EL PORTERO Y LA PUERTA
Ismael Schabib Montero
Un amigo me comentaba que hay dos clases de porteros, los que son conscientes de su humilde y digno trabajo y los que se sienten dueños de la puerta. Los primeros se preocupan, me decía, de que la puerta esté en buen estado facilitando el acceso a los demás y están los otros que encuentran en ella una oportunidad para medrar.
El cargo de Presidente de Bolivia, es el más importante, el de máxima responsabilidad; el presidente es un funcionario público que ha sido elegido para gobernar por un tiempo determinado nítidamente establecido, para servir a la gente, para cuidar los intereses del pueblo. No se elige para que se endiose en el poder y se crea dueño de él, dueño de la puerta, para que se crea insustituible. Que importante sería que la población lo tenga presente y no contribuya a ese endiosamiento mediante el adulo a cambio de una limosna. A un empleado público se le pide eficiencia. A un presidente no se le debe pedir que cumpla sus obligaciones, se le debe exigir. El soberano es el pueblo que lo eligió.
Los presidentes se dan lujos reales y aparentes. Lujos reales cuando usan medios caros innecesarios y aparentes cuando usan también medios caros para su seguridad, necesarios, como carros blindados y personal entrenado. El presidente de un país se merece respeto porque tiene la investidura que lo hace representar a la sociedad, porque es la cabeza del Estado, sobre quien recae toda la responsabilidad.
Pero un presidente se puede convertir en un delincuente peligroso, si, delincuente, si viola la lay, si en vez de respetar y hacer respetar la Constitución Política del Estado la atropella; se convierte en la principal amenaza para el país, debido a que maneja los recursos más importantes, el poder absoluto, es el criminal más poderoso. Además de ser el principal factor de corrupción, se rodea de un grupo delincuencial tenebroso que lo ayuda a conseguir sus objetivos personales. Empieza por hacer del poder un asunto suyo, a su servicio, su disfrute; el adulo lo lleva a una espiral de endiosamiento increíble. En el caso de Morales, comparemos al “indiecito de la chompa azul” que subió al poder el 2006 con el actual, la transformación asusta. El planeta tierra le queda chico, no puede pisarlo, tiene que trasladarse en helicóptero. Representa a un gobierno que todo lo que toca se degrada y lo corrompe. Morales y su entorno huelen a podrido, el palacio de gobierno incluido.
Como el portero malo, recibió una puerta y se cree dueño de ella, creando graves dificultades para el país, un portero que le cierra la puerta a la democracia y a la institucionalidad, que deja pasar solamente lo que le asegura seguir en el cargo ilegal e ilegítimamente atropellando la dignidad del pueblo, el soberano, que no quiere que siga gobernando.
Es un funcionario público que atropella la dignidad de su empleador, rompiéndole la puerta en la cara. Es tiempo de que el soberano ponga en su lugar de una vez por todas al portero desleal que huele mal.