EL CASO CHILENO
Ismael Schabib Montero
No me gusta opinar sobre los países extranjeros y peor de los vecinos, pero considero
importante hacerlo en esta ocasión en que en Chile han desaprobado al proyecto de
Constitución Política del Estado el domingo pasado.
Han elegido a Boric como presidente, porque saben que un presidente es pasajero y es
cambiable, pero a la Constitución Política no es tan sencillo, necesita todo un procedimiento.
Para aprobarla o desaprobarla observaron: “Que en el documento rechazado, por ejemplo, el
Estado chileno se definía como plurinacional. Como dijo a BBC Mundo la cientista política
Pamela Figueroa, los grupos por el rechazo asociaron la plurinacionalidad con la división del
país y con la creación de los pueblos originarios como un grupo privilegiado, y ese discurso
permeó el debate nacional” (Prensa chilena). Bien por ellos y me da envidia, en nuestro país la
mayoría nacional no lo entendió así. ¡Qué lástima!
También los chilenos vieron que: “En el texto se ordenaba la creación de autonomías
territoriales indígenas, asegurando al mismo tiempo que el territorio del país era indivisible, y
se planteaba el respeto a los sistemas de justicia indígena, que parte de la población identificó
como contrarios al principio de igualdad ante la ley” (Prensa chilena). También en esto
estuvieron acertados y nosotros no, porque es elemental suponer que en un país todos deben
regirse por la misma ley. El resultado es que la ley en Bolivia es desigual y discriminatoria.
En cuanto a la propiedad: “La idea de que la nueva Constitución no protegería el derecho a la
propiedad sobre las viviendas fue tan extendida que los partidos oficialistas debieron dejar
constancia escrita de que se protegería bajo toda circunstancia” (Prensa chilena). Ante la
incertidumbre que esto último les causó su decisión fue votar no y punto.
En la historia básica de Bolivia, desde niños, nos enseñan que el General Mariano Melgarejo
regaló al Brasil, a cambio de un caballo blanco, un territorio más extenso que el que cedimos
en la Campaña del Acre, si observamos el mapa de las pérdidas territoriales percibimos a
simple vista que el territorio del Norte ribereño al río Madera y el Matto Grosso sumados, son
un espacio igual o mayor que departamento del Beni que tiene 213.564 kilómetros cuadrados.
Un país no lo gobierna un solo hombre, lo gobiernan muchos que conforman la burocracia
estatal. En este caso, encuentro que, el responsable no fue sólo Melgarejo. Algunas personas,
mis profesores en la escuela nunca pudieron explicarme cuando les preguntaba sobre este
hecho, algunos miraban el suelo como avergonzados y otros respondían que tal vez el Brasil se
hubiera apoderado de más territorio “si no se les hubiera entregado algo”.
A estas alturas de mi vida he llegado a la conclusión de que en esa época no había un
“Sentimiento de pertenencia” por todo nuestro territorio, pero después que la mayoría
nacional aprobó la nueva Constitución Política del Estado aceptando que somos un país
plurinacional en vez de pluricultural, parcelándolo en 36 naciones, me causa una profunda
inquietud que terminemos divididos por falta de compromiso con Bolivia. Sin embargo, costó
mucho aceptar las Autonomías Departamentales, ¡Que paradoja! Países como Suiza que
estuvieron en peligro de disgregarse hallaron en el federalismo la solución para mantenerse
unidos.
Encuentro que los chilenos estuvieron muy lúcidos a la hora de decidir con el voto, votaron por
el futuro, mientras en Bolivia cuando se aprobó la nueva Constitución la mayoría votó por el
pasado.