ArtículosInicioMarcelo Ostria Trigo

Las sanciones de EE.UU. a Venezuela

El gobierno de Estados Unidos, con el declarado propósito de presionar al régimen venezolano para que respete las normas de la democracia y la constitución bolivariana, acaba de imponerle nuevas y muy duras sanciones. Esta es la continuación de una historia de amenazas, desencuentros, acusaciones y hasta insultos, desde que el comandante Hugo Chávez Frías asumiera el poder.

Las nuevas sanciones estadounidenses al chavismo no solo afectan a los personajes del gobierno chavista, acusados de violar permanentemente los derechos humanos y de amasar fortunas mal habidas. Ahora, se orientan a “asfixiar la financiación del chavismo”, así como  a “restringir el acceso de Venezuela a los mercados de deuda de Estados Unidos, prohibiendo las transacciones en bonos del gobierno y de la petrolera estatal Pdvsa” (El País, Madrid, 25.08.2017).

Las sanciones impuestas a Venezuela por la administración del presidente Trump reponen el debate sobre si es legítimo que un país las imponga unilateralmente, pues estas -algunos lo dicen- constituirían actos de intervención contrarios al principio de no injerencia en los asuntos de otros estados o, por el contario, son decisiones internas incuestionables del que las impone, pues no se tiene la obligación de cooperar con los que se muestran enemigos y buscan concertar frentes adversos a un país por diferencias ideológicas, llegando inclusive a la ofensa y al insulto.

En la década de los años 80 del siglo pasado, la profesora universitaria Jean Kirkpatrick, entonces embajadora de Estados Unidos ante la ONU,  se refería a una incongruencia que era difícil de aceptar: había —aún los hay— países que votaban siempre contra su país y, a la vez, recibían cooperación y ayuda financiera de Estados Unidos. Esto —se decía— equivale a pagar a sus propios verdugos.

Por supuesto que hay otro ángulo en este asunto de las sanciones unilaterales. En 1996, la International Progress Organization criticó este tipo de las medidas como «una ilegítima forma de castigo colectivo a los miembros más débiles y pobres de la sociedad, los niños, los enfermos crónicos y los ancianos”. Pero, en algunos casos, como el venezolano, esos sectores vulnerables ya están sufriendo los crueles embates de la aguda crisis resultante del mal manejo económico, el sectarismo y la corrupción oficial. Con o sin sanciones, en Venezuela faltan alimentos y medicinas y es evidente la violación de los derechos humanos y el avasallamiento de las instituciones republicanas.

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