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Parte 1: De cómo se puede ser cínico e hipócrita político

Susana Seleme Antelo

Muchas veces hemos tratado de explicarnos cómo se puede mentir tanto sin escrúpulos, sin inmutarse, sin mostrar ningún atisbo de vergüenza, sin temblar, sin sonrojarse, sin titubear. Al contrario, somos nosotros quienes sentimos vergüenza ajena solo de oírlos. ¿Cómo se puede tener una doble moral y personal tan gruesa, aparentar ser una víctima y ser un verdugo sin límites? Joaquín Benito Vallejo

Ante todo, mi solidaridad y respeto rotundo a la ciudadana mujer Jeanine Añez Chávez, también expresidenta de Bolivia. A ella se le violaron todos sus derechos constitucionales como ciudadana y como ex presidenta, sobre la base de la mentira y la palabra que envenena, con un ‘relato’ que niega la memoria histórica democrática, desde 1982, cuando se la recuperó tras 18 años de dictaduras militares.

En 2019 no hubo golpe de Estado, sí hubo movilización ciudadana masiva en todo el país, ante el fraude en las elecciones de ese año. Hubo huida de los cobardes pillados en el fraude. También renuncia política de la cadena de mando oficialista para crear un vacío de poder: desde el ‘jefazo presidente’ y el vice huidos, la presidenta del Senado, el presidente de Diputados, el primer vicepresidente del Senado y la primera vice de Diputados.  Ante el abandono de sus mandos, se activó la sucesión Constitucional, en cumplimiento al artículo 169, que correspondía a la entonces segunda vicepresidenta del Senado, Jeanine Añez Chávez. Asumió el cargo como presidenta Constitucional transitoria el 12 de noviembre de 2019, cuando los huidos ya gozaban del asilo mexicano. Añez estaba en Trinidad, Beni, donde habita, pues estuvo ausente de la sede Legislativa por el paro nacional contra los tramposos.

Los autores del fraude hoy aparecen como víctimas, cuando son los verdugos de la democracia en Bolivia. ¿Cómo se puede ser tan cínico e hipócrita y pretender instalar una posverdad que falsea los hechos, alimenta las emociones irracionales e instala sed de venganza? Se puede porque son sociópatas, más que psicópatas, según el Criminólogo Vicent Garrido Genovés. Los delata su inclinación a la violencia, la falta de remordimiento ante sus delitos, la ausencia de empatías, la omisión de culpas, la incapacidad de asumir la responsabilidad de sus acciones, y el desprecio absoluto a las leyes y a las convenciones sociales.

Lo fueron durante 14 años, y lo siguen siendo con el actual Estado/Gobierno que para Morales y sus populistas son la misma cosa, porque no saben, o no quieren saber de distinciones conceptuales.

En la actual arremetida contra el Estado de Derecho, habla hasta por los codos el ministro de inJusticia, Iván Lima, a su vez la cara pública de otro predador, Morales que se llama Evo y quería el poder para toda la vida.  Aun lo quiere. Por eso anda por Bolivia, conspirando contra la endeble democracia, aunque lo abucheen y obliguen a descender de los aviones. Y está de retorno merced a los bemoles de la contradicción política, pues la oposición no supo construir una unidad para frenar su retorno.

El Estado y el gobierno bolivianos sindican a la expresidenta Añez de haber propiciado un golpe de Estado (algunas periodistas sueltas de lengua, como una mexicana, la llaman ‘golpista’) y la acusan de sedición, terrorismo y conspiración. Con el más elemental razonamiento jurídico debemos preguntamos cómo, si hubo golpe de Estado, la Asamblea Legislativa, de mayoría masista, siguió funcionando y aceptó la renuncia de Morales y su vice, anuló las elecciones fraudulentas de 2019, convocó a unas nuevas y eligió por dos tercios un nuevo Tribunal Electoral.  Con la ley 1270, de enero 20 de 2020, prolongó el mandato de Añez, y luego con otra, ampliaron el funcionamiento de la propia Asamblea.

Sociópatas políticos como son Morales y sus operadores, sabemos quiénes son, lo mismo que sus padrinos, le negaron a la ciudadana y expresidenta Jeanine Añez Chávez la presunción de inocencia y el debido proceso en su múltiple dimensión: como libertad, como derecho y como garantía.

Hoy está ilegalmente detenida, totalmente aislada, con la salud disminuida y el ánimo quebrantado, porque le han arrebatado el derecho a vivir en libertad con garantías democráticas, con sus hijos y su familia. Cobardes verdugos que le niegan sin inmutarse el derecho a la vida a una mujer que dio la cara mientras otros huían muertos de miedo.  Gracias señora expresidenta.

Ya ella había dicho ante la Comisión de DDHH de la Organización de los Estados Americano, OEA, que investiga las violaciones ocurridas en el país, desde noviembre de 2019 que la violencia provino del MAS.

En la Bolivia de Morales, del actual presidente Luis Arce y su partido político, que lo quieren único, no se respeta la civilización jurídica moderna para convivir democráticamente entre diferentes y plurales. ¿Volveremos a las dictaduras civiles y militares de antes de 1982?  ¡RESISTIREMOS!

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