La misión de este Gobierno es perpetuarse en el poder y bajo esa consigna actúan los operadores.
Por: Diego Ayo – Politólogo
No se trata de hacerse el vivo una vez que los resultados ya son conocidos, sin embargo, creo que nunca estuvo en duda la presencia de José Luis Exeni o el ingeniero Costas. La explicación está en la necesidad de buscar la re-re-reelección, indudablemente, que a su vez responde a la lógica del modelo político del MAS.
Es imprescindible, pues, conocer cómo es que funciona este modelo. La base está en su origen. Son diversos rasgos que caracterizan su andar, aunque en esta reflexión me interesa referirme a uno de esos aspectos que conlleva la aparición de otro.
El primero se refiere al quiebre del sistema de partidos que tuvo vigencia de 1985 a 2003. Y el segundo, como correlato, alude a la emersión de los denominados operadores políticos.
Los partidos desaparecen y queda un vacío político enorme. Ese vacío ha sido llenado, de acuerdo a la propaganda oficial y los análisis de algunos intelectuales, por los movimientos sociales.
No se puede negar cierta validez a esta tesis, pero de tanto repetirse esta certeza –casi como mantra político/religioso-, se perdió y pierde de vista que, en realidad, ese vacío ha sido copado, ante todo, por los operadores políticos mencionados.
De ellos ni se habla pero son cruciales para asegurar la marcha del modelo.
¿Quiénes son ellos? Pues al perderse los partidos, surge una camada de decisores políticos, encargados de manejar las riendas de las áreas políticas más sensibles. Quede claro que en la época partidaria también existieron operadores políticos.
Claro que sí, eso no está en discusión. Sin embargo, lo que sí debe ponerse sobre el tapete es el nuevo rol que cumplen estos señores.
En aquellos días su alcance estaba limitado por la sola presencia partidaria. A los partidos se les puede pedir un ajuste de cuentas, a los operadores no. Ellos trabajan en la sombra.
A los partidos se les puede pedir negociar, a los operadores no. Ellos ven en los opositores sólo vallas en el camino. A los partidos se les puede pedir pensar/debatir, a los operadores no. Ellos cumplen la orden y ya. En fin, la simple existencia de los partidos servía como freno. Ese freno ya no existe, por lo tanto, lo que queda es esta nueva presencia, la de los operadores.
Téngase en cuenta que la misión de este Gobierno es perpetuarse en el poder. Bajo esa consigna actúan los operadores. ¿Cómo es que actúan? Pues se reparten las áreas más decisivas en el acontecer político. En la:
- a) mediática, seguramente es Jimmy Iturri (que ya ha sido puesto en evidencia por Raúl Peñaranda en su libro Control remoto, que con más o menos errores y/o debilidades metodológicas, está muy cerca de esta verdad que explico);
- b) jurídica/legal es Héctor Arce (que tiene una excelente formación en derecho constitucional y tuvo una incuestionable aunque disimulada presencia en la Asamblea Constituyente, el «gabinete paralelo”, y en la elaboración de las leyes jurídicas);
- c) de seguridad militar y policial la injerencia de J.R. Quintana es decisiva (en su pasado académico destacan sus excelentes aportes al funcionamiento mediocre e impune de los mandos policiales y militares);
- d) legislativa es Gabriela Montaño (ya sin Carlos Romero al frente y con el Gringo González todavía en proceso de aprendizaje, es fundamental su rol);
- e) internacional y/o de relación con la cooperación internacional, es Luis Arce, lúcido economista que maneja hasta el último centavo que entra o sale del país y, que es lo que alude al comienzo de esta reflexión;
- f) electoral, son Exeni y Costas que, más allá de sus atributos personales (en el caso de Exeni no me queda dudas de su enorme calidad profesional como colega politólogo), tienen la misma misión que sus pares operadores, sólo que en esta área.
Cabe enfatizar cómo es que funcionan estos operadores. A pesar de su talento profesional e inteligencia (no hay duda que todos ellos son ciudadanos muy inteligentes y formados), su rol no es el de pensar.
No, ellos no usan su inteligencia para proponer temas de debate. No: el debate está cancelado. Su rol es único: hacer que «sus áreas” se cuadren. Montaño no quiere discutir con sus colegas parlamentarios, quiere que obedezcan; Iturri no quiere libertad de expresión, quiere sometimiento mediático; Arce Zaconeta no quiere pluralismo jurídico y renovación judicial, quiere leyes hechas a la medida para beneficio corporativo; Quintana no quiere lo que siempre propuso (como académico): institucionalización de las Fuerzas Armadas y Policía, quiere cooptarlas y que apoyen «lealmente” a Evo; Arce no quiere cooperantes díscolos o que vayan por su cuenta, los quiere sumisos y poniendo plata y, finalmente, Exeni y Costas no quieren competencia abierta y transparente, quieren re-elección a como dé lugar. Así funciona la cosa.
Los rasgos son, en suma: no debate (no hay nada que debatir, el «pueblo” quiere perpetuación ad eternum del líder), quiebre de la institucionalidad (los acuerdos son en secreto, sin posibilidad de ser supervisados y de que, por ello, haya rendición de cuentas) y no pacto (hay que ejecutar, no estar charlando). Todo ello aderezado, según el operador y de acuerdo a las «exigencias” del área, de mayores dosis de ética y estética (es decir, aunque suenen muy plurales y democráticos o muy decididos y agresivos, sabemos a lo que apuntan).
En un escenario como éste, es claro que la democracia es una fachada de ritualidad electoral (más aun teniendo en cuenta que los métodos usados por los operadores incluyen inobjetablemente amedrentamiento y/o cooptación).
Pero no es una democracia en serio. Nuestros flamantes magistrados, por ello, son pues en realidad viejos operadores políticos.