El TIPNIS como punto de inflexión
Nadie negará que el gobierno de Evo Morales fue abanderado de un proceso de cambio (relevo de rateros, lo llamo yo), que para los indígenas y la Madre Tierra significaba el anhelo de conservar su modo de vida y preservar la riqueza natural boliviana. No va más. Es un hito más de lo que llamo el gran engaño, una esperanza frustrada por la impostura y la corrupción de este régimen.
Los puntos de inflexión pueden abrir un nuevo futuro para este desventurado país. Creo que el caso de la intangibilidad del Territorio Indígena y Parque Nacional “Isiboro-Sécure” (TIPNIS) es uno. Es preciso comparar lo que se dijera en años iniciales con lo que se anuncia hoy en día.
En 1995, el todavía candidato Evo Morales llamó “vagabundo” al entonces Presidente Sánchez de Lozada. Pues vagabundo y medio resultó el que viaja a todas partes con cualquier excusa en avión de lujo, bien comido y siesta chaqueña con alguna gatita que ronronee por ahí. ¿Se le deberá viáticos?
Una vez electo en 2006, hasta un lelo reconocería que la década dispendiosa de Evo se debió al auge de precios del gas y metales que Bolivia exporta. Ahora se acabó la juerga y se viven años de vacas flacas, ¿será que su prorroguismo apunta a borrar huellas del malgasto del dinero de todos?
La primera víctima se reveló en el discurso presidencial de Evo Morales en 2006, en que sin presumir inocencia, sin juicio alguno condenó a José María Bakovic. El Poder Judicial era ineficaz de entrada, pero se lo castró so pretexto de obtener obsecuente militancia política, quizá para no revelar sobreprecios en contratos de caminos. Aparte del curioso trance con la OAS, denunciado por Bakovic, esa “empreiteira” brasileña sentenciada en el Operativo Lava Jato contra la corrupción, ha salpicado al ex Presidente Lula da Silva que puso la “muñeca”, y tal vez pringará también a sus socios en Bolivia. País pobretón que somos, quizá será nuestra versión del escándalo Odebrecht.
El trazo actual de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos es triple crimen del régimen de Evo Morales. Uno, es asesina del TIPNIS y un atropello medioambiental a la que el sabio francés Alcide DÓrbigny llamó “la selva más hermosa del mundo” y los científicos modernos han llamado “un laboratorio de especiación” donde la naturaleza está creando nuevas formas de vida. Dos, es obra con sobreprecio escandaloso: el proyecto original costaba menos de $200 millones de verdes; el nuevo precio llega casi a medio millardo, $500 millones de dólares. Tres, es un genocidio cultural a las tres etnias indígenas originales –Mojeño-Trinitario, Yuracaré y Chimán– en favor de advenedizos cocaleros que se han apropiado del infame Polígono Siete en pleno Territorio Indígena y Parque Nacional que es el TIPNIS: es su Caballo de Troya desde el cual avasallarán toda la reserva natural.
¿Cuáles son las alimañas con interés en destruir el TIPNIS?
Primero, están los cocaleros, que habiendo agotado la fertilidad de la zona tropical húmeda del Chapare con el cultivo predominante de “hoja sagrada” (que no es para usos “santos” ni tradicionales), se nutren de tierras vírgenes al vender “lotes” de terrenos cansados a nuevos allegados, fortaleciendo su maraña de sindicatos y centrales con nuevas tierras. Hoy, hasta Presidente tienen.
Segundo, los mercaderes de madera preciosa que se alían con los cocaleros para “tumbar monte” y rescatar árboles comerciales, a veces en complicidad de nativos que se venden por una lata de alcohol (ron “Lacoste”). Alertas cual buitres, están intereses petroleros en el subsuelo del TIPNIS.
Tercero, los bolsillos de poderosos corruptos, en un país habituado a que el poder político es una eficaz vía de hacer fortuna. Más aún, tenemos una democracia endeble donde los politiqueros beben de la fuente de acumular dinero para su accionar, no siempre santo, pero siempre oneroso.
¿Qué de nuevo puedo decir sobre el TIPNIS? Hasta mi amigo Paulovich abandonó su picardía al referirse al triste abuso, donde pareciera que los cocaleros montan y mandan. Recordando palabras de Evo Morales: “los aymaras y quechuas hemos despertado y vamos a recuperar el territorio”. Detrás de los quechuas disgregados y los mestizos que son la mayoría de Bolivia, mandará ese porcentaje menor, que quizá tiene aparente mayor peso específico por su masa alrededor del contaminado Lago Titicaca y por mantener cautiva a la sede de gobierno.
¿No era que el gobierno de Evo Morales favorecía a los “campesino-indígena-originario”? Un engaño. Los campesinos valen como “movimientos sociales”, conglomerado que tal vez se reducirá a los cocaleros. El “indígena” para el “proceso de cambio” tachará lo guaraní, Weenhayek, chiquito, guarayo, mojeño, itonama, movima, tacana, esse-ejja, etc., del mapa étnico de esa colcha multicultural que es Bolivia, así como ahora se pretende esfumar a los Trinitario, Yuracaré y Chimán del Territorio Indígena y Parque Nacional “Isiboro-Sécure”. Si cae el TIPNIS, el parque Madidi y hasta el Amboró cercano a la capital cruceña serán cual fichas de dominó a caer después. Parafraseando al brasileño Sergio Moro, sí, el probo juez del Operativo Lava Jato, Bolivia, como Brasil, están en manos de un grupo de gánsteres.