El final de una gran nación que ni pudo conquistar su libertad
Paula Peña Hasbún
La noche de los cruceños
Dice Almafuerte:
Cuando se ha roto la tradición, se ha conturbado el presente y se ha oscurecido el porvenir: borrar la historia es producir la noche.
Difícilmente determinará su derrotero aquel que no sabe de dónde viene; no determinarlo implica a menudo, no tenerlo.
Aquella generación que no hincha la labor de sus antepasados, poco le interesa su destino.
Desde que hay memoria, ya hay tradición; desde que hay tradición, ya hay patriotismo, ya hay nacionalidad.
El pretérito obliga, escarmienta, ilumina y envalentona, menospreciarlo no constituye profanación, sino conato de suicidio.
Al echar la analítica sobre nuestros actos, la echamos sobre nuestras fuerzas. Creerse grande es querer la grandeza y quererla es casi tenerla.
Las naciones que no miran para atrás, no miran para adentro de ellas mismas.
Descuidan su pasado y su porvenir, como quien dice, todo: causa y consecuencia.
Se quedan con el presente, esto es con el punto matemático, con la abstracción, con el instante.