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La degradación política

Susana Seleme Antelo

“Hay puñales en las sonrisas de los hombres;  cuanto más cercanos son, más sangrientos.” 
William Shakespeare

El dramaturgo inglés, poniendo siempre el dedo en la llaga.  En esa época, no existían las Ciencias Políticas ni las Sociales. Sin embargo, Shakespeare (1564-1616), como antes Maquiavelo (1464-1527) en “El Príncipe”, dieron lecciones sobre el poder y la práctica del poder. De suyo, sobre el meollo de la política, que suele ser desapacible. A veces violento y con claros signos de degradación ética. No debiera ser así.

Sin embargo, suele serlo. De ahí que muy sangrienta debe haber sentido la alianza “Bolivia dice NO”* la sorpresiva renuncia de su ex candidato a vicepresidente, Edwin Rodríguez. Pertenecía al cruceño ‘Movimiento Demócrata Social’ hacía años. En esa condición fue electo senador por Potosí en 2015, donde Demócratas trabajaba con ahínco. Era un compañero político y un amigo cercano. Tanto que fue designado para integrar la fórmula encabezada por Oscar Ortiz. Renunció sin previo aviso. A ocho meses de proclamado el binomio, no convence su argumento de que lo hizo en aras a la unidad de la oposición. Podría haber buscado otro, para no calificar su actitud como desleal, alevosa zancadilla o traición. En todo caso, puñalada sí.

Recuerdo la renuncia de otro vice, Carlos Mesa, hace años, él sí electo y en ejercicio. Renunció al gobierno, pero no al cargo. Y fue presidente. También renunció después. Arteros los actos de esos vices. Hoy Mesa se reinventa como candidato a presidente.

Intolerancias y puñaladas, las hay en toda la historia política de Bolivia y en la de muchos otros países. En todo caso, esa práctica dista de ser la herramienta que posibilita vivir con los demás, con las y los otros, en comunidad. Es decir, reconociendo y valorando la condición de ‘convivir’ y alternar con otros, más allá de diferencias políticas o de cualquier tipo. En otras palabras, respetar la pluralidad como seres humanos y gregarios.

A partir de las diferencias, no siempre hay empatías. De ahí las antipatías. Y las políticas, como sentimiento de aversión, son francamente desagradables, pudiendo llegar a ser despreciables. Las despreciables antipatías “idiótes”, (del griego, persona que no se ocupa de los asuntos públicos, sino sólo de sus intereses) es una falta de respeto al otro diferente. Así reaccionaron algunos adversarios de “Bolivia dice NO” frente a la renuncia de su candidato a vice. No faltaron quienes la transformaron en algarabía, a título de un bien superior: sacar a Evo Morales del poder, tras casi 14 años, en los que la democracia ha sobrevivido peligrosamente.

Gran parte de la sociedad boliviana quiere a Morales fuera del poder autoritario, centralista y concentrador de la riqueza, como ninguno de los regímenes dictatoriales sufridos antes. Con Morales fuera, fuera también el Movimiento al Socialismo (MAS) su partido, que hizo de la corrupción su “modus operandi”. La cleptocracia no fue una excepción: fue la regla. Lo mismo que haberse convertido en narco-régimen, con cada vez mayores hectáreas cultivadas de la materia prima de la cocaína: la hoja de coca. Morales es, desde hace 30 años dirigente y presidente de los cocaleros y lleva más de 13 en el Estado Pluri. Juez y parte.

Queremos fuera a Morales y al MAS, pero no a costa de la necesaria pluralidad política, ni del acoso con el que chantajean para votar por el segundo mejor ubicado en las encuestas. De acuerdo a ellas, Carlos Mesa.

La deslealtad, la traición, o los puñales sangrientos, rondan como un recuerdo de lo que podría ser un porvenir político degradado. Nada más alejado de la política como el arte y la ciencia de ‘encontrarse’ con los tantos prójimos que nos rodean. Ese encuentro no será posible, excluyendo a los otros. Menos aún, solazándose de sus vicisitudes.

Tras las últimas encuestas, el abogado Gary Prado Araúz llama a mesura a los triunfalistas. Cuando faltan tres meses para las elecciones, “De nada servirá llegar a un buen segundo lugar, cuando el MAS gana en la primera vuelta” y está 11 puntos más arriba del segundo.  Los resultados conocidos, no prevén “ni el voto en el exterior, ni el fraude”, con un Tribunal Electoral subordinado al poder político. Ninguna de sus “provocadoras, ilegales y torcidas resoluciones”, harán renunciar “a nuestro derecho de democracia y libertad” apunta el dirigente político Rolando Aróstegui.

¿Quién debe abrirse a la razón política y tender la mano para construir la unidad posible, dejando a un lado las exclusiones de ciudadano “idiótes” ensimismado en sí mismo, como pensaba Sartori? El que está segundo, no el tercero.

*El nombre “Bolivia dice NO” alude al resultado del Referéndum de 2016, cuando la sociedad boliviana dijo NO a la modificación de la Constitución y a una nueva postulación de Evo Morales a la presidencia.  La de octubre 2019, la cuarta en más de trece años, es inconstitucional pues la Constitución Política acepta solo dos continuas. Se trata, además, de un candidato vetado por aquel voto popular.

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