Anti-historia de guerras perdidas
Todos los años hago propósito de coleccionarlos. Queda en nada, como propósito de Año Nuevo de reducir kilos de la cintura. Hablo de suplementos que cada 6 de Agosto publican los diarios. El más penoso es el lamento de pérdidas territoriales bolivianas a sus cinco vecinos. Tres de ellos debido a guerras perdidas; dos a negociaciones y arbitrajes que las evitaron quebrando la cola. Fuera solo para informar, cito las instancias bélicas.
En 1825 nació la República de Bolivia con casi dos millones y medio de kilómetros cuadrados (Km2). Hoy solo tiene un 1´098.581 Km2, en una vastedad equivalente a Texas y California juntas. Es casi 27 veces mayor que Suiza, el país que con sus $83.718 dólares de PIB per cápita, íbamos a alcanzar en 20 años según el blablá de un impostor de títulos. Pasaron la mitad y nada: se tiene un PIB per cápita de poco más de $6.000 dólares. (“Taquipayanacu” de fondo).
La pérdida más pequeña, 120.000 Km2, es la que más lagrimones provoca. Claro, fueron 400 Km de costa marítima dejada a Chile en la Guerra del Pacífico, que empezara un 14 de febrero de 1879: ¡viva el carnaval! Fue una guerra avisada, desde que el chileno Diego Portales alertó de la necesidad de crecer al norte, primar en el dominio del Océano Pacífico sur frente a Perú y desbaratar la Confederación Perú-Boliviana en 1839. Chile fue comiendo de a poco el Departamento del Litoral, nuestra décima estrella en el escudo. ¿Serán los manantiales, los salares y los lagos multicolores sus próximas presas? (Yaraví de fondo).
La torta negra más grande del mapa enlutado es de Brasil. Empezó en 1867, cuando fagocitaron la parte adyacente al río Madera, sin que andinocéntricos diplomáticos quizá ignorantes de la Amazonia, negociaran quedar con un pedacito de la ribera al norte del río y allende las cachuelas, usando ventajas de una zona franca en Porto Velho. También brilló la inopia de Melgarejo al ceder la ribera occidental del río Alto Paraguay, dejando a Bolivia con uñas de gato de acceso a lagunas del Pantanal, además de lo que se nombra como Mato Grosso. El Acre fue vendido a Brasil en 1903 por dos millones de libras esterlinas y el tren de la muerte para sortear las cachuelas, después que siguieran el libreto gringo que birló Texas a México. Ante el triunfo de las armas bolivianas, el Barón de Rio Branco amenazó invadir Bolivia desde el este. La cereza de la torta fue el triángulo entre la naciente real del río Verde, una naciente falsa en el río Tarvo, y la laguna Marfil: 2.600 Km2 cedidos en 1928, dicen. (Samba de enredo de fondo).
Si Manaos irradió el desarrollo amazónico brasileño, Riberalta es su similar en Bolivia. Al crear el Departamento Pando, pesaron más diputados paceños y cruceños (y el interés de Nicolás Suárez de tener al Estado lejos de Cachuela Esperanza). Debería honrar a Vaca Diez, con capital en la Perla del Manutata. Bahía era una barraca gomera que Bruno Racua incendió con una saeta ígnea al techo de palma seca. Él era uno de siringueros riberalteños de la Columna Porvenir, que victoriosos en Bahía recuperaron la hoy Cobija, hasta que semanas más tarde llegaran tropas de La Paz a punta de remo y batelón, a corretear a los invasores.
La Guerra del Chaco también fue un entuerto avisado. Cuando el cruceño Miguel Suárez Arana fundó Puerto Pacheco en 1895, el nombre lo puso en honor del presidente sucrense para lograr alguna atención. No impidió que una cañonera paraguaya llevase presos a Asunción a fundador y pobladores, mientras en Bolivia se trenzaban “chuquis” y “chucutas” por ser capital de la república. En 1928 hubo el “incidente” del Fortín Vanguardia, cercano a Puerto Suárez, que Paraguay ocupó por unos días. Cinco años después, el desacato de un milico originó una guerra que hoy disfrazan con haber cedido al Paraguay 234.000 Km2, (¿la mitad?), de “598.000 Km2” del Chaco Boreal. En verdad, los valientes “pilas” fueron los que corrieron a guascazos a los “bolis” del Chaco, al revés de lo que Salamanca arengó ¿Hay petróleo en Puerto Pacheco, en el Fortín Vanguardia, en la laguna Pitiantuta? Las negativas rebaten la versión de que el conflicto se debió al tira y afloja de la Standard Oil (estadounidense) y la Royal Dutch Shell, que no es alemana sino holandesa y tampoco real porque desde 1918 Alemania no tuvo rey. Yo conocí al héroe de Boquerón, el Coronel Marzana, cuando arañaba un penoso pasar enseñando inglés en Irpavi. (Guarania Recuerdos de Ypacaraí de fondo).
¡Basta ya de aparentar! Si algo enseña nuestra historia bélica, es la desidia y la imprevisión de un país andinocéntrico. Desde que Bolivia fuera conocida como la Prusia americana, mandamases militares andan más ocupados en prender medallas que les asemejan a mariscales rusos sin haber ganado batallas, y en hacer rectas las corvas de reclutas para que sea impecable el paso de parada. ¿No es una sinrazón que un país de “36 nacionalidades” se intente colonizar con una delgada patina de aymara? En la Bolivia diversa en paisajes y multicultural en lo étnico, bien podrían incentivar la competitividad forjando cuadros de acuerdo a la gente y los rasgos geográficos de cada región. Como los Incas. (Tonada andina “El cóndor pasa” de fondo)