ArtículosInicioMarcelo Ostria Trigo

El mal de la hybris

Se afirma que la hybris –un concepto que proviene de la antigua Grecia– se refiere a la conducta signada por la desmesura y la confianza exagerada en sí mismo, en especial de quien está en el poder. Pedro G. Cuartango, columnista del diario español El Mundo,  dice que Albert Camus, Premio Nobel de Literatura 1957, fascinado por la figura de Calígula, en su celebrado drama sobre este personaje histórico, escribió que el emperador romano se situaba por encima de los demás, cometiendo así “el más humano y trágico de los errores”; “un pecado –el de la hybris– castigado por los dioses” (La neurosis del sátrapa. El Mundo, 21.12.2013).

Esta fascinación de Camus por Calígula no sería muy diferente a la que pudiera haber tenido por muchos caudillos del presente, afectados también por este mal, pues esta acepción de la hybris –por supuesto que hay otras– se aplica a muchos cabecillas entronizados en nuestra región, a los que se refuerza esa desmesura y confianza exagerada, con las alabanzas que recibe de sus áulicos.

Y así, inevitablemente, se induce al culto a la personalidad, pues menudean los títulos ridículos que se dan a los caudillos, asignándoles atributos casi sobrenaturales. Pero hay más: frecuentemente esta clase de líderes mesiánicos se atribuyen cualidades extraordinarias y mucha sabiduría.

Es, entonces, que a estos caudillos les nace una extraña vocación pedagógica, procurando enseñar lo que ignoran. Y, como la modestia y la prudencia están ausentes, les aflora su naturaleza pendenciera, llegando al insulto y, muy a menudo, a la afirmación mendaz. La constante insistencia en mostrar a quienes no son sus seguidores como personajes perversos, es una actitud recurrente en los autócratas.

Pero esto no se queda ahí. Lo que sigue es procurar destruir a los que no comparten sus pretendidamente luminosas ideas. Pero estos que padecen del mal de la hybris se orientan, como Calígula, a la autodestrucción, pues frecuentemente no alcanzan a darse cuenta de su insania.

Hay una muy conocida y acertada frase de Lord Acton: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Pero, como le pasó a Calígula, también hay el peligro de que el poder perturbe las mentes y se enloquezca; y que haga ver fantasmas y pajaritos, o que se afirme que las piedras tienen sexo.

Celebramos hoy el nacimiento de Jesús, el redentor del género humano. Cuánto cambiarían las personas –entre ellas los ensoberbecidos encumbrados– si escucharan el mensaje que nos trajo Cristo, que es de humildad y de amor al prójimo. Por supuesto que se curarían del mal de la hybris.

(20131225)

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