay-Paraná, Puerto Aguirre, depende del país vecino. En vez de naufragar barcazas paseando, y ahogando, visitantes, o perder millones de dólares contratándolas de estafadores asiáticos, ¿por qué la Naval no adquiere equipo para dragar el canal Tamengo, quizá hasta ese Puerto Suárez que lo es solo de nombre? En Texas, Houston, aparte de ser la tercera ciudad de EE.UU, es uno de sus principales puertos marítimos, por un cordón umbilical de un canal de 75 Km de largo.

En lugar de enajenar a países que deberíamos adular, como Perú y Brasil, porque ‘juegan sucio’ en el ferrocarril transcontinental que rodea al país, ¿por qué no ver la ventana de oportunidad de ser la cintura del continente? Ilo será puerto de cuantía no tanto por la voluntad boliviana de acceder al mar, sino por la necesidad brasileña de llegar a puertos del Pacífico, peruanos y chilenos, en camino a los mercados del Asia. Mantengo la posición de que un apego a Brasil volcará a nuestro favor la balanza de obtener un acceso soberano al mar, que depende tanto de Chile como de Perú, no lo olvidemos.

Casi me caigo de la hamaca cuando desperté del sopor de la siesta, propiciada por mi gula con feijoada de domingo, larga y abundante, que tenía de todo y de todo comí, hasta repetir el postre brasileño de ‘goiabada’ con queso. Había soñado con un mundo raro, un ensueño de mi patria Bolivia sin impostores, corruptos e imprevisores, en su relación con el gigante vecino con el que tenemos la frontera más extensa.

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