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¡Dejen de mentir!

Susana Seleme Antelo

“La mentira política tiene el efecto de desestabilizar las instituciones al destruir la capacidad de los ciudadanos de confiar en los políticos y hacerlos responsables.” Hannah Arendt

Aplicada esa sentencia a la Bolivia de Morales/Arce, y a otros países,  Hannah Arendt tenía y tiene razón, como siempre. Y es que la ausencia de la verdad en política, es decir la mentira, corrompe la práctica política desde adentro y termina convirtiendo al Estado en una maquinaria que destruye la democracia, sus instituciones, la libertad jurídica y al Derecho como estructura básica de armonización del mundo. Así opinan los expertos antiguos y modernos.

La propaganda política, que encuentra en Lenin el primigenio “padrino de la posverdadsegún Víctor Sebestyen, siempre sacrificará la realidad de los hechos y los datos por el beneficio político propio de los autócratas, como el expresidente Evo Morales, sin importar las consecuencias. Esa es la realidad que vive la sociedad boliviana, rehén de la mentira y de la propaganda implacables que el gobierno de Luis Arce, aupado por el ex presidente, pretende imponer sobre lo que sucedió en octubre/noviembre de 2019.  Aquí no hubo el golpe de Estado que ahora inventan. ¡Sí hubo fraude en las elecciones del 18 de octubre del mismo año!

El 10 de noviembre de ese año, Morales supo que el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, daría a conocer los resultados de la auditoría, solicitada por su propio gobierno. Morales le pidió que no lo hiciera, porque él sabía la chapucería que habían cometido sus adeptos, bajo sus órdenes y la de sus mentores.  Hoy pocos recuerdan que existe el informe final de la OEA donde se constata que hubo “Manipulación dolosa» y «parcialidad de la autoridad electoral» que alteraron «la voluntad expresada en las urnas”. Puntualiza  que “Las manipulaciones al sistema informático son de tal magnitud que deben ser profundamente investigadas por parte del Estado boliviano para llegar al fondo y deslindar las responsabilidades de este caso grave…La existencia de actas físicas con alteraciones y firmas falsificadas también impacta la integridad del cómputo oficial… Teniendo en cuenta las proyecciones estadísticas, resulta posible que el candidato Morales haya quedado en primer lugar y el candidato Mesa en segundo. Sin embargo, resulta improbable estadísticamente que Morales haya obtenido el 10% de diferencia para evitar una segunda vuelta.”  Nunca se investigó nada y los responsables del fraude andan impunes, como Morales, hoy reinando y mandando desde su suntuario cocalero, en Chapare.

Después de conocido aquel informe, Morales y su jacobino Vice presentaron su renuncia y luego lo hicieron quienes estaban en la línea de sucesión constitucional, para crear caos social y político por un eventual vacío de poder. Creyó Morales que esas renuncias dejaba al país sin orden ni concierto y que, como en la Venezuela de Hugo Chávez (+) en 2002, se le rogaría que volviera. Pero Bolivia no era Venezuela. Aquí hubo sucesión constitucional.

Ya lo dijimos: la mentira tiene patas cortas y cada vez salen más a la luz los entresijos de la monumental mentira que siguen montando Morales y su partido, el MAS. También algunos vecinos externos, que hacen papelones políticos y diplomáticos, con flagrante deshonestidad. Hoy sabemos que Argentina no envió material bélico a Bolivia, sino un grupo de 12 agentes del grupo “Alacrán”, expertos en operaciones especiales para proteger la embajada y la residencian del embajador de su país en La Paz, cuando Morales quería incendiarla.  En esas instalaciones se refugiaron miembros del gobierno de Evo Morales, ya renunciado, entre ellos, varios exministros.

La sociedad boliviana sospechó el fraude desde el primer momento, no en vano fueron los 21 días de paro. Sabemos que la crisis política y democrática actual tiene su origen en el desconocimiento del Referéndum de 21 de febrero de 2016, cuando Bolivia dijo NO a una cuarta elección de Morales.  Lo repetiremos sin cansarnos nunca ante los impulsos de Morales y los suyos, no solo de quedarse en el poder para toda la vida, sino de someter a la sociedad a convivir con la mentira, como parte de la estrategia de la propaganda del régimen, con la arrogancia del poder total. Pretenden obligarnos entre el engaño y el propio autoengaño, sin el menor escrúpulo, aparentando ser víctimas, siendo los verdugos de la democracia, mientras mandan a prisión preventiva a la expresidenta Jeanine Añez, y a más de 20 exfuncionarios de su gobierno violando el debido proceso, sin pruebas, solo por sed de venganza, sin atisbos de humanidad.

A Morales y los suyos los mueve el poder de dominación sobre el territorio, la población y, desde luego, sobre el prójimo que le impide lograr su objetivo. La sociedad se lo impidió en 2019 desde la calle y en la calle en paro movilizado 21 días. Entre otros factores, lo hizo huir esa calle llena de ciudadanía consciente y democrática al grito de “nadie se cansa, nadie se rinde, Evo de nuevo, huevo carajo”.  A la calle es adonde tenemos que volver.

Hannah Arendt sabía que la verdad y la política pocas veces han sido buenas compañeras, pero también sabía que la solo verdad de los hechos podía salvar la política. Salvemos la política en Bolivia con la verdad. ¡Basta de mentiras!

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