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Los artífices del gas con Brasil

Por: Manfredo Kempff Suárez

Todos los bolivianos han tenido mucho que ver con el gas ahora en proceso de agotamiento, pero no todos estuvieron a favor de que el gas se lo comercializara. No faltaron, los “progresistas”, que clamaron porque el gas no se vendiera, que se quedara bajo tierra, porque era un recurso natural no renovable. El tema se incluyó hasta en el frustrado juicio de responsabilidades que se entabló contra el general Banzer en 1979-1980 por haber firmado los acuerdos de compra-venta de gas con Brasil en 1974. Sin embargo, Bolivia ha vivido del gas en los últimos 40 años, ha sido el “sueldo” de los bolivianos. Ahora bien, que los gobiernos del MAS se dedicaran solo a explotar y vender ese energético hasta agotarlo, obteniendo miles de millones de dólares para el derroche, sin invertir en la exploración de nuevos yacimientos atrayendo inversiones, es otro cantar.

Don Dionisio Foianini fue el pionero en cuanto se refiere a la importancia de los hidrocarburos en el país; con él una pléyade de destacados compatriotas profesionales que lo colaboraron estrechamente en la constitución de lo que sería Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), durante el gobierno del chuquisaqueño coronel Toro. El presidente Germán Busch dio pleno respaldo a su ministro Foianini en la exploración y explotación de lo que eran pozos petrolíferos, ya que el gas ni siquiera se mencionaba todavía. Pero la importancia de los hidrocarburos era tal, que lo poco que se conocía, lo que había sido salvado en los territorios conservados luego de las duras negociaciones de paz del Chaco en 1938, sirvieron como aval para la construcción de los ferrocarriles a Brasil y Argentina. Busch y Foianini, y el incansable trabajo del embajador en Brasil, Alberto Ostria, lograron aprovechar esa nueva riqueza. Además, el presidente Busch dispuso que salieran de allí las primeras regalías que obtuvo Santa Cruz.

Transcurrieron muchos años en que YPFB abastecía con su producción petrolera al país y que cumplía una función importantísima en la economía nacional, pero, por entonces, ya sabíamos que los campos nacionales no eran altamente petroleros, sino más bien gasíferos. Esto era innegable, porque el gas ya tenía una demanda y un interés enorme en Brasil principalmente, pero también en Argentina. Si Bolivia tenía gas suficiente, como demostraban las certificaciones, ¿qué pasaba que ese energético lo teníamos dormido y seguíamos explotando solo el escaso petróleo?

Los presidentes Barrientos de Bolivia y Onganía de Argentina, firmaron en 1968 un acuerdo de venta de gas nacional que fue muy importante para nuestro desarrollo. La venta de gas a nuestro vecino del sur fue tan trascendente que llegó a ser fundamental para nuestra siempre frágil economía. Las facturas de pago que nos hacía mensualmente Argentina, las esperábamos con verdadera ansiedad porque de aquello dependía que en Bolivia no sucediera algo caótico. Hoy que Argentina ha encontrado grandes yacimientos de hidrocarburos invirtiendo millonadas, y cuando el MAS ha agotado lo que llamaba el “mar de gas” que falsamente nos llevaría a ser el eje gasífero del continente, el negocio energético con Buenos Aires ha concluido.

¿Y qué sucedió con Brasil? Que tuvieron que transcurrir más de tres décadas desde Busch, para que abriéramos los ojos y nos decidiéramos para el aprovechamiento efectivo del gas natural. Fue durante el gobierno del entonces coronel Hugo Banzer, cuando su canciller el Dr. Mario R. Gutiérrez Gutiérrez, volcó todo su interés en ampliar más las relaciones de Bolivia con Brasil y halló, como elemento fundamental, la comercialización del gas. Mario Gutiérrez, un político y diplomático visionario y emprendedor, trabajó incansablemente en lo que acabarían siendo los Tratados de Cooperación y Complementación, que firmaron, en 1974, los presidentes de Bolivia y Brasil, Banzer y Geisel. Busch y Foianini forjaron el despertar del petróleo y Banzer con Gutiérrez fueron quienes iniciaron el largo camino, para que, recién en 1999, se inaugurara el gasoducto Río Grande-San Pablo y de inmediato se comenzara a vender el energético.

Desde 1974 a 1999 transcurrieron varios gobiernos y cada uno fue forjando y limpiando el camino para que se pudiera hacer efectiva la venta de energía gasífera a Brasil, como se había realizado con Argentina. Para que las notas diplomáticas intercambiadas con Brasil surtieran efecto, resultaba necesario demostrar cuál era la mercancía que ofrecíamos. Y fue entonces cuando Bolivia, en vez de nacionalizar las miserias como fue lo hecho con Gulf, atrajo capitales y empezaron los grandes descubrimientos que estaban, casi en su totalidad, en las serranías y valles de Tarija.

Sin duda que uno de los logros más importantes que hubo en Bolivia, si no el mayor, fue el hallazgo del campo de San Alberto, durante el gobierno de Jaime Paz Zamora, en 1990. Fue un verdadero hito en nuestra producción gasífera. Luego, en la primera gestión de Sánchez de Lozada, se descubrieron pozos grandes como San Antonio (Sábalo), Bulo Bulo, y otros. Pero los volúmenes de gas encontrados fueron suficientes para sellar los compromisos con Brasil y de paso aumentar nuestras exportaciones a Argentina. Claro que el gas no brota de la tierra en cuanto de lo descubre como un pozo de agua, sino que demora muchos años, tantos que, ni Paz Zamora, ni Sánchez de Lozada, ni Banzer, pudieron utilizar esos recursos para el desarrollo nacional, porque el auge de la producción llegó tarde, justamente, cuando Evo Morales se hizo cargo del poder.

Ya conocemos cuál fue el destino de los ingresos por el gas durante la administración masista. Dispendio absoluto y muy pocos centavos – si los hubo – para la exploración, lo que fue mortal. Tarija, la gran productora, quedó pobre y estafada, y el resto de la nación ahora ve cómo se venden los saldos. Quienes no hicieron nada para sustentar el negocio del gas se beneficiaron de todo y mintieron a la población que la bonanza económica de que disfrutaron se debía al “milagro” económico totalmente imaginario de su Modelo Económico Social Comunitario Productivo. Una falsedad.

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