ArtículosInicioSusana Seleme Antelo

Dictadura revestida de democracia

El jefe del régimen Evo Morales definió la naturaleza de su gobierno, al afirmar que los pedidos de independencia de poderes pretenden «descuartizar” la estructura de su Estado Plurinacional. “Por la boca muere el pez”, dice el refrán.  Más que pluri, es concentrador, autoritario, centralista y represivo.

¿Nadie le ha contado a Morales que el artículo 12 de la Constitución Política, con tres muertos a sus espaldas, afirma que «La organización del Estado está fundamentada en la independencia, separación, coordinación y cooperación de los órganos Legislativo, Ejecutivo, Judicial y Electoral”.  Un poder más que durante la República y que los clásicos estudios de la organización del Estado en democracias modernas.

Aquí no hay independencia, ni separación, ni coordinación, ni cooperación sino subordinación total, acorde a una “dictadura revestida de democracia”. Este concepto lo tomé del profesor Fernando Mires hace años, y lo reitero sin tregua porque  define a carta cabal el gobierno de Morales.

Introdujeron el poder electoral para  tenerlo tan amarrado como a los otros tres, más el militar y policial, supeditados todos a la dominación política.  La dictadura revestida de democracia incluye el poder de los movimientos corporativos de cocaleros, cooperativistas mineros, transportistas, gremialistas y algunos sectores indígenas. Camuflados en el ‘proceso de cambio’, ellos sí han descuartizado el Estado para dejarlo en los harapos que hoy quedan. Tan harapiento que no respeta la consulta previa e informada a los pueblos de territorios indígenas, ni vela por la ‘madre tierra’, sus primeros ‘comodines’.

 El régimen de Morales se dice  democrático solo por el método: elecciones a diestra y siniestra, que han reducido la democracia a la ‘democracia de mercado’: el ciudadano-voto es un simple consumidor de ilusiones populistas.  Este régimen es dictatorial  porque ha desterrado la condición social de la democracia, que es el derecho de toda/todo ciudadano de participar en el gobierno de su país, ciudad o región, a través de sus representantes, merced al debate y la deliberación permanentes.

Evo Morales detenta una “dictadura revestida de democracia” por la no independencia de poderes, y porque ha sustituido la administración de justicia imparcial por guillotinas judiciales contra sus adversarios. A  muchos de ellos, los ha llevado a la cárcel. Leopoldo Fernández exprefecto de Pando, lleva 8 años preso, sin sentencia y sin culpa. Por similar camino van las víctimas del complot contra las autonomías -‘caso ‘Rósza’- con 7 años de juicio, presos, arrestos domiciliarios y exilio, sin haber cometido delito.

A algunos adversarios les pone la bayoneta al cuello, como los 33 juicios al exprefecto de Beni, Ernesto Suarez, 21 al gobernador Rubén Costas y varios a Samuel Doria Medina, político y empresario. Son perseguidos políticos a quienes Morales desea inhabilitar judicialmente, para que no estorben. Igual que los  casi  1000 exiliados políticos.

Esta es una “dictadura revestida de democracia,” porque ha confinado al olvido el ejercicio de la política en el Legislativo, donde debiera darse el debate sobre la gestión pública, la rendición de cuentas sobre el gasto y la inversión, como límite al ejercicio del poder. Esa ausencia de transparencia le permite al ministro de economía comprar alfombras persas y mobiliario para su nuevo edificio, por millones de dólares y hacer megaobras inservibles.

¡Cómo olvidar que ese mismo funcionario negó a los discapacitados un bono de subsistencia! Y ahora confisca a gobernaciones, alcaldías y universidades recursos  del IDH y de regalías, a  costa de proyectos de desarrollo. Pero les aconseja crear nuevos impuestos. ¡Qué canallada política! La excusa es que han disminuido los ingresos de la renta petrolera  y minera.  Empero, no hablan de la corrupción rampante que sofoca Bolivia, tanto que este gobierno es el subcampeón de los corruptos en América Latina. ¿Dónde están los millonarios excedentes de 10 años de bonanza económica? ¿En cuentas privadas, como el dinero del Fondo Indígena, y en los dispendiosos gastos de prensa y propaganda?

Bolivia nunca estuvo blindada frente a la crisis global. Y hoy el problema económico numero uno es político, pues esta dictadura revestida de democracia ya no admite excusas. Urge una apertura política, un pacto social, además del fiscal, para redefinir el carácter del Estado y los controles al poder que, en democracia, no es ‘para toda la vida’, como pretende Morales.

En el debate político se debe hablar de la transición democrática porque Evo Morales no puede ser candidato en 2019. Aunque faltan tres años, se lo impide  el artículo 168 de la Constitución Política del Estado y también la voluntad popular que dijo NO a la re-re-reelección, el 21 de febrero de 2016.

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