Apuntes sobre una nueva administración
El mundo se ha alborotado con la asunción de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos. Miles de estadounidenses salieron a las calles de sus ciudades protestando por su investidura, aun sabiendo que, con esto, no se impide que un mandatario asuma la Presidencia de su país.
Trump, en la inauguración de su Gobierno, pronunció un discurso que renovó el malestar de sus oponentes. Se le criticó su populismo, con una mezcla de nacionalismo ‘demodé’ y un evidente aislacionismo. Las reacciones adversas eran esperadas, pues el nuevo presidente no ha revelado su política con América Latina –excepción sea hecha de México, que ya le ha ocasionado un sinfín de críticas.
Sin embargo, los gobiernos de nuestra región han sido cautos. Hasta ahora no se conocen –salvo alguna excepción– reacciones oficiales adversas a la nueva administración. El vicepresidente uruguayo, Raúl Sendic, decía que “las primeras señales de la administración estadounidense no son buenas”, pero ni el presidente Vásquez, ni la Cancillería uruguaya habían revelado opinión alguna. Por su parte, el presidente argentino, Mauricio Macri, mostró su confianza en una buena relación de su Gobierno con el del presidente Trump, quien ya le había afirmado que “Argentina es un gran país y tendremos la más cercana relación entre nuestros países”.
Antes de la asunción del presidente Trump, el mandatario venezolano, Nicolás Maduro, decía que “Trump no podría ser peor que Obama”. Esto cuando Maduro designaba como vicepresidente a Tarek El Aissami, conocido por su adhesión a la organización Hezbollah, calificada como terrorista, lo que va a contramano con la advertencia del presidente Trump: “… uniremos el mundo civilizado contra el terrorismo islámico radical, que erradicaremos completamente de la faz de la Tierra”. Esto no presagia nada bueno en las relaciones venezolano-estadounidenses.
Pese a sus coincidencias con el chavismo, el presidente Evo Morales tuvo otra actitud. “…con el nuevo Gobierno de Estados Unidos, (esperamos) restablecer relaciones con intercambio de embajadores…”. Pero, ¿será que el presidente va a refrenar su agresividad? ¿Ya no cree que “no necesitamos embajada de Estados Unidos en Bolivia”, como dijo en junio de 2013? Si la normalización de relaciones entre Bolivia y Estados Unidos se basara en la mutua consideración –sin agravios ni acusaciones– será bien recibida por todos. Bolivia necesita amigos; no estar creando enemigos y dificultades con otros países