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La maquinaria política

Susana Seleme Antelo

“El hipócrita está podrido hasta la médula.”
Hannah Arendt.

Tener a Jeanine Añez Chávez presa es el trofeo de la guerra civil que Evo Morales quiso desatar en Bolivia, y que ella impidió cuando asumió el cargo de presidenta constitucional transitoria el 12 de noviembre de 2019.

Las acciones del régimen actual contra su salud física y emocional son demasiado duras de soportarlas como persona y como mujer, ante todo, además de expresidenta de la Nación y exsenadora.

En esta época de mentira y engaño, “decir la verdad es un acto revolucionario”, bien afirmó George Orwell.  Y por eso decimos y gritamos la verdad a voz en cuello: aquí no hubo golpe de Estado, hubo fraude en las elecciones de octubre de 2019. Morales quería el poder ‘para toda la vida’, costara lo que costara, fraude incluido. Por eso la sociedad boliviana, que antes ya había dicho NO a esa inconstitucional reelección de Morales, se sublevó con un paro nacional movilizado, valga el oxímoron, entre octubre y noviembre de aquel año. Luego de pacíficos 21 días de paro, el tirano desnudo huyó.

Jeanine Añez le truncó el plan a Morales, copia del ‘chavista’ de hace más de 20 años. Allí les dio resultado. Aquí, en ese momento, no pudieron hacerlo gracias a que Jeanine Añez dio la cara, como segunda vicepresidenta del Senado. Junto a los representantes de la Comunidad Internacional presentes en el país, la Iglesia Católica, fuerzas democráticas locales y movimientos sociales populares, allegadas al partido de Morales (MAS), se logró evitar la guerra civil, que quería el cocalero Morales.

Él ya había huido de Bolivia el 11 de noviembre. Antes, el 10, ya había renunciado. Pensó hacerlo el día 9, según sus memorias, que ahora desmiente y dice que hubo golpe. Después obligó a renunciar a quienes les correspondía sucederlo por la vía constitucional, mientras sus más allegados corrían a una embajada a pedir asilo. Las masas de acecho y de acoso, muy similares a las ‘milicias armadas’ que quiso y aún quiere, pedían guerra civil.

Esa es la verdad detrás de las acciones del régimen, cuya cabeza puede estar en el nuevo presidente Luis Arce, aunque da lo mismo quien tenga el título, si es Morales quien manda. Quiere venganza y se ceba en Jeanine Añez que tuvo la valentía de asumir el reto plagado de obstáculos y oportunismos.

Patriarcales, machistas y tóxicos, todos los mandamases actuales, incluidas algunas mujeres, hace ya 7 semanas que tienen a Jeanine Añez presa en una celda, incomunicada, con todos sus derechos vulnerados sin haber cometido los delitos que le endilgan, como propiciar un golpe de Estado. Ella llegó a la sede de gobierno, el mismo día de su posesión. Sin embargo, está en una cárcel de máxima seguridad, a pesar de sus prerrogativas constitucionales, como juicio de responsabilidades e inviolabilidad de su domicilio. Está enferma, con infecciones, fiebre, problemas cardiacos, deprimida. En su rostro ya se notan las señales del dolor y el sufrimiento.

Pero el régimen se niega a dar permiso para que Jeanine Añez sea tratada en una clínica como aconseja la razón por su vida y su salud, antes que cualquiera otra, como la inhumana razón que le aplica el régimen, movido por la sed de venganza política.

Para borrar la historia, la memoria histórica, sus hechos y datos que hablan de los sopapos que Morales y sus afines propinaron a la democracia y al Estado de Derecho, mienten desvergonzadamente. Pero la mentira siempre será mentira, aunque la llamen ‘posverdad’ o inventen ‘nuevos relatos’.

 La mentira es hoy el instrumento de venganza y revancha, para castigar a Jeanine Añez y a quienes osaron reemplazar al ‘insustituible’ Evo Morales, convertido hoy en el ‘verdugo de la justicia’. La orden es que quien no se somete a su voluntad, quien no piense como ellos, puede ser triturado en nombre de la “justicia”, subsumida al poder político de la mano de fiscales, jueces, abogados, salvo rarísimas excepciones, amén de ministros, viceministros y afines. Es la violación sistemática de la Constitución por parte de Morales, sus hombres y su partido en los 14 años de sus tres mandatos, que hoy aún continúa.

Ellos son los que rechazan una Bolivia plural, múltiple y democrática, a pesar de que usa el método de la democracia, el voto, pero arropado en la mentira y el engaño indígena-originario-campesino, adobado de otros anzuelos populistas.

Es una maquinaria política ahíta de mentiras, deshumanizada, que, a escala de política de Estado y de gobierno, se ha convertido en estrategia política de comunicación e información. La aplican contra Jeanine Añez. La aplicaron contra la jueza Jimena Mendizábal que liberó a un activista social y fue suspendida de su cargo.  Lo pueden hacer contra cualquier otra persona, mujer u hombre. Y lo harán, porque “el hipócrita está podrido hasta la médula”, como sentenció Hannah Arendt.

A Jeanine Añez, sometida al suplicio de la inhumana maquinaria política del régimen, le abrazamos el alma y la apapachamos. A los del régimen los mandamos al carajo. Como frente a la COVID 19, RESISTIREMOS.

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