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Temer es de temer

Será un simplón juego de palabras, pero Temer es de temer. Me refiero a Michel Temer, nuevo Presidente brasileño de 75 años, con una esposa joven y bella que auguro hará las delicias de la crónica rosa. Y de la amarilla también, si es que los hurgadores de notas atrevidas hallan instancias indecorosas en su pasado, o los paparazzi toman fotos de un escote atrevido o a una braguita expuesta. Porque si Michel Temer es de temer, su Marcela es un tremendo bombón.

Sin embargo, lo temeroso para la Bolivia de Evo Morales del nuevo mandamás brasileño son los cambios en su política exterior. Hasta hoy su diplomacia estuvo ligada al Foro de São Paulo que apadrinó Lula da Silva, con ideología cubana y petrodólares venezolanos. Brotaron cual hongos después de la lluvia los regímenes coaligados al Socialismo del Siglo XXI: además de Cuba, Brasil y Venezuela, sus corruptelas populistas prendieron en Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y un montón de paisitos de islas del Caribe interesados en el petróleo subsidiado por el botarate Hugo Chávez.

A pesar de afrentas de la ocupación militar de sus predios petroleros, a nombre de una dudosa nacionalización y presidida por la mussoliniana jeta del demagogo, Bolivia de ahijada adulada de Lula da Silva resbaló al hielo de Dilma Rousseff, Ministra de Energía y mandamás de Petrobras que ocultó su bronca cuando revisaron su avión en La Paz como si fuera una vulgar pichicatera. Encima, se nombró a embajadores en Brasilia quizá más interesados en la “caipirinha” o en el “jogo bonito” de fútbol, que en la importancia de Brasil para nuestro país.

Las declaraciones de su flamante Canciller dan la pauta del cambio del gigante brasileño. No va más eso de ser ahijada adulada de Lula; ni siquiera la sonrisa del perro que pela los dientes sin sentirlo, de su sucesora. José Serra es un “conocido anti-bolivariano” y crítico del gobierno de Evo Morales: “¿cree que Bolivia podría exportar el 90 por ciento de la cocaína que se consume en Brasil sin que el Gobierno sea cómplice?”, declaró en 2010.

No es poco lo que está en juego en la política exterior boliviana. En tiempos en que Bolivia y Chile están en peligrosa pulseta de bases y puestos militares vecinos a los manantiales de Silala, se ha perdido un contrapeso brasileño al siempre guerrista ejército chileno, en momentos que un pueblo poco previsor y dado a la fanfarronería se debate en sequías e inundaciones parecidas a los males de 1879. El agua se puede añadir al guano, salitre, cobre y litio incorporados por la fuerza a la economía de Chile. Por el lado brasileño, la venta de gas natural y el narcotráfico. Por el lado boliviano, los refugiados políticos cada vez más locuaces a futuro y los nuevos dueños brasileños de fértiles tierras del este cruceño.

En tiempos de vacas flacas y sin hablar del comercio boliviano-brasileño, hay temas poco atendidos por el centralismo paceño-aymara. Brasil circunviene a Bolivia en un corredor bioceánico; se descuida el acceso mejorado a la Hidrovía Paraguay-Paraná, a las hidroeléctricas y esclusas en el río Madera que darían acceso al río-mar y al Atlántico, a la venta de excedentes de energía eléctrica. Son prioridades del país, pero la Cancillería anda más preocupada con “ajtapis” y viajes al exterior e interior del país del Jefazo vitalicio, para darle un aura de estadista y benefactor.

Mientras tanto, se ajustan las tuercas institucionales en favor del partido de gobierno. Ahora, ¿quién podrá defendernos?, diría alguien clamando por el Chapulín Colorado, si el nuevo Defensor del Pueblo es un ex funcionario gobiernista. Menudean proclamaciones en favor de la re-re-re-elección que tiraría al tacho de basura un referendo constitucional que contrarió pretensiones prorroguistas. Si antes trocaron la dependencia del “Imperio” por la efímera bonanza venezolana, hoy venden el alma boliviana al diablo chino que provee, entre otras cosas, helicópteros sobrevaluados al extremo y sin repuestos, mediante corruptas adjudicaciones sin licitación. Pedirán que un senador opositor devuelva sueldos porque no tenía libreta militar, pero intocable será el Vicepresidente impostor de títulos.

La noticia internacional cuenta que YPFB gastó 2.200 millones de dólares en “imagen corporativa”, mientras que sólo ha invertido $25.000 en capacitación de su personal. No obstante, la bosta recién llegará al ventilador y pringará a muchos oficialistas, cuando el nuevo régimen brasileño dé cuenta de tentáculos en Bolivia del escándalo Lava Jato. Es cuestión de tiempo, y así Evo Morales manifieste su indignación con la suspensión de Dilma Rousseff, más afectado estará cuando se revelen los misteriosos viajes a Brasil de frondosas comitivas masistas a negociar “arreglos” con el gobierno petista y la corrupta OAS; de la “ganga” ofertada por la doble vía La Paz-Oruro, las carreteras Potosí-Tarija y Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, esta última con sobreprecio y asesina del Territorio Indígena y Parque Nacional “Isiboro-Sécure” (Tipnis). Ahí se cerrará el círculo entre afirmaciones del nuevo Canciller brasileño y la naturaleza del gobierno cuyo mandamás preside las federaciones de cocaleros del Chapare.

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