En un frío lunes festivo de enero de 2020, un hito médico pasó prácticamente desapercibido. En un quirófano de la ciudad de Nueva York, los cirujanos extrajeron suavemente el corazón de un hombre de 43 años que había muerto y se lo llevaron a un paciente que necesitaba desesperadamente uno nuevo.
Más de 3500 personas en los Estados Unidos reciben un nuevo corazón cada año. Pero este caso fue diferente, el primero de su tipo en el país. “Nos tomó 6 meses prepararnos”, dice Nader Moazami, jefe quirúrgico de trasplante de corazón en Langone Health de la Universidad de Nueva York (NYU), donde se llevó a cabo la operación. El período previo incluyó la supervisión de una junta de ética, sesiones educativas con enfermeras y anestesiólogos, y largas conversaciones con la organización local que representa a las familias de donantes de órganos. Los médicos pasaron horas practicando en el laboratorio de cadáveres del hospital, preparándose para la recuperación de órganos del donante. “Queríamos asegurarnos de controlar todos los aspectos”, dice Moazami. Más allá de eso, recordamos que es inmoral provocar la eutanasia o suicidio asistido a un familiar. Bajo ningún aspecto es aceptable.