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Crisis y esperanza

Marcelo Ostria Trigo

Seguramente muy pocos ponen en duda que estamos en una grave situación por la pandemia del coronavirus. No valen las acusaciones precipitadas contra quienes, supuestamente, la combate mal, ni las loas a los que hacen lo que es posible y necesario.

Lo dramático es que diariamente en el mundo hay miles de contagiados y muertos, causando temor y aún desesperación de los menos favorecidos.

En este clima de inseguridad colectiva, de desencuentros y debates sobre la manera de controlar la enfermedad, se puede advertir el tremendo resultado que dejará este mal. En efecto, a la actual pandemia seguirá –ya se siente– una tremenda crisis económica en el mundo. Esto ya da lugar a una infinidad de protestas de unos contra otros, se cruzan acusaciones por hechos verdaderos y falsos, se aumentan los temores o se procura eliminarlos. Es un ritmo frenético que pone en peligro la economía, la paz, y el trato civilizado. Es una variante del “¡Sálvese quien pueda!” y, a la vez, para algunos sectores, la oportunidad para justificar la violencia desatada para recuperar, a como dé lugar, el poder que engolosina a los tiranos.

No se vislumbra, por ahora, un gran acuerdo nacional para encarar un desafío de esta magnitud. Pareciera que todo el gran esfuerzo del actual gobierno para paliar el sufrimiento colectivo, no satisface a los que están en una suerte de guerra contra la sociedad. Son los que ignoran que una oposición democrática no se hace con violencia, pedreas y bloqueos de calles y caminos.

¿Qué hacer? Es difícil encontrar la mejor manera de luchar contra este infortunio compartido por todas las naciones del mundo. Y conste: no se trata solamente de encontrar una vacuna y un tratamiento eficaz para combatir el coronavirus, sino de prepararse para enfrentar las secuelas de esta pandemia.

Hay sectores en nuestro país que proponen elecciones lo más pronto posible, sin reparar que ese posible aún es impreciso. Es que todavía crece en el país el número de infectados y muertos por el virus. Lo sensato es respetar la cuarentena y otras medidas; duras pero absolutamente necesarias. ¿Un precipitado cambio podría garantizar un manejo responsable de la lucha por la salud, especialmente cuando los que las exigen son autores de un largo período de abandono?

Para vencer una amenaza a la sociedad se requiere serenidad, tolerancia y, sobre todo, responsabilidad y unidad. Lamentablemente, esto no es compartido por los fracasados revolucionarios de la segunda mitad del siglo pasado y por los populistas de ahora que aún aspiran a recuperar vigencia. No reparan que la obcecación, el odio y el enfrentamiento, son los elementos que hacen sufrir al pueblo, contribuyendo a que las crisis se agudicen.

No obstante, subsiste la esperanza de que lleguen mejores días para la Patria.

Foto: eldeber.com.bo

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