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Una crisis bastarda

Por: Manfredo Kempff Suárez

Nadie quiere ser el padre legítimo de la crisis actual y se la achacan unos a otros, cuando se sabe que el progenitor natural fue Evo Morales, y el que la está malcriando es Arce Catacora, quien no se siente padre de la criatura, y pide al gestor que, como divorciado, no rehuya los gastos de mantenimiento y no se haga el del otro viernes. Quien engendró a la indeseable criatura es lo que está en discusión, porque Morales ha sido el patrón dueño de la casa y Arce, su amanuense que obedecía sus órdenes.

Aunque el oscuro Choquehuanca, ajeno a todo lío de paternidad, dice, queriendo proteger a la crisis, que su enfermedad no es producto de una falla genética del padre biológico, sea cual fuere, sino que se debe al “golpe” que la señora Jeanine Añez le hizo dar al tumbar a la criatura de la cuna. Solo el cerebro brillante del vicepresidente, nacionalmente reconocido, nos puede pretender embaucar afirmando que en 17 años de Gobierno masista, interrumpidos por escasos 11 meses entre el Covid y elecciones generales, el rimbombante MESCP (Modelo Económico, Social, Comunitario y Productivo) se fue al tacho.

Que don David Choquehuanca diga que en el “golpe” del 2019, Bolivia quedó sin dinero y que, por eso, el actual Gobierno está recurriendo a créditos para sobrevivir, es una perfecta pachotada. Que sobre las malignas y vengativas acusaciones que se hacen contra la señora Añez, afirmando que es responsable de un golpe de Estado inexistente, se le quiera atribuir la aguda crisis económica que atravesamos, ya sobrepasa toda cordura.

El culpable de la crisis actual es Evo Morales y nadie más. Su vicepresidente y sus ministros – incluyendo a Arce Catacora – hacían lo que el jefazo decía o le sugerían lo que sabían que al jefazo le iba a gustar. Lo demás son tonterías. Ahora bien, que Arce haya sido incapaz de enderezar el rumbo del país y evitar un naufragio que amenaza con ser titánico (como el del Titanic), señala claramente que los masistas no tienen remedio.

Y no tienen medida porque hasta el portavoz Jorge Richter, ese joven bien vestido, de buenos modales, que parece egresado de Oxford y no de los sindicatos, ha dicho, según expresa la prensa, que el MAS es un Gobierno del pueblo y que “no traicionó ni traicionará los principios antiimperialistas, antineoliberales, anticoloniales y antipatriarcales de nuestro instrumento político…” ¿Si todo es “anti” cuál es el pro?  Afirma que hay que fortalecer el Estado, el Proceso de Cambio, el modelo económico, pero, ¿y cómo? ¿No es una estupidez seguir hablando de fortalecer el Estado y este modelo económico quebrado? Porque, hasta The Economist, que ha guardado discreción con Bolivia, cree ahora que la nación está al borde del colapso. Claro que, para el MAS, The Economist debe ser una revista de “comics”.

Gobernar no es solo gastar. Para gastar no se necesita estadistas sino derrochadores.  El MAS ha dilapidado, solo por ingresos en hidrocarburos, más de 50 mil millones de dólares, según dicen los que saben. Pero se han gastado 11 mil millones de las reservas internacionales, lo que es raspar la olla del majao hasta llegar a lo quemadito del fondo. Además, los parlamentarios oficialistas han luchado como fieras para monetizar el oro de las reservas y respirar por un par de meses. Pero, agobiados, acuden también a los créditos del exterior sin importarles que el dinero venga de países o bancos capitalistas e imperialistas.

Además, que le han puesto el ojo a los fondos de pensiones, donde está todo el dinero de los jubilados, y donde el Estado ya debe alrededor de 6 mil millones de dólares. Están nacionalizando las pensiones – ¡santo cielo! – a través de una Gestora de dudosa solvencia que administrará la friolera de 23.500 millones de verdes. Todo, seguramente, para financiar el gasto corriente, las empresas estatales deficitarias, las subvenciones, suficiente para ese vivir bien, que, para el régimen, ha pasado a vivir requetebien. Lo que no sospecha el MAS es la reacción rabiosa que tendrán los cientos de miles de jubilados si se farrean su futuro.

Si este Gobierno quiere salir de la manifiesta crisis que tanto niega, si va a necesitar dinero para sobrevivir por lo menos hasta 2025, debe mejorar sus relaciones con Estados Unidos y la UE. Y no insistir en amarrarse a “países afines” ideológicamente, que ya sabemos que son los enemigos mortales de los gringos, y que al final resultan bastante más explotadores de lo que se esperaba.

Y si hablan de producir más, que por supuesto es indispensable, hay que comenzar por lo que todo el mundo sabe: sobre todo dejar trabajar a quienes desean hacerlo; dar garantías a la inversión privada y extranjera ( respeto a las leyes y freno a los avasallamientos); dejar la obsoleta y fracasada política de “sustitución a las exportaciones” que ya fracasó en el viejo Pacto Andino; más bien, ahora que el gas ya no es la panacea, levantar los cupos a las exportaciones no tradicionales, para captar las divisas que escasean; hacer algo, por fin, con el litio, como ya lo hace Chile con estupendos ingresos;  y, esencial, imponer gravámenes a las exportaciones del oro, que no pagan nada, y, sobre todo, enfrentándose a Evo Morales, sancionar impuestos a los productores de coca, los grandes beneficiados en Bolivia con la cocaína, muy por encima de contrabandistas y comerciantes informales a quienes también hay que ponerles urgente freno.

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