ArtículosIniciosemana del 27 de ENERO al 2 de FEBREROSusana Seleme Antelo

La visita de Mario Vargas Llosa a Bolivia: El político liberal (Parte II)

En su criterio, si se cumplió el objetivo político, ¿qué balance hace del coloquio donde habló el Mario Vargas Llosa literato, novelista y dramaturgo?

No me cabe la menor duda de que también cumplió su objetivo: ver en carne y hueso al hombre que creó novelas, obras de teatro y personajes inolvidables, no tiene precio. Tanto como constatar, una vez más su vasta cultura y su decente sencillez. Para mi fue un placer sensual oírlo hablar de lo que llamó sus maestros y de quienes aprendió a escribir: William Faulkner con “El sonido y la furia” ,  “Luz de Otoño”, “Absalón, Absalón”, de una técnica narrativa extraordinaria, con rupturas del tiempo lineal y complejidad tal, que exigían una libreta para anotaciones. También fueron su maestros James Joyce, y Gustav Flaubert, quien con su “Madame Bovary” y Emma, su heroína, le proporciona el numen para escribir el ensayo “La Orgía Perpetua” estudio exhaustivo de la obra de Flaubert, su maestro.

Para mi goce literario, oírlo me recordó que Faulkner también lo fue de otros escritores latinoamericanos. La clave es leer,  y saber leer afirmó, quizás en otras palabras, pero esa es la idea.  La técnica y la forma narrativa se acomodan al personaje, y el primero de todos es el narrador. ¿Quién cuenta?” la historia es muy importante: el narrador  omnisciente que todo lo sabe, ese es  “El primer personaje que inventa un novelista” . Así descubrió que para que “una historia fuera hechicera y sutil era la manera de contrala”

¿Habló del llamado boom narrativo latinoamericano?

¡Claro que sí! Tal como fue el boom, él habló con garra  de esa explosión de narrativa pura y renovada, que permitió llevar nuestra literatura alrededor del mundo y rompió fronteras. Y lo hicieron  a partir de realidades a veces muy duras con “problemas internos monumentales  y unos conflictos espantosos” que estimularon talentos creativos y toma de conciencia como a Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, el mismo Vargas Llosa, y fue como “una tabla de salvación” . Y no olvidó a Alejo Carpentier, José Luis Borges, a Salgari, a Dickens  y otros como el sudafricano John M. Coetze, sin  ser del boom.

“Entre la realidad y los deseos humanos hay un abismo, y la literatura nació para llenarlo.” Dijo. Afirmó que la literatura tiene una función social tanto en el presente como en el futuro, y que él se basa siempre en  realidades que le causan impacto, le provocan una reflexión y de ahí los relatos que ponen a prueba la imaginación, la creatividad y recurren a la ficción para completar las historias. Ese fue el origen de “La fiesta del Chivo”, ya que durante una estadía en República Dominicana, le contaron que en la época del dictador Leónidas Trujillo, la gente le regalaba sus hijas, como una forma de complacerlo, pues sabían que era un mujeriego empedernido. Por eso su heroína es Urania, expresión femenina  de ese oprobio y de un machismo intolerable.

Un panelista, el profesor Edgar Lora le dijo que a el le gustaba más el Vargas Llosa dramaturgo que novelista,  lo que mereció un aplauso del propio Vargas Llosa y la confesión de que escribir teatro fue su primera vocación. “La Señorita de Tacna”, por ejemplo, es la historia de una abuela llamada Elvira, MamaE, que no podía ser contada de otra manera que sea el teatro. Y estableció la diferencia

entre novela y teatro: la novela es expansiva, abierta, en cambio el teatro es contenido, es síntesis, porque debe  caber en un escenario.

Para quienes hemos leído gran parte de su obra, y además algunas de  todos los novelistas que fue nombrando,  fue de verdad un placer sensual oírlo hablar de literatura y de sus experiencias como hombre de letras, que compone historias desde la realidad con un manejo exquisito de la palabra escrita y hablada. Fue una orgía , no perpetua como habla en su ensayo sobre Madame Bovary, de Flaubert, pero si una orgía de casi hora y media para la sensibilidad y inteligencia que aman las letras, ya sea novela, teatro, ensayo o artículos como los de Mario Vargas Llosa, el Nobel de literatura.

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